El Páramo de la Ira, Parte I

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Lo primero que Dahlia pensó al contemplar los interminables cúmulos rojizos de la finísima y brillosa arena fue que se iba a quedar ciega muy pronto. Una especie de navecilla verdosa en forma de cubo se paseaba de un lado a otro por el despejado cielo amarillo. De ella emanaba un potente resplandor naranja que bañaba la totalidad de las arenas con sus rayos. Aquella irritante luz rebotaba sobre los gránulos y le producía una desagradable sensación en sus sensibles pupilas, como si se le estuviesen calcinando con gran lentitud. Además, un martilleo acelerado en las sienes la hacía imaginar que su cabeza muy pronto explotaría en miles de pedacitos. Lo más extraño de todo era que ese molesto haz de luz no le hacía sentir calor en ninguna otra parte de su cuerpo que no fuesen sus ojos. Optó por cerrar sus párpados durante unos segundos, e instantáneamente sintió un enorme alivio.

"Según parece, ese artefacto fue fabricado con el objetivo de evitar que saque partido de mi capacidad visual mejorada," analizaba la rubia para sus adentros. "Si no puedo utilizar mi vista, deberé agudizar el resto de mis sentidos." Abrió una diminuta rendija de sus ojos por unos instantes muy breves, intentando divisar alguna señal, por más pequeña que fuese, que le indicara hacia dónde debía dirigirse. Un minúsculo punto titilante de tonalidad blancuzca en lontananza captó su atención. Antes de que pudiera precisar su origen y ubicación exacta, la navecilla emitió un agudo pitido y comenzó a alumbrar con muchísima más intensidad que antes. Mantener los ojos cerrados ya no era una opción, sino una obligación que debía cumplir sin falta, pues esa era la única posibilidad que tenía de conservar sus preciados orbes a salvo de aquel dañino centelleo.

No había ninguna pared, roca o árbol que pudiese tomar como punto de referencia para determinar si estaba avanzando un poco o si solo caminaba en círculos. No corría ni un leve atisbo de brisa ni se escuchaban ruidos de ninguna clase. Todo el paisaje denotaba completa esterilidad, como un pueblo fantasma. El único objeto animado en medio de la aridez sepulcral de ese sitio era ese despiadado cubito verdoso, no más grande que un perro pequinés maltés, el cual se empecinaba en revocarle su derecho a ver. Dahlia estaba muy desconcertada, y la impaciencia que la caracterizaba ya hacía su aparición estelar. ¿Qué era lo que tenía que hacer? No era posible pasar una prueba si no podía desplazarse o atacar de alguna manera a la cruel ladrona de su facultad visual. La cabeza estaba comenzando a pesarle y su respiración estaba muy agitada. "¡¿Qué quieren de mí?!" gritó la chica, hecha una furia. Se dejó caer de rodillas sobre la arena y la acribilló a puñetazos mientras vociferaba amargada.

—¡Ya cálmate, niña! Deja los berrinches y lloriqueos para tu madre, quien de seguro es la única persona que puede aguantarte semejantes desplantes, mocosa insolente. ¡A mí me respetas! —le reclamó una exasperada voz grave, de procedencia desconocida.

—¿Quién rayos eres para venir a decirme cómo debo comportarme? —replicó la rubia, con el rostro contraído y las mejillas sonrosadas por el súbito ataque de ira del que se había permitido ser presa fácil.

—¿Te rindes así de fácil? No te has tomado la molestia de respirar profundo y sentarte a pensar un poco. La primera vez que te topas con una dificultad y ya te pones a patalear y soltar improperios. ¿Qué clase de nenita mimada eres? Apuesto a que no tienes ni idea de cómo cambiarte el pañal que acabas de ensuciar en medio de tu rabieta y eso te desespera, ¿cierto?

—¡Cállate! No me importa lo que pienses de mí. No pedí tu opinión ni tus consejos baratos, así que lárgate de una buena vez y déjame en paz. ¡Yo puedo con esto sola! Y además... ¡No soy una nenita mimada!

Gruesas lágrimas recorrían el colérico rostro de la rubia, quien tenía el juicio tan nublado por sus emociones negativas que no se había preguntado a quién pertenecía la vocecilla regañona y autoritaria que la desafiaba.

La Legión de los Olvidados [Saga Forgotten #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora