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Una vez en mi casa, cuando me aseguré que Dillon estuviera en sus cinco sentidos para permitirle llevarme en su auto no pude hacer otra cosa mejor que tomar una ducha; dediqué el tiempo necesario para que mis estragos mentales no hicieran explotar mi cabeza y salí del baño. Mi mamá estaba sentada en mi cama, seria, quizás molesta.

-El hecho de que hayas vuelto con el no significa que tengas que desaparecerte toda la noche.

-¿De que hablas mamá? - Le pregunte sin dejar de buscar ropa en mi armario.

-¡De Nate! El me lo dijo.

-Mamá, yo no he... -Cerré la boca al instante tratando de no cagarla, y me mentalice a mi misma de que si decía más, las cosas empeorarían. -Tienes razón, lo lamento, me dejé llevar.

Asintió y me atrajo en un abrazo abrazo que yo acepté algo incomoda.

-Me alegro que hayan arreglado las cosas.

-Yo también mamá...

Nate

Volví a dejar el celular en el escritorio sin animarme a mandarle un mensaje. Realmente me sentía como un maldito cobarde pero la preocupación me estaba consumiendo. Dillon la había dejado en casa hace mas de una hora pero quería estar completamente seguro de que se encontraba bien.

Stew entró a mi oficina con su tablet en la mano y se sentó frente al escritorio, me miró con sus enormes ojos.

-¿Eres un idiota?

Quise responderle que si.

-¿Por qué preguntas eso?

-Porque ya no eres novio de Simón, es de idiotas dejar a una chica tan bonita hermano.

-¿Quién te dijo que rompí con Simón?

-No hace falta que me digan, soy inteligente y tu pareces popó sin ella.

No le dije nada pero tomé el celular de vuelta, entré a su contacto y le mandé un mensaje. Claramente ella me dejó en visto pero son cosas que no te importan si estás enamorado.

Cigarette || Nate Maloley EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora