En lo profundo

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Cuando por fin pudo salir del lóbrego mundo del desvanecimiento, Dahlia no podía moverse. En vano trató de hacer que sus extremidades respondiesen a las órdenes dadas por su turbado cerebro. Su cuerpo parecía de piedra, como si hubiese sido puesto en una especie de animación suspendida, y su respiración era muy débil. Sólo podía parpadear o girar sus ojos. En cualquier dirección que mirase, no se distinguía más que una densa oscuridad. No tenía ni la más remota idea de dónde se encontraba o cómo había llegado allí. Largas horas de zozobra pasaron, siendo el silencio sepulcral y las abrumadoras tinieblas las únicas acompañantes de la rubia. Múltiples hilos de hielo en forma de sudor se deslizaban por cada centímetro de su piel al tiempo que los irregulares latidos de su corazón le indicaban que sus pulmones necesitaban muchísimo más oxígeno del que ella les estaba dando. De manera involuntaria, se le escapaban copiosos ríos de amargas lágrimas que le bañaban por completo sus endurecidas mejillas, pero no era capaz siquiera de emitir un débil sollozo. Estaba al borde del desvarío, presa de una terrible impotencia. Sin embargo, se negaba a morir sin saber qué o quién le estaba causando semejante sufrimiento. Ese pensamiento la ayudaba a asirse de la cordura y a soportar las desesperantes condiciones en las que se encontraba.

Con cada minuto transcurrido, uno de los cimientos de la débil esperanza que la chica conservaba en su interior se resquebrajaba. Pero cuando creyó que todo estaba perdido, pudo divisar la silueta de una asombrosa bestia luminosa en la lejanía. No se desplazaba caminando ni tampoco parecía estar volando... ¡estaba nadando! Lo supo en cuanto vio que varias burbujas circundaban al colosal animal con cada uno de los movimientos que este hacía. "¿Cómo es posible que yo pueda respirar bajo el agua?" se cuestionaba Dahlia. No obstante, esa no era la interrogante que más la inquietaba. A medida que la criatura se le acercaba, pequeñas descargas eléctricas transitaban como locas a lo largo y ancho de sus rígidos miembros. Jamás había visto o tan siquiera imaginado algo similar a aquel imponente ser, e ignoraba si el motivo de su visita era tomarla como alimento o si nada más pasaba por allí de manera casual. Sin importar cuál fuese la razón, la joven estaba a unos escasos instantes de recibir las respuestas a sus interrogantes.

El rostro del majestuoso habitante de las aguas mostraba algunos rasgos faciales que guardaban un ligero parecido con los de un ser humano. Sus redondos y penetrantes ojos nacarados lucían muy serenos. No tenía cavidades nasales y la línea de su boca era casi imperceptible debido a la ausencia de labios. Una enmarañada melena de tono azul verdoso le cubría las espaldas en su totalidad. Su fibroso cuerpo translúcido exhibía cuatro largos brazos a la derecha y cuatro a la izquierda. Cada uno de estos estaba recubierto de gruesas escamas amarillentas y contaba con un par de tenazas semejantes a las de un crustáceo. Todos ellos se contorsionaban sin pausa, cual si fuesen serpientes enfurecidas. Diez onduladas lengüetas localizadas en la parte inferior de su figura lo propulsaban hacia adelante, girando como una hélice, en completa sincronía y con una rapidez increíble. El blanquecino resplandor que se proyectaba a varios metros de la criatura ahuyentaba a otros seres de menor tamaño que deambulaban por la zona.

Llegado el momento en el cual la enorme bestia se topó frente a frente con la chica, ella ya no tenía espacio en su cabeza ni para un solo pensamiento más. El pánico le consumía las entrañas y aún seguía sin poder moverse. Apretó los párpados con todas sus fuerzas, pues no deseaba contemplar cómo era desmembrada por aquel gigante de quince metros, según sus cálculos. Para su sorpresa, el coloso jamás la atacó. Sólo se quedó mirándola a los ojos mientras dada vueltas en torno a ella. Unos minutos después, la criatura se decidió a actuar, la sujetó con suavidad entre sus múltiples extremidades superiores y entonces empezó a nadar hacia arriba. Dahlia sintió que su cuerpo se destensaba y que ahora podía respirar con naturalidad. Todo el tiempo había estado en el interior de una burbuja acrisolada, pero no había podido percatarse de ello antes a causa de la pesada oscuridad y de su incapacidad para moverse.

La Legión de los Olvidados [Saga Forgotten #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora