Los deseos de Kylmä

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Al ser Kylmä uno de los cuatro dragones estacionales, tenía el derecho de pedirle un deseo a la emperatriz Belldandy cada vez que se daba una alineación planetaria. Luego de fundar la Orden del Péndulo Celestial, llegó a sentir un inconmensurable cariño hacia aquellos hombres y mujeres que había elegido. Por esa razón, estaba planeando utilizar la próxima petición a la soberana de las Joutsen a favor de ellos. Pretendía pedir que los siete jóvenes fuesen transformados en estrellas, siendo la constelación que cada uno prefiriese su nuevo hogar. De esa forma, la muerte nunca podría llevárselos y ellos podrían venir a visitarle cuando lo deseasen, pues estaba seguro de que Raki accedería muy gustoso a abrir el portal entre la Tierra y las galaxias para darles paso a aquellos bondadosos jóvenes en cualquier momento.

Con la trágica partida de la tierna Syphiel, los otros seis integrantes de la Orden quedaron contristados hasta los huesos. Quien más sufrió con su partida fue el propio Kylmä, puesto que no esperaba que una de sus elegidas fuese arrancada del mundo de los vivos sin previo aviso, estando a punto de llegar el día en que Belldandy la convertiría en una estrella. Sus buenas amigas, las Sílfides del Atardecer, ponían todo su empeño para hacerlo sonreír de nuevo. Lo invitaban a múltiples fiestas y banquetes, pues quizás así la pena de su corazón se diluyese un poco. Los esfuerzos de aquellas beldades eran inútiles, ya que nada ni nadie podía llenar el vacío que había dejado la muchacha. Y como si el fallecimiento de Syphiel hubiese sido poco para la destrozada alma del dragón, enterarse de que la pequeña e inocente Nahiara, el fruto del vientre de su adorada escogida, había sido tomada por un Nocturno, terminó por devastarlo.

Sus deberes como dragón invernal lo habían mantenido muy ocupado y alejado de los integrantes de la Orden. Para las fechas en que la vida de Syphiel comenzó a peligrar, Kylmä estaba tan inmerso en sus asuntos que no se percató de ello. Se culpaba por no haber estado presente para auxiliarla cuando fue perseguida por los soldados y los aldeanos. Ni siquiera pudo acompañarla durante su dificultoso parto y estaba seguro de que con sus poderes hubiese podido encontrar una manera de salvarle la vida. Además, él jamás hubiese dejado desprotegida a Nahiara, sino todo lo contrario: la habría cuidado como si fuese su propia hija. Pero llegó demasiado tarde, cuando ya no existía ningún recurso que pudiera detener aquella cadena de desgracias, la cual sin lugar a dudas iría de mal en peor.

Aunque su alma estaba de luto, el dragón mantuvo la promesa que había hecho y pidió que los seis elegidos restantes fuesen transformados en estrellas. Debido a la bondad demostrada por Kylmä al utilizar su deseo para beneficiar a otros, Belldandy decidió que él se merecía ser recompensado con un deseo adicional. Después de meditar a consciencia acerca de ello, por fin el amo del invierno comunicó su segundo deseo a la emperatriz.

—¡Oh, amada emperatriz de Orión, señora mía! Estaré agradecido para toda la eternidad contigo por este inmenso regalo que me haces al permitirme hacerte una segunda solicitud. Si es agradable a los oídos de mi ama, séame permitido entregar mi autoridad de dragón estacional a alguien más, para así poder convertirme en un Valaistu. Es mi culpa que la hija de Syphiel haya fusionado su alma con la de un Nocturno. Creo que ser un ayudante más de Raki y los suyos podría ser el único medio a mi alcance para salvar a la chica y a la humanidad de ser consumidas por la maldad.

—Si estás seguro de que eso es lo que tu corazón anhela, que así sea entonces, noble protector invernal.

—¡Infinitas gracias le doy por concedérmelo, mi señora!

El azulado dragón bicéfalo de alas blancas fue transformado, tal y como él lo deseó, en un ser humano mitad elfo. Raki lo aceptó de muy buena gana en las filas de los Valaistu, las cuales para ese entonces ya comenzaban a hacerse pequeñas. Pocos años después de la transfiguración de Kylmä, aconteció una desgracia más en su vida. Raki cayó enfermo de gravedad y no parecía capaz de recuperarse. ¿Qué haría ahora? La humanidad estaría perdida si no había quienes contrarrestasen la supremacía de la poderosa Legión de los Olvidados. Sin la pureza del corazón del elfo, las escasas esperanzas de salvar el alma de Nahiara eran casi nulas. Sin embargo, Kylmä no se iba a dar por vencido de buenas a primeras. Todavía le quedaba una última estrategia a la cual recurrir.

La Legión de los Olvidados [Saga Forgotten #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora