Capitulo 13

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No sabia que hacer, tampoco se estaba viendo en una situación parecida...tal vez no se veía en una, pero aquí tenemos a Hector enfrentándose a un enfermado Miguel en cama con ojeras debajo de sus ojos, mejillas sonrojadas, ojos llorosos y sudoroso. Se imaginaba que eso pasaría. Le daba lastima ver al pequeño músico en aquella situación tan lamentable. Luego de aquella terrible experiencia para ambos, el chamaco trajo un horrible resfriado. 

¿Se imaginan lo que costo traer al chamaco a casa?

Por suerte estaba Dante, que como buen amigo, perro y guía espiritual se encargo de llevar a Miguel sobre su espalda. Pues seria muy extraño ver a un niño flotando. ¿No lo creen? y sin perder tiempo el esqueleto había tocado fuerte en la puerta de los Rivera, mientras jalaba a Dante con el, para esconderlo a la vez que dejaban a Miguel sobre el suelo en la puerta de entrada. Por suerte Luisa abrió la puerta, quien a su vez lanzo un fuerte grito asustando a Hector y a Dante.

Era entendible el grito de sorpresa de la pobre mujer, y pues...ver a tu hijo de trece años en el suelo de tu casa mojado de cabeza a pies temblando del frío y quejándose de algún dolor inconsciente, no era algo de todos los días.

Bien, era cierto que se sintió mal por la madre de Miguel. Pero no iba a meterse el mismo con el chamaco en brazos. Iban a pensar que se trataba de alguna brujería o peor, que fue poseído por el diablo.

—Su fiebre no hace mas que empeorar...—Murmuro con preocupación, mirando al niño que permanecía con los ojos cerrados.

Tenia que ser un simple resfriado, uno sin tanta importancia. ¿Entonces por que temblaba, y sus mejillas hervían?

Suspiro pesadamente, acercándose al niño dormido, sentándose a un lado de el, y acariciando sus cabellos con ternura. Estaba muy preocupado por el. Sin embargo el enojo que sentía no se lo sacaba nadie. Deseaba con todas sus fuerzas tomar a Miguel de los hombros y sacudirlo con brusquedad y gritarle en la cara lo decepcionado que se encontraba de el.

No iba a engañar a nadie. Estaba decepcionado de Miguel. Muy decepcionado de lo que hizo. No se podía imaginar ver al chico en la tierra de los muertos. El esqueleto no podía dejar de pensar que hubiera ocurrido si no hubiera saltado y buscado a Miguel.

No podía soportar ver todo lo que hacia el chamaco para olvidar aquello que tanto insistía que estaba mal.

No importaba, el siempre estaría para Miguelito. No importaba que el niño se halla enamorado de el...¿Además quien no se enamoraría de alguien tan guapo, eh?

Una pequeña sonrisa surco sus labios, sin despegar sus ojos del rostro pálido del menor.

—Buenos gustos, Miguelin.—Dejo salir una pequeña risa, tomando la mano del chamaco con la suya.

La mano de Miguel estaba caliente, lo podía sentir. Una toalla blanca con agua fría estaba sobre la frente del pequeño musico. Era en estos momentos que Miguel necesitaba de los cuidados de su familia. ¿Y donde estaban? fuera de la casa, en algún lugar dejando al pequeño solo. Hector había podido escuchar la discusión de los padres de Miguel. No era que hubiera estado espiando, asomando su cabeza y traspasando la puerta con ella. No, claro que no.

Con sus propios ojos fue testigo de algo que le dejo bien sorprendido y es que...¡no esperaba que Enrique se pase de verga!

El hijo de puta le había dado una bofetada a Luisa, quien tenia una mano en su mejilla llorando, mientras con su otra mano sostenía su panza queriendo proteger al bebe que llevaba dentro. Aquello ya era el limite. Primero su chamaco y ahora la madre de Miguel. ¿Quien carajos se creía que era?

