Tras cerrar el portal de comunicación con la dama, Cedric sintió una gran presión sobre su corazón. Se sentía culpable por no confesarle a Nina que nunca la había amado. También lo atormentaba mucho el haberle escondido a Dahlia el hecho de que estaba comprometido. Pero ahora no era el tiempo ni el lugar para desgastarse la mente pensando en ello. Tenía que ahorrar fuerzas para usarlas cuando saliera de allí. Su adorada rubia necesitaría de él con sus capacidades físicas y mentales al máximo, así que decidió cerrar sus ojos e intentar dormir un poco...

Bianca continuaba reposando sobre la mullida cama de su habitación. Todavía la envolvía un estado de gran éxtasis tras haber experimentado un emocionante reencuentro onírico con aquel amable chico tan apuesto. No podía creer que había logrado verlo de nuevo. Estaba un tanto desilusionada por no haber sido capaz de conocer su nombre ni de decirle el de ella, pero eso no le restaba ni un ápice de esperanza. "Sé que él no se va a olvidar de mí. Vendrá a buscarme, estoy segura de eso", farfullaba la ilusionada chica. Mientras ella seguía fantaseando con Milo, unos suaves golpecitos en el vidrio de su ventana la sobresaltaron.

—¿¡Quién anda ahí!? Si no se identifica rápido, llamaré a la policía —espetó nerviosa, con la voz trémula.

Una cerúlea figurilla humanoide de alborotada melena rosa, con una estatura que no sobrepasada los cincuenta centímetros, se abrió paso hasta llegar al borde de la cama en donde la muchacha yacía acostada. Sus romboidales ojos escarlata la miraban sin parpadear, llenos de apacibilidad.

—No temas, pequeña Linvetsi. Vengo de parte de una de las cinco gloriosas Orankel, la magnificente Nina. Ella te solicita que la honres con tus servicios —afirmó la extraña mensajera.

—No entiendo nada de lo que está diciéndome. Y mi nombre no es Linvetsi.

—¡Oh, discúlpame! Había olvidado que no te ha sido revelada tu verdadera naturaleza. Permíteme aclararte mis palabras... Tu difunta madre formaba parte de una raza muy especial, las Linvetsi. En la antigüedad, estas mujeres se encargaban de limpiar a la Tierra y a todos sus habitantes de las impurezas físicas y espirituales. Hoy en día, ellas se han visto obligadas a permanecer ocultas entre los humanos, debido a que existe un grupo de malvados seres que las están buscando para asesinarlas. Tanto tú como las restantes doncellas de tu especie poseen un poderoso sello de camuflaje que no puede ser roto a menos que la portadora decida deshacerlo de manera voluntaria. Eso es lo que te ha mantenido a salvo hasta este día.

Bianca abría y cerraba la boca una y otra vez, pero todas las frases que se le venían a la cabeza se le quedaron atascadas en lo más profundo de su garganta. De no ser por la secuencia de experiencias sobrenaturales que se habían estado dando unos cuantos días atrás, ella jamás hubiese creído en nada de lo que la emisaria de Nina le estaba explicando.

—Comprendo tu sorpresa ante las importantes noticias que acabo de darte. Te daría tiempo para asimilarlas, pero por desgracia no podemos desperdiciar ni un solo segundo más. Hay un joven príncipe cuya vida depende de que lo ayudes.

Aunque todavía se le dificultaba articular las palabras, Bianca hizo un esfuerzo para formular unas cuantas preguntas, dado que su curiosidad era más grande que su temor.

—¿Un príncipe? ¿De qué país es él? En estos tiempos ya casi no hay príncipes. ¿Y qué podría hacer yo para ayudarlo?

—Este príncipe no habita en la Tierra. Y créeme, eres la única que puede hacer algo por él.

—¿Cómo voy a poder socorrerlo, si él ni siquiera está dentro de este planeta?

—Eso no es un obstáculo para tus poderes. Es más, ya has utilizado tus habilidades.

La Legión de los Olvidados [Saga Forgotten #1]Where stories live. Discover now