Conexión

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Dahlia estaba muy confundida y un tanto asustada tras el incidente en el cual creyó escuchar el distante grito ininteligible de alguien que parecía querer comunicarse con ella. A pesar de que no era capaz de recordar ni un pequeño fragmento de algún encuentro o una conversación en donde estuviese presente la persona que le hablaba, ese dulce timbre de voz le pareció muy conocido. Desde el centro de su pecho, un reconfortante calor comenzó a expandirse con rapidez. La totalidad de su organismo experimentaba una rara sensación de apego hacia quien quiso darle un mensaje que, por desgracia, nunca llegó completo a sus oídos. Cual cálido sol veraniego de potentes rayos que se posan sobre los ligeros cuerpecillos de las alegres aves silvestres, así fue para la joven la imborrable impresión ocasionada por el sonido de la voz que le era desconocida y tan familiar al mismo tiempo. Sentía como si aquella persona hubiese estado siempre a su lado, apoyándola y viéndola crecer. Su corazón le indicaba que había existido un prolongado contacto cercano entre ellos, cuyo recuerdo no podía ser borrado del todo de ninguna manera.

—Oye, Nahiara, pareces distraída. No deberías permitir que tu mente desperdicie su energía en esfuerzos infructuosos. Mejor enfócate en el complejo proceso que tienes frente a ti. Lo único que debe preocuparte ahora es la adecuada selección de los recuerdos —aseveraron al unísono ambos bulbos.

—Pero... ¿qué es lo que acaba de suceder? Estoy segura de que alguien quería hablar conmigo. Incluso escuché un ruido similar al de un vidrio resquebrajándose. Algo muy extraño está ocurriendo —manifestó la rubia, con el ceño fruncido y la mirada inquieta.

—No ha pasado nada fuera de lo que es común. Estás siendo probada de muchas maneras distintas, así que no deberías alarmarte por un simple bullicio lejano que ni siquiera te afectó.

—Me parece que conozco a esa persona... ¿Están seguros de que esto es normal?

—Claro que estamos seguros. Ignora ese asunto de una buena vez y continuemos con tus pruebas, ¿de acuerdo?

—Al parecer, no existen muchas opciones de dónde escoger... Entonces, no me queda más remedio que obedecer sus órdenes.

—Muy bien, ese es justo el comportamiento que esperábamos de ti. Las verdaderas damas saben que deben aprender a guardar silencio y sujetarse a la autoridad. ¡Las mujeres sumisas son las mejores de todas! Nos alegra que hayas comprendido a cabalidad cómo actuar de manera correcta. ¡Síguenos, por favor!

Un abrumador deseo de proferir variados improperios se apoderó de la chica. Aquella prepotente pareja de imitaciones de cebolla la sacó de quicio con ese despectivo comentario hacia el género femenino. "¡¿Cómo se atreven a hablar así?! ¡¿Acaso creen que las mujeres debemos ser tratadas como si fuésemos seres inferiores?!" pensó iracunda para sus adentros. La chiquilla repudiaba la discriminación en cualquiera de sus manifestaciones, pero pocas cosas la incomodaban más que toparse con gente cuyos pensamientos privilegiaban a los hombres por encima de las mujeres o viceversa. No obstante, ella estaba consciente de que no sería nada prudente ni ventajoso confrontar a los bulbos, dado que enojarlos podría significar la pérdida permanente de las preciadas memorias que ellos tenían en su poder. Por lo tanto, inhaló y exhaló de manera profunda en repetidas ocasiones al tiempo que cerraba los ojos, con lo cual logró mantener a raya sus enormes impulsos de desquitarse, los cuales habían estado a punto de aflorar.

Las dos pequeñas masas bulbosas avanzaron hacia adelante, dando saltos cortos pero muy veloces. La muchacha apenas tuvo tiempo de alcanzarlas. Conforme se desplazaban, el ambiente iba perdiendo poco a poco su aire de tenebrosidad. No tardaron en llegar a un sitio de escasa iluminación, pero al menos se podía ver con mucha mayor claridad que en la zona de la cual habían salido. Se trataba de una estrecha estancia abovedada, con ásperos muros pintados de una enfermiza tonalidad grisácea. Dicha habitación estaba desprovista de muebles, ventanas, puertas u ornamentos. Lo único que se alojaba en su interior era un gran hoyo negro giratorio. Este se ubicaba en el suelo, justo en medio del recinto. Dahlia se aproximó a paso lento, puesto que el movimiento oscilatorio de aquel extraño agujero le producía un ligero vértigo.

La Legión de los Olvidados [Saga Forgotten #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora