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Simon
-¿Desde cuando tienes asma? -Me preguntó cuando había terminado de llevar a mis amigas a sus casas, Dillon venía en el asiento de atrás pero no parecía importarle nuestra banal conversación en lo más mínimo.
-Desde los dos años. -Cuando me di cuenta de que había sido una respuesta muy corta, agregué: -Mis papás nunca atendieron el problema, fue complicándose.
Asintió sin despegar la vista del frente lo cual agradecí, para ser madrugada las calles estaban bastante transitadas, manejó en dirección a mi casa, puntué el hecho de que aún recordaba por donde vivía pero tampoco me emocioné tanto, cualquier buen conductor lo haría. Por un segundo creí que si me llevaría a la suya como lo propuso afuera del bar, pero ahora compruebo que fue solo una estupida broma para hacerme desatinar. Y vaya que si lo hizo.
-O sea que ¿Nunca has fumado ni un cigarro? -Habla del tabaco como si fuera su razón para abrir los ojos por las mañanas y de hecho, ni siquiera lo dudo. Su ansiedad lo debe estar matando.
-No -Negué con la cabeza y continúe, nuevamente tratando de no ser cortante. -Ademas me parece absurdo y el olor es insoportable.
Mentira. El olor del tabaco me gusta, combinado con menta, así, justo como hueles tu.
Chasqueó la lengua y me lanzó una mirada divertida, en segundos regresó su mirada a las calles. Nos quedamos en silencio durando un rato.
-¿Desde cuando fumas? -Mi mamá estaría orgullosa de que estoy logrando tener una conversación fluida con una persona real y que no es necesariamente mi amigo de toda la vida. Siempre dice que debo ser más social, que no todo lo voy a lograr con mi cara bonita.
Pero yo creo que he logrado bastante solo con mi cara bonita...
-No mucho, tres años, quizás cuatro. -Quise preguntarle cuantos años tenía, pero limité a mi curiosidad.
-Tres o cuatro años son más que suficientes para que te diagnostiquen cancer. -Murmuré mas para mi misma que para el pero se rió bien fuerte, como si estar enfermo fuera la cosa mas divertida del mundo.
Después de nuestra plática el camino a mi casa fue rápido, revisé la hora en la pantalla de la camioneta, las 3:48 a.m. Volteé a ver a Dillon para despedirme de el pero el chico iba cómodamente dormido babeando en el asiento de cuero. Nate también volteó y negó con la cabeza.
-Buenoo...-Alargué mi palabra tratando de que la despedida no fuese tan incomoda. Nate me veía con una sonrisa de lado esperando a que dijera algo. -Nos veremos por ahí, supongo.
