Capitulo 21

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El miedo una vez mas comenzaba a recorrer su cuerpo al oír aquella voz que había pensado nunca mas volvería a oír. No podía divisar nada con esa tonta venda negra cubriendo sus ojos con fuerza. Pero podía oír la pequeña risa que soltó el esqueleto. Su nombre ser susurrado de esa forma le causo nauseas. Algo dentro de el le gritaba peligro. Una vez mas intento dejar libre sus muñecas, algo las estaba sosteniendo con bastante fuerza.

Quiso gritarle que le dejara, pero lo único que salio fue un murmullo silenciado por la suave tela de una especie de mordaza sobre su boca.

Se encontraba de rodillas sobre la cama, forcejeando contra la precisión en sus muñecas dejando salir leves jadeos por la fuerza y la desesperación que se podía ver a simple vista. Miguel intentaba con todas sus fuerzas liberarse. No sabia donde se encontraba. Solo había silencio de un momento a otro. Su cuerpo temblaba de miedo.

Un escalofrío recorrió su columna vertebral al sentir una mano helada acariciando uno de sus brazos desnudos. Le desagradaba aquella sensación. Un horrible presentimiento se instalo en su ser, haciendo que pequeñas gotitas salinas se deslizaran por sus mejillas, mojando la tela de sus ojos.

Una pequeña caricia en sus labios sobre la tela le hizo intentar alejarse de aquel tacto. Lo único que consiguió fue que un quejido de dolor rebotara contra la mordaza a la vez que se movía inquieto, completamente asustado al sentir una mano detrás de su nuca, sosteniéndolo con firmeza y algo de dureza.

-No te muevas.

La voz seria de Ernesto obligo que el muchacho obedeciera de inmediato. Se quedo con la cabeza gacha, temiendo que el hombre lo lastimara de alguna forma posible, y muy lejos de la realidad no estaba. El niño no tenia idea que no importa que hiciera y que si. El resultado seria el mismo.

Una pequeña sonrisa se formo en los labios del mayor mientras veía al muchacho frente el, de rodillas sobre la cama, con la cabeza gacha, sus mejillas húmedas, su cuerpo tembloroso, las manos amarradas, la venda en sus ojos y la mordaza. Y su cuerpo sin ninguna prenda de ropa.

No se imagino que lo iba a disfrutar tanto.

Acerco su boca al oído del joven musico sin borrar su sonrisa y sin pasarle desapercibido el pequeño temblor que provino de Miguel.

-No me creerías si te dijera que no soy de esos tipos que lastiman niños tan bonitos como tu, ¿o si?-Pregunto en un susurro fingiendo preocupación en su tono de voz.

Lo único que pudo hacer Miguel fue asentir intentando hablar con el miedo en su cuerpo. Un suspiro de alivio abandono sus labios, al sentir a Ernesto alejarse de el. Un grito silencioso abandono su boca al sentir como ambas manos del mayor se colocaban firmes y con fuerzas sobre sus caderas y era levantado para luego sentir como su espalda chocaba con brusquedad contra algo esponjoso, supuso que era la cama.

Las manos de Ernesto se colocaron a cada lado de la cabeza del cuerpo tembloroso que estaba debajo de el. Quiso reír al verlo tan vulnerable y cerrando sus piernas sin dejar de temblar.

—Oh, pequeño...tu y yo, nos divertiremos mucho.

Al terminar aquellas palabras un grito ahogado abandono la boca de Miguel al sentir los dientes de la Cruz clavarse sobre su sensible cuello. El muchacho hacia todo lo posible para alejarlo de esa area, sollozando del dolor que comenzaba a expandirse por su cuerpo. En silencio el mayor sonrió lamiendo unas poquitas gotas de sangre que se deslizaron por el cuello del menor, para luego separarse un poco y acariciar la mejilla del pequeño musico con suavidad y una mirada que demostraba satisfacción al ver retorcerse de dolor Miguel y los sollozos que abandonaban su boca.

Y tan solo era el comienzo...

Ernesto y Miguel se iban a divertir juntos, al menos era lo que de la Cruz decía entre pequeñas risas sin apartar la mano de la mejilla de Miguel. Y a la vez que el hombre jugaba con el pequeño musico, la familia Rivera estaba reunida nuevamente en el puente que les permitía cruzar a la tierra de los vivos. Se encontraban discutiendo con dos oficiales, que sostenían con firmeza de los hombros a Hector a la vez que este intentaba apartarse.

Recuérdame [Riveracest]Where stories live. Discover now