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Simon

-Ni loco acepto esa mierda en mi apartamento. -Dijo apenas abrió la puerta el muy caballero. Lo miré ofendida por como acababa de llamar al animalito.

-No es una mierda Nate, es un perrito. -Me crucé de brazos sin soltar la correa del cachorro que me había encontrado en los botes de basura cerca de mi casa hace dos o tres horas atrás. Le calculaba unos tres o cuatro meses y era un precioso labrador de color negro, lo adoré en cuanto lo vi, de verdad. -¡No tiene donde quedarse!

Bueno, recopilemos, después del festival de música donde Nate me había declarado el eterno amor mientras me apretaba el culo públicamente, todos nos regresamos a Nebraska a continuar con nuestras nefastas vidas pero, con una minúscula diferencia, Nate y yo habíamos comenzado a charlar nuevamente (claro, después de unas 20 mentadas de madre de parte mía), no porque me apeteciera hacerlo o me hubiera dejado de doler lo que hizo sino que el era muy insistente y se tomaba bastante enserio el "voy a recuperarte, nena" pero por el momento la llevábamos tranquilos como amigos, es decir, sabíamos que no podemos ser exactamente amigos pero me gusta aprovecharme de la situación, justo como ahorita.

-No lo quiero, odio a los animales.

-Eso es raro porque hace dos meses te estabas tragando con uno. -Inevitable hacerle ese tipo de comentarios cada dos por tres, se lo merece, lo siento. Escuché a su compañero, Dillon soltar una risa desde la cocina. -Mira, no te lo pediría si no fuera necesario, apenas lo vi me robó el corazón, velo ¡es un bebé! y bueno, sabes que no puedo tenerlo en casa por el asma y esas cosas.

Continúe con mi cara de pena a ver si así lo convencía. El muy idiota ni siquiera me dejaba pasar aún y me pareció tierna la manera en la que los perros se veían mutuamente, con una pizca de "te odio pero lo hago por ella" que me derritió el corazón, cuando suspiró me di por enterada de que había aceptado tenerlo.

-¡Gracias! -Solté la correa del perro para que corriera dentro de su nuevo hogar y abracé a Nate hasta que considerara que comenzaba a tornarse rara la situación. Escuchamos un quejido dentro de la cocina que nos separó de inmediato, Dillon salió de la misma y con un gesto desinteresado nos dijo:

-El perro se cagó.

Cigarette || Nate Maloley EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora