Capítulo 43

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El miedo era el único sentimiento que podía sentir en su cuerpo tembloroso, sus ojos se mantenían abiertos de par en par, reflejando miedo en ellos, mientras se aferraba a las mantas con sus pequeñas manos. Hace días venía teniéndo miedo a la oscuridad, la razón de eso, eran las muchas de veces en las cuáles su padre entraba por la noche y le maltrataba.

Temía que aquél hombre entrará en cualquier momento, y se vengara. ¿Por qué mejor no se olvidaba de esa tonta venganza? No lo entendía. El sólo hizo lo que era correcto. Su mirada se mantenía en el techo, sintiendo las lágrimas cayendo.

Aunque intentase evitar llorar, no podía.

Era débil...

A su lado ya no tenía a nadie. Las veces en las cuál lloraba en su cuarto, su hermosa mamá le consolaba, y le cantaba en suaves susurros.

Quería volver a casa.

Quería más que nada dejar de sentir tanto dolor. ¡No quería seguir sintiéndose tan inútil!

Miguel mordió con fuerzas sus labios, un fuerte dolor en el pecho le hizo jadear con brusquedad, las lágrimas seguian cayendo con aún más intensidad. El nudo en la garganta tan sólo crecía con el pasar de los segundos.

¿Y sí jamás hubiera nacido?

Tal vez...las cosas serían diferentes. Tal vez y tan sólo tal vez su mamá no estaria sufriendo por su culpa, y su papá sería mejor persona.

Y el...

Y el no estaría sintiéndose culpable por todas las cosas malas que sucedían. No estaría en aquél cuarto oscuro, esperando la hora en la que de la Cruz entré por aquélla puerta con su sonrisa torcida. No estaría esperando el momento en el que el hombre se decida a matarlo.

Todo sería tan diferente, y mejor. ¡Nadie tendría que sufrir!

Pero...

No.

Tuvo que nacer, y arruinar las vidas de las personas que más quería y que pudo llegar a querer. Ni siquiera era bueno para suicidarse.

Vaya, cobarde.

No pudo quitarse la vida, no dejó que sus pulmones se llenarán completamente de agua hasta dejarle sin oxígeno. Fue tan egoísta por seguir viviendo. El terror se había echo presente, y el cómo el niño cobarde que era, luchó. Luchó por vivir.

No servía de nada haber echo todo eso. No pudo morir, y siguió luchando por seguir con vida, a pesar de que el infierno le estaba esperando con paciencia al otro lado. Al principio se sintió realmente bien...

Saber que nadie le necesitaba, que nadie le lloraria ni sabrían lo que sucedió...

La tristeza se hizo cargo de su corazón y de sus pensamientos.

Se había dejado llevar, y dejado que el agua entrará por su nariz y su boca, sintiendo cómo la vida le dejaba poco a poco, sin que el pudiera ni intentará hacer nada. Pues ya había aceptado su destino.

Pero...el al despertar...

Había pensado que se murió ahogado y que por fin había logrado hacer algo bien y sin ayuda. Estaba equivocado. No estaba en la tierra de los muertos sino que en el mismo lugar en la que eligió para morir.

Inténtalo...

Los ojos del pequeño parpadearon varias veces al oír esa voz tan familiar en su cabeza, en un suave y oscuro susurró, instandolo hacer algo de lo que ya no había pensado desde aquél incidente e intentó de suicidio fracasado.

Recuérdame [Riveracest]Where stories live. Discover now