Desde ese día en adelante, el trato de la viuda de Bustamante hacia Bianca se fue volviendo cada día más hostil. Ver a la chiquilla viva le recordaba a Lucrecia que su esposo se había ido. Culpaba a la niña del accidente, dado que el viaje que se transformó en desgracia se había llevado a cabo para complacer a la chiquilla en su cumpleaños. Y las cosas se ponían aún peores cuando la mujer se acordaba de que la chica seguía existiendo gracias al corazón de Manuel. Estar consciente de ese hecho le carcomía las entrañas y hacía que su desmesurada repulsión hacia la inocente Bianca continuara desarrollándose. Los amargos gritos y el maltrato físico eran el pan de cada día tras las puertas de la elegante residencia que recibieron como herencia de parte del finado Manuel. Aunque la salud de la muchachita había mejorado bastante luego del trasplante, el nocivo ambiente familiar no le permitía progresar de verdad. Un gigantesco desasosiego terminó por apoderarse de su entero ser, convirtiéndola en una persona muy insegura y triste...

El día del encuentro onírico de Bianca con Milo fue lo que marcó un antes y un después en su desdichada vida. La sensación que le provocaba pensar en él no se parecía a ninguna de las grises emociones a las que estaba tan habituada. Conocer a ese joven afable y sereno le había demostrado que no estaba condenada a sufrir por el resto de sus días. Y por una extraña razón que no terminaba de comprender, estaba muy segura de que el bólido rojizo que atravesó el cielo mientras ella lo contemplaba no podía ser otra cosa que ese chico. La presencia de aquel muchacho desencadenaba en ella una serie de fuertes emociones que le alteraban el funcionamiento de su cuerpo, pero de una manera muy agradable. Nunca pensó que un simple chaval pudiese convertirse en el motivo principal del renacimiento de su quebrantado espíritu...

La jovencita todavía yacía recostada en el piso de su habitación, con los ojos cerrados. No le quedaron fuerzas para levantarse tras el súbito despliegue de energía que había manifestado. No entendía qué era lo que le acababa de suceder, pero casi podría jurar que ese acontecimiento estaba relacionado de alguna forma con ese enigmático chico que tanto anhelaba conocer. "¿Quién es él? ¿Cómo es capaz de hacer semejantes cosas si ni siquiera nos hemos visto cara a cara? ¿En verdad existe o me lo estoy inventando para consolarme?" se interrogaba ella en la privacidad de su mente. A pesar de que estaba muy contenta con los positivos cambios en su estado de ánimo, todavía albergaba numerosas dudas con respecto a la verosimilitud de la situación. No le parecía algo racional de su parte el asegurar que quienes aparecen durante los sueños son reales, y mucho menos se sentía en capacidad de afirmar que un chico común y corriente pudiese volar. "Tengo muchísimo miedo de estar volviéndome loca", susurraba para sí.

Mientras tanto, Milo continuaba vagando por todos los rincones del planeta, sin obtener señal alguna que le indicase la ubicación exacta de la chica que estaba buscando. El gemelo de Dahlia estaba comenzando a impacