—Sí —espeto, ya molesto por la situación —si no te hubieras ido con ese tipo que podría ser tu padre te dieras cuenta de que me casé y luego me divorcié. Y muchas otras cosas que no pienso hablar contigo —paso a la par de ella y escucho los pasos de Natalie detrás de mí, cuando subo las gradas y estoy lo suficientemente cerca de mi puerta para encerrarme y no volver a ver atrás, Nat toma mi antebrazo y de un tirón me hace ver en su dirección.

—No vas a dejarla aquí, mucho peor en ese estado.

—Yo no le dije que se embarazara...

—David...

—Tampoco le dije que se fuera con aquel sujeto que apuesto ahora tiene la edad de Steve.

—Eso no es verdad, solo es diez años mayor que yo —la escucho pero finjo que no lo hago y pretendo que no está aquí.

—Quise retenerla y terminé en la cárcel por su culpa.

—¡Lo golpeaste!

—Dios, sólo fue un pequeño golpe en el ojo derecho.

—¡Después ibas a arrollarlo con tu auto!

—Él dijo que no necesitaba ir a la universidad —ya a este punto ni siquiera sé que volumen es el que tiene mi voz —quería mostrarle que el doctor que lo atendería en el hospital era alguien que sí fue a una universidad.

—Ya basta —espeta Natalie y suelto un suspiro pesado por lo absurda que debe verse esta escena. Solo quiero entrar a mi casa y meterme entre mis sábanas, olvidar el caos que se ha convertido mi vida antes de que se acabe el poco de cordura que me queda.

—Yo solo quería...

—No, Caroline —la interrumpo, cuando escucho que ha hablado, señalo con mi dedo índice en su dirección y creo que mi expresión denota la furia que siento justo ahora —es lo que tú querías ¿no es así? Que yo desapareciera de tu vida que no me metiera en tus decisiones, que tú ya eras mayor para tomar las riendas de tu vida. Ya verás que haces tú con tu accidente.

Caroline se suelta a llorar, maldita sea. Me llevo mi mano libre a mi cabeza en un gesto que se me antoja frustrado y desesperado. Me masajeo la sien e intento calmarme buscando paz en mi interior que no encuentro por ningún lado.

—Yo tengo un apartamento —escucho hablar a Natalie con la voz temblorosa, bajando las gradas en dirección a Caro —apenas tiene unos cuántos muebles, pero puedes sobrevivir con eso. Yo me iba a mudar hasta el fin de semana, pero puedo hablar con el dueño del edificio y decirle que puede iniciar el contrato a partir de hoy, puedes quedarte ahí mientras tanto.

—Natalie, por favor. Ella tiene que aprender que no todo en esta vida es tan fácil, que todo trae consecuencias y uno debe asumirlas.

—David, cállate —espeta Natalie y lo hago, pero no porque me lo ordene, si no, porque estoy molesto, tan molesto que puedo soltar palabras que no deba y aprieto mis labios en una raya recta para no gritarle y decirle lo inconsciente que es y lo ha sido todo el tiempo.

—Lo lamento, lamento mucho esto —la escucho decir a Caroline, sollozando. No digo una palabra, Natalie va hacia ella, se quita el abrigo y se lo pone sobre sus hombros, sé cómo es Natalie y no va a dejarla ir así por así; sin embargo, yo he hecho mi coraza porque de alguna forma tiene que entender que la vida no es fácil como ella cree —voy a trabajar, solo necesito un lugar para quedarme mientras encuentro otro.

—Por Dios, Caroline —suelto irritado —tienes apenas veinte años, no terminaste la universidad y este idiota ni siquiera pisó una ¿Cómo pretendes mantenerte en esta ciudad, con un bebé y un salario de camarera?

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Where stories live. Discover now