Capitulo 7

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Se estaba aburriendo, con un gesto desinteresado se sentó a un lado del chamaco, qué en sus manos sostenía la guitarra a la que una vez le había pertenecido cuando estaba vivo. Le oía tocar con suavidad las cuerdas de aquel instrumento con tanta experiencia que por un momento se encontró así mismo observando a Miguel con curiosidad. Aquéllos acordes que desprendía la guitarra le llamaban la atención.

Hector vio como pronto estaban rodeados por las personas que se sentían atraídas por el sonido de la guitarra de su tataranieto. Sonrió un poco sin quitar su mirada del rostro relajado de Miguel. El chico no tenia idea de que estaba a su lado. Tenia que tener paciencia, pero diablos...no quería tener que esperar a que surga un milagro y que de un momento a otro el chico le pueda ver, oír y tocar.

¿Por que tenia tantos deseos de que el chamaco pueda verle?

Claro era su familia, pero algo no le cerraba del todo. Para el era normal preocuparse tanto por Miguel. Hace un año por poco y lo pierde por culpa de Ernesto. No quería volver a sentir aquel terror de ver a Miguel en peligro. Al ver que el muchacho cerro los ojos, sin dejar de tocar aquellos acordes, se quedó observando sus fracciones de niño qué aun tenia. Ni noto cuando el pequeño comenzó a dejar salir su suave cantar, siendo oído por todos aquellas personas que disfrutaban de la voz del tataranieto del mejor compositor de toda Santa Cecilia.

Dirás que es raro lo que me paso
parece que ha noche te encontré en mis sueños.

Estaba mas que seguro que su chamaco iba hacer un gran musico cuando creciera, de eso no podía haber dudas algunas. Su angelical voz atrapaba la atención de todo aquel que escuchara aquella hermosa melodía. Por supuesto incluido Hector, no podía apartar la mirada del niño. Estaba tan orgulloso de el.

Las palabras que dije se volvieron canción
versos que tuyos son...

Unas pequeñas lágrimas se deslizaban por las mejillas del pequeño musico, en ningún momento dejo de tocar sorprendiendo a Hector. El esqueleto permanecía en silencio escuchando la letra de aquella canción. Incluso Dante permanecía sentado frente Miguel con su larga lengua fuera de su boca deleitando sus orejas con la voz y la musica del niño.

Y el recuerdo nos dio, una melodía bella que el alma toco
con el ritmo que vibra en nuestro interior.

Observó como el chamaco se levanto de donde estaba sentado y comenzó a bailar, sin abrir los ojos. Seguía todos los movimientos del pequeño, viendo como Dante ladraba feliz e iba con su amigo.

Amor verdadero nos une por siempre
en el latido de mi corazón.

Sin poder ver a Miguel bailar y cantar solo, se levanto y fue a cantar a su lado a la vez que movía su cuerpo de acuerdo a la música. Le hacia recordar aquellos viejos recuerdos. Con una guitarra imaginaria movió sus dedos como si acariciara las cuerdas de aquel instrumento invisible. Cerrando los ojos para dejarse llevar.

Amor verdadero nos une por siempre
en el latido de mi corazón.

La voz de Hector acompaño con el mismo sentimiento la de Miguel. Mezclando su voz con la del niño sin dejar de moverse, Miro a Miguel con una pequeña sonrisa. Como le gustaría que el pequeño chamaco le devolviera la sonrisa.

Ay, mi familia
oiga, mi gente, canten a coro nuestra canción.

Con unos malabares con su cabeza junto con unos zapateos siguió la canción oyendo la voz cargada de sentimientos de Miguel. No comprendía porque aquellas lágrimas caían de los ojos del mas chico, pero no le tomo tanta importancia, seguro que Miguel se sentía así por todo lo que sucedía en su hogar. Algunas personas veían a Miguel cantar, tocar la guitarra y bailar con admiración reflejados en sus ojos. Hector estaba mas que sorprendido que aquel chamaco fuera tan querido y admirado por todas esas personas.

Recuérdame [Riveracest]Where stories live. Discover now