—¿Qué más sabes? —pregunto con indiferencia, la verdad no quiero que piense que me importa la plática por ella, pero tampoco mencionaré a Natalie.

—Me ha pedido el divorcio —trago fuerte —. Le pregunté si era porque quería estar con alguien más y me dijo en mi cara que sí.

No contesto, no hay nada que pueda contestar ¿Qué se supone que diga? Mi mente da mil vueltas en estas últimas palabras.

—Dijo que tenía una cita y no podía venir por mí ¿Puedes creerlo? —yo... aclaro mi garganta.

—Bueno, tú lo hiciste primero...

—¡No hables si no sabes nada! —espeta y me arrepiento haberla traído conmigo, no la miro, porque mi paciencia tiene un límite—. Él primeramente tuvo un lío con una tipa de su misma compañía. En esto no te mentí. Luego, salía todo el tiempo con una tal amiga, ¡Por Dios! ¡Qué estúpida era para ese entonces!

Suelto una risa, Natalie lo tiene en un pedestal.

—Vaya tortuga ninja....

—¿Qué?

—Nada, llegamos —digo, al estacionar frente a su casa y espero que baje, no, a ella no le abriría la puerta para que salga, nunca.

Ni siquiera la estoy viendo, sólo escucho el sonido de la puerta abrirse y segundos después sólo la observo rodear el auto y acercarse a mi ventana —Gracias, David.

Asiento en silencio, no cruzo palabras con ella, Andi ya no llama mi atención como alguna vez lo hizo, mucho peor cuando pienso en cuantas veces la besé y no sabía si la noche anterior le había dado una mamada a Camilo.

Qué asco.

Llego a mi casa y observo el pequeño auto de Natalie en el parqueo, lo cual me hace respirar con alivio el saber que está aquí. Camino en dirección a la puerta y justo al cruzar el umbral la escucho hablando por teléfono, bastante eufórica y se mueve de un lado a otro dejando unas cosas en un bolso. Justo al verme esboza una sonrisa y se aproxima a mí a grandes zancadas aún sosteniendo su teléfono contra su oreja.

—Llego en unos quince minutos —dice, no logro saber quién es, no sé con quién hablará y justo en ese momento las palabras de Andi resuenan en mi cabeza.

«Dijo que tenía una cita y no podía venir por mí»

Los labios de Natalie se presionan en mi mejilla mientras su brazo va alrededor de mi cuello, le sonrío a modo de respuesta pero esa sonrisa no me convence ni a mí mismo, veo que lleva unos simples vaqueros con botas y una blusa con mangas largas cuya tela deja vista de su abdomen, está alistando su bolsa y a la par está la caja que una vez Camilo le trajo.

—¿Vas a salir? —pregunto, una vez que ella ha terminado su llamada, está dejando su celular en su bolsillo y se gira levemente en mi dirección.

—Así es —lleva su bolso a su hombro. Toma su abrigo que estaba reposando en el sofá y camina a paso rápido en dirección a la puerta principal.

—Se te queda eso —ella se gira, señalo la jodida caja y ella esboza una sonrisa.

—Esa la llevaré mañana, he visto al hombre necesitado un par de veces y creo saber qué días exactamente se encuentra en ese lugar.

—¿Con quién irás? —no puedo evitar preguntar, aunque intento sonar indiferente, por la forma que ella arquea sus cejas me doy cuenta que no logré mi objetivo.

—Camilo va a acompañarme —me quedo viendo fijamente el maletín que he dejado sobre el sofá e intento hacer que buscaré algo dentro de él.

—Yo puedo ir contigo.

No la estoy viendo, estoy buscando no sé qué cosa dentro de mi maletín y lo único que se me ocurre es sacar un bolígrafo. Natalie no dice nada, sólo está parada ahí mirándome o eso siento.

—Llegarías tarde, mientras que mañana es el día libre de Camilo y puede...

—No —digo, caminando en dirección al sofá donde voy a sentarme luego de tomar mi portátil —yo puedo llevarte.

Ella no dice nada, siento su mirada en mi nuca cuando me dejo caer en el sillón, camina en mi dirección y se sienta a mi lado.

—¿Qué sucede?

—Camilo el casado no tiene porqué llevarte a ningún lado, no es su responsabilidad —la escucho reír un poco, en mi laptop comienzo a teclear cualquier cosa.

—Tampoco es tu responsabilidad.

—Lo es, hasta el día que firmemos los papeles de divorcio, Nat —la miro a los ojos, ella también me ve a mí. Aquí recuerdo que estamos solo a un paso del divorcio. Corto el contacto visual para ver el monitor de mi computadora —. ¿Dónde vas?

No responde de inmediato, así que ya sé cuál será la respuesta pero no llega. Cierro mi laptop y antes de ponerme de pie escucho su voz:

—Quedamos con unos compañeros en un lugar cerca de aquí.

Un simple jadeo es mi respuesta, ella se pone de pie antes que yo y añade.

—Es el cumpleaños de una de mis compañeras de trabajo y quiso hacer algo sencillo con algunos de nosotros.

Donde supongo que el maldito de Camilo el casado va a estar, qué clase de karma estoy viviendo que Camilo y yo tenemos que compartir las mismas mujeres.

—¿Quieres... venir? —su voz interrumpe mis pensamientos, miro en su dirección y ella está esperando mi respuesta —pero sí te pediría que te cambies de ropa, es algo casual y no quiero que seas el único con un traje Gucci.

Miro mi traje y la veo a ella.

—¿Qué tal si estoy orgulloso de presumir mi traje Gucci, Natalie? —ella sonríe. Aún está esperando mi respuesta, la verdad, me hago el difícil y comienzo a meditar en la pregunta.

—Voy a pensarla —digo, caminando en dirección a las escaleras, la verdad que sí voy a ir y ella lo sabe, pero me gusta sentirme importante.

—Si tú no vas, le diré a Ca...

—Dame diez minutos —escucho su risa. Ya no se tomará en serio que no me agrada Camilo. Y pienso, en los papeles de divorcio, una vez que estén firmados podrá salir con él las veces que se le dé la gana y yo no podré hacer nada al respecto.

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Where stories live. Discover now