Capítulo 46

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Sopa de pollo es lo que frente el en un plato hondo estaba humeante junto una cuchara de plata. No tenía apetito. Su estómago se revolvia ante el olor del plato de comida. Lo único que se oía en la enorme sala eran los cubiertos del adulto sentado frente el comiendo con tranquilidad.

Se sentía muy cansado. Necesitaba dormir un poco más, sólo un poco más. Un ratito más y recuperaría sus fuerzas. Al menos la mitad de ellas.

Llevo con pesadez su mano al cubierto tomando la cuchara y juntando un poco del caldo, antes de llevarlo a su boca dejo caer el cubierto con un ruido metálico en el suelo, un quejido de dolor brotó de sus labios al sentir el jugo de la sopa caer en sus piernas, fue sólo un poco.

-De verdad eres un inútil.

La voz sería y fuerte del mayor le causó un escalofrío, y sólo atinó a tomar el objeto caído y colocarlo en la mesa. Sus ojos estaban apagados, y su rostro muy pálido.

Su mirada se mantenía sobre el plato, cómo si deseará irse de ahí, y es lo que más esperaba, poder levantarse, tirarse en la cama, y esperar a que los días lleguen a su fin para poder dormir aunque las pesadillas le persiguieran por las noches.

-¿No dirás nada muchacho?-Preguntó, ya cansado de tanto silencio en la sala.-Hey, mocoso.-Volvió hablar luego de unos segundos.-Cada vez que pregunte algo, tu responderas, ¿A quedado claro?

No podía pronunciar palabra, era cómo sí se hubiera tildado por unos minutos. Su respiración comenzó a volverse irregular y sus manos se movían inquietas en su regazo al igual que pestañaba una y otra vez en menos de dos segundos.

Sus dientes mantenían apresado sus labios húmedos causa de su propia saliva. Se removia con temor en la silla, tenía miedo.

-Veo que a ti te encanta el maltrato, Miguelito.-Y al parecer era así ante los ojos oscuros del adulto, el cual no despegaba la mirada del menor.-¿No es cierto, mí muchacho que te encanta ser tratado cómo lo que eres?-Le sonríe de costado.-Mí perra.

El niño con su cabeza negó con lentitud sin ser consciente bajo la sorprendida mirada de la Cruz.

-Mira, tienes una linda boquita, y lengua para responder con palabras. Usa tu puta boca niño y responde.

-C...casa...-Logra susurrar, sin levantar su cabeza, sus ojos comienzan a cristalizarse.

-¿Qué quieres decir con eso?-Golpea con fuerza la mesa arto del comportamiento del más joven.-Mira, Miguel. Detesto tener que lastimarte, de verdad lo digo. Eres importante para mí, muchacho. Un niño con un futuro por delante y todo un talento que debe ser mostrado al mundo entero.

La suavidad con la que hablaba su gran y estupendo ex ídolo le trajo miles de dudas y confusiones. El era Ernesto de La Cruz, una vez ya le intentó asesinar lanzandole de aquél edificio y enveneno a Héctor. No debería creer en las palabras de ese farsante, pero...

Su forma de hablar le hacía dudar de sí lo decía de veras, o sólo trataba de hacerle creer todas esas farsas, pues había de admitir que el "señor de la Cruz" es un muy buen mentiroso.

Aún así le trato de una forma muy mala. Le tocó de tal manera que de sólo recordar...

Unas náuseas invadieron el pequeño cuerpo del niño, y fuertes deseos por querer...

Muy tarde.

Miguel vómito.

Vómito en aquél impecable suelo a un lado de la silla vaciando lo muy poco que había comido en el día, lo cual fue...una simple manzana de desayuno.

-¡Diablos! ¿Pero que haz echo, Miguel?

Fue tomado del brazo con brusquedad y alejado de ahí mismo unos pasos, antes de ser tomado por la barbilla y ver los ojos reflejados de asco y odio del ex músico y cantante.

Recuérdame [Riveracest]Where stories live. Discover now