—¿No estás cómodo? —pregunta tendiéndome el licor. El cual miro con vacilación pero que igual me lo pasaré entre espalda y pecho.

—No del todo —omito las partes de mi cuerpo que se durmieron y le extiendo mi mano en la dirección mencionada. Ella camina conmigo hacia la barra cuando la gente comienza a aplaudir, chiflar y de todo. Llama mi atención y miro hacia el escenario, tomo una banqueta junto a Nat quién también mira la escena frente a nosotros.

—¿En serio te gusta este lugar? —le hablo, ella asiente mientras le da un trago a la copa que lleva en manos.

—¿Tú no? —hago un gesto, que ella interpreta de inmediato y se ríe. Aunque el lugar está bien, pero si sonara otro tipo de música y hubieran personas que no estuvieran vestidos con piñas o flores tropicales.

—Creo que no estamos vestidos para la ocasión —le digo, viendo pasar a un tipo vestido como Michael Jackson. No encuentro la relación entre el traje y la música salsa.

—Habrá un concurso del mejor imitador de celebridades —me dice, como leyendo mi mente —¿Quieres participar? —suelto un risa irónica y mejor me trago el licor.

—Si me paso de copas es muy probable que termine ganándole a todos —me mofo, pero en realidad ya no sé qué esperar de mí cuando estoy borracho.

Su vista de nuevo se pierde en el escenario cuando las luces se apagan y una tenue iluminación verde y azul es la que alumbra el lugar, llama mi atención cuando se cambia la música a algo mucho más movido y salen fuegos artificiales de ambos extremos de la tarima.

—Muchas gracias, David —escucho a Nat, sus palabras me desconciertan, aunque su vista está puesta al frente, estamos bastante cerca como para escuchar lo que decimos aún con el ruido de la música.

—¿Porqué?

—Por lo de hoy, por lo que le dijiste a mi madre...

Elevo la comisura de mi labio al mismo tiempo que le doy un sorbo al copazo y la miro por unos instantes.

—Y esto que no le dije todo lo que pensaba decirle, lo guardaré para la próxima.

—No habrá próxima —se encoge de hombros. Su vista sigue puesta en el escenario aunque yo me giro por completo para quedar de frente. Me siento tan cómodo con la cercanía y al parecer, ella también.

—¿Porqué? ¿No piensas volver a verla?

—La próxima vez le diré que nos divorciamos.

—No puedes hacer eso —mis palabras, que en realidad intento hacerlas sonar como irónicas, suenan como desesperadas y quiero ahogarme con este trago por lo cual rectifico lo que dije con otra mitad verdad y mitad mentira —estaba disfrutando contradecir a tu madre.

Ella niega con su cabeza, con un gesto divertido y despreocupado. Se lleva la copa a la boca y yo solo observo como toma un sorbo con delicadeza, veo el movimiento de su garganta al tragar el líquido y mis ojos se van más abajo, donde específicamente su pecho resalta sobre el vestido negro de un solo hombro que lleva puesto.

—¿Qué hay de todas las cosas que dice tu madre, Natalie?

—Ya no me importan, la verdad. ¿Qué puede decir una mujer de mantener un matrimonio si se ha divorciado dos veces?

Buen punto, aunque no sé qué sentir al respecto. No sé ni siquiera qué decirle.

—No es justo que después de la actuación que hice hoy le digas a tu madre que te divorciaste, ¿Entonces donde quedó mi esfuerzo? —indico con ironía. Natalie se ríe, deja la copa sobre la barra y gira su torso en mi dirección, nuestras piernas se entrelazan por la cercanía, pero no hago nada por moverme. De soslayo miro sus piernas y contengo las ganas de pasar mis manos por ahí.

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Where stories live. Discover now