Esperaba que Miguel no volviera hacer nada estúpido si se llegaba a enterar de lo que sucedió mientras el estaba inconsciente. Dudaba poder soportar algún otro intento de suicido por parte del chamaco. Para colmo como si no fuese ya suficiente, Miguel no despertaba desde hace horas. Su respiración era lenta porque estaba dormido, pero debería haber despertado ya hace rato, eso comenzaba a desesperar a Hector. ¿Y si algo malo sucedía con su chamaco? 

Tal vez estaba solo exagerando un poco, un poquitito...¡¿pero que chingados sucedía con su niño que no abría los ojos y ni se movía?!

De acuerdo, el mayor comenzaba a perder su buen juicio al ver que no había reacción por parte del niño vivo.  Solo debía ser paciente. El era paciente. ¿Quien pensaba lo contrario?

Pues que se vaya a la verga quien pensara que el no era un hombre paciente. ¡Era muy paciente!

¿Sino como creen que todavía no mataba con sus propias manos a Miguel?

¿Ven que si es paciente?

Hector soltó la mano de dejando que esta se deslizara de la suya. Y miro con tristeza al niño.

—Creo que esta vez podría quedarme a cuidarte yo, Miguelito.—Susurro con algo de tristeza. Extrañaba la vocesita de Miguel gritando su nombre.

Se iba a quedar a velar por el niño. No tenia nada de malo, era su tataranieto y solo quería estar ahí para cuando despertara. No había nada mas oculto tras sus intenciones de quedarse en la habitación del pequeño. Hector solo veía al pequeño como alguien indefenso al que debía proteger sin importar que. A los ojos de Hector, el chamaco era el ser mas inocente y puro que tuvo la gracia de cruzarse en su camino. Con una sonrisa se acostó al lado del niño dormido. Seguramente no le importaría. Después de todo eran familia.

Lo miro por un momento, que se convirtieron en segundos, y segundos en minutos, hasta que parpadeo y sonrió un poco.

—¿Quieres que te cante una canción?—Pregunto en un susurro cerca del oído de Miguel.—Es tu favorita, chamaco...—Sonrió como si recordara algo.

Abrazo a Miguel, haciendo que de alguna manera el menor apoyara su cabeza en el pecho de el. Hector quedo boca arriba con la cabeza del chamaco sobre su pecho. Sus ojos se quedaron fijos en el techo del cuarto.

Recuérdame, hoy me tengo que ir
mi amor, recuérdame.

Volvió a sonreír mientras acariciaba el cabello de Miguel.

No llores, por favor
te llevo en mi corazón y cerca me tendrás

Su voz delataba la tristeza que cada estrofa abandonaba su boca. Era como si...

A solas yo te cantare, soñando en regresar.
recuérdame,

Sintió al pequeño Miguel moverse a la vez que un suspiro salia de sus labios. Hector siguió acariciando los cabellos del niño.

Aunque tengo que emigrar, recuérdame
si mi guitarra oyes llorar, ella con su triste canto
te acompañara.

Era increíble el sentimiento que aquella canción significaba para Hector, no se lo imaginaban. Cantar esa canción para su tataranieto no era un problema. Le encantaba. Tan solo le hubiera gustado que el chamaco le pudiera escuchar. Los ojos del mayor se cristalizaron.

Hasta que en mis brazos tu estés
recuérdame,..

Hubiera seguido cantando con gusto aquella hermosa canción que tanto le parecía que era el momento indicado para cantar de no ser que el menor comenzaba a moverse y a apretar con sus manos el saco de Hector. El esqueleto sonrió al ver abrir los ojos a su chamaquito.

—¿Papa hector?—Aquella pregunta que salio de los labios del menor dejaron callado por unos segundos a Hector.

—¿Puedes verme, Miguel?

Era todo lo que podía preguntar por ahora sin poder salir de su asombro.


Admito que esto quedo algo raro. ¿A ustedes que le pareció? por cierto, ¿por que piensan que Miguel puede ver a Hector?

Creo que luego de tantos caps tristes, merecían algo mas feliz(?

Recuérdame [Riveracest]Where stories live. Discover now