Capítulo 10

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Por mas que intentara no podía dejar de pensar en Hector Rivera. En aquel esqueleto que sin saber que era su tatarabuelo estuvo dispuesto en ayudarlo para llegar hasta de la cruz, quien al final termino siendo un mentiroso y traidor. Era cierto que al principio no podía creer que su gran ídolo no fuera mas que un fraude y de los grandes. Era la causa por la que su familia le odiara y colocaran aquella tradición de zapatos mas junto con la prohibición de musica.

En ese momento no podía pensar en nada mas que no fuera la expresión de shock de Hector, Fue un golpe muy duro para el enterarse de que fue envenenado por su mejor amigo y que realmente no se había muerto por culpa de aquel chorizo que tanto los muertos se burlaban en ese tiempo sin saber la verdad. Miguel en ese momento de entender todo, supo que su amigo decía la verdad. Verle siendo arrastrado por la seguridad de Ernesto, quiso correr y pedirle al señor de la cruz que le dejara. Desgraciadamente salio de su sorpresa demasiado tarde. Y cuando se dio cuenta estaba el mismo siendo lanzado aquel pozo, cayendo al agua sin poder creer que su 'tatarabuelo' lo traicionaba de esa manera sin importarle que fuera un niño vivo.

Pero bueno, ustedes ya saben la historia, por lo que dejaremos el pasado detrás, para enfocarnos en el presente.

Miguel no estaba seguro de como ni cuando sucedió, pero sabia que estaba en un lío bastante grande. Mientras dejaba que sus dedos acariciaran las cuerdas de su tan preciada guitarra, dejaba que su mente viajara aquel día cuando descubrió sus sentimientos por Hector. Se había sentido tan extraño con aquellas mariposas en su estomago, y tan feliz al recordar cada cierto momento la voz de su tatarabuelo. Aquel día había escrito una canción de amor, y se había atrevido a tocarla y cantarla. Le gusto como quedo, era hermosa, mas sin embargo nunca mas volvió a tocarla ni a cantarla.

¿La razón?

Oh, vamos...lo deberían saber. ¿No? ¿están seguros?

Bien...les diré su motivo para no volver a tocar aquella canción tan hermosa.

Cada vez que tocaba en su mente aparecía Hector, su mente pensaba en las posibilidades de que aquella canción llegara a los oídos del esqueleto. Deseando en secreto que sus sentimientos pudiera sentirlos, y que fuera correspondido por el mayor. Era muy riesgoso cantarla y que alguien pudiera oírle y que comenzara hacer preguntas de a quien iba dirigida. Pero ese no era el verdadero motivo...había tenido tanto miedo que arranco aquella parte de la hoja y la había ocultado en algún sitio de su habitación. Tenia miedo de 'eso' que comenzaba a sentir. En aquel tiempo consideraba asqueroso el amor, ¡puaj! ¿el amor era compartir saliva? el nunca haría eso, era muy cochino ante los ojos inocentes de Miguel cada vez que tenia el infortunio de ver a su padre besar a su madre o ver aquello en la televisión.

Su programa favorito era cuando salia su ex ídolo, por el comenzó su gusto por la musica, hasta que tuvo la desgracia de ver y ser el primer expectador de ver su verdadero ser. Pero luego de conocer a Hector, quiso e intento que el mayor se sintiera orgulloso de el, nadie podría llegar a pensar en la felicidad que sintió el pequeño musico cuando unas palmaditas en su pecho junto a una sonrisa por parte del esqueleto eran susurradas las palabras que tanto deseaba escuchar.

Estoy muy orgulloso de ti, chamaco.

Trago saliva, sintiendo las lágrimas al borde de caer. ¿Por que era un niño tan llorón? ¡tenia trece! su padre tenía razón en algo, debía comenzar a comportarse mas como un hombre y dejar de llorar. Miguel suspiro, apoyando su espalda sobre aquel pozo de agua, en el cual tras una de sus huidas de casa tuvo la fortuna de conocer. Coloco su guitarra de forma cómoda sobre el, y miro al cielo.

Tal vez...seria la ultima vez que tendría la oportunidad de tocar tan valioso instrumento.

¿Por que no tocar una ultima nota? ¿Por que no hacerlo ahora?

Recuérdame [Riveracest]Where stories live. Discover now