Reencuentro

10.9K 446 207
                                    

Toda la familia Bustamante González estaba más que acostumbrada a lidiar con la tendencia enfermiza de Bianca. Desde que era muy pequeña, sus problemas de salud respiratoria limitaban mucho su vida social. Casi nunca podía salir a jugar con sus vecinos o sus primos, aunque lo deseaba con vehemencia. Para su desdicha, varias veces cada semana, los severos ataques asmáticos la dejaban exhausta y débil. Pasaba incontables horas recostada en la cama del hospital local, con una aparatosa mascarilla cubriéndole la mitad el rostro. A través del nebulizador, la pobre chiquilla recibía poco a poco el fino vapor de los variados medicamentos que le eran suministrados para detener y revertir la inflamación de sus vías respiratorias. Cada uno de los músculos de su delgado cuerpo llegó a estar muy deteriorado debido a la falta de actividad física que se daba como consecuencia de sus padecimientos pulmonares crónicos. El frágil corazón de la chica no resistía ni siquiera una breve caminata a paso rápido sin que eso le ocasionase una fuerte agitación, un insoportable dolor en el pecho y unas molestas sudoraciones...

Una fría tarde de diciembre, Manuel, el padre de Bianca, propuso llevar a su pequeña en el automóvil familiar para que se quedase a dormir por dos noches en casa de sus abuelos paternos. La niña acababa de cumplir los once años, y ese viaje fue planeado como parte de su regalo de cumpleaños. Lucrecia estuvo de acuerdo con su esposo, pero decidió no acompañarlos a él y a su hija debido a que ella tenía un importante compromiso laboral que atender en esos días. La señora se despidió de ambos con gran efusividad, y le mencionó a su cónyuge que lo llamaría más tarde para saber cómo les había ido durante el largo trayecto.

Estando a sólo unos pocos kilómetros de llegar a su destino, el señor Bustamante se distrajo por unos segundos al escuchar el timbre de llamada de su teléfono celular. Lo había guardado en algún recóndito rincón de su maletín ejecutivo. Dicha valija reposaba sobre el asiento del copiloto, así que él desvió su mirada en esa dirección. "Debe ser Lucrecia, y no quiero perder su llamada. ¿Dónde puse ese ruidoso celular? ¿Dónde está? ¿Dónde está?" fueron los últimos pensamientos que poblaron la mente del distraído hombre, pues sus días llegarían a su fin esa mismísima noche. En un abrir y cerrar de ojos, una camioneta cargada de verduras se le apareció justo en frente. Al tratar de esquivarla, Manuel perdió el control de su vehículo y chocó de lleno contra un poste del alumbrado público. El hombre falleció de forma casi instantánea en el lugar, pero Bianca sobrevivió...

No obstante, la chica no salió ilesa de ese terrible incidente. Tenía múltiples contusiones y cortaduras en sus extremidades superiores, varias fisuras en cuatro de sus costillas y un significativo trauma emocional al haber presenciado la muerte de su progenitor. Fue llevada a la sala de urgencias, pues además de las lesiones ocasionadas por el accidente, se le desató el peor de sus ataques asmáticos. El flujo de oxígeno hacia sus pulmones se vio interrumpido, dado que tenía las fosas nasales y la cavidad bucal bloqueadas en su totalidad por la hinchazón y el exceso de mucosidad. Comenzó a fibrilar y, a los pocos minutos, su corazón se detuvo. Trataron de reanimarla de todas las maneras posibles, pero todo fue en vano. La única opción que los médicos encontraron para salvarle la vida era hacerle un trasplante cuanto antes. Aprovechando que el señor Bustamante poseía el mismo tipo de sangre que su hija, los cirujanos decidieron tomar su corazón para dárselo a la niña. La situación era desesperada, por lo que no hubo tiempo de solicitar el consentimiento legal de ningún familiar del difunto.

Después de ocho horas de angustia en la sala de operaciones, los tres especialistas en cirugía cardíaca que atendieron el delicado caso de la frágil jovencita finalizaron la delicada intervención quirúrgica con gran éxito. Mantuvieron a la pequeña en la sala de cuidados intensivos, a la espera de la reacción de su organismo ante el trasplante. Mientras tanto, a las afueras de aquella habitación, la señora de Bustamante recibía la fatídica noticia de lo sucedido con su esposo y el esperanzador informe en cuanto a la vida de Bianca. La mujer se echó a llorar a lágrima viva. Una mezcla de dolor, rabia y resentimiento afloraron en la parte más profunda del alma de la sufriente dama. Por su incondicional amor hacia Manuel, ella había aceptado cuidar de la hija de él como si fuese su verdadero retoño. El hombre había enviudado cuatro años antes de casarse con Lucrecia, cuando la pequeña contaba con apenas siete años. Aquella mujer podía aceptar convivir con la mocosa si era por causa de su amado, pero si él ya no estaba, seguir tratándola bien le resultaba algo odioso. "¿¡Cómo es posible que mi Manuel se haya ido!? ¿¡Por qué no murió Bianca en su lugar!? ¡Jamás podré perdonar a esa estúpida niña!" monologaba para sus adentros, hecha una furia.

La Legión de los Olvidados [Saga Forgotten #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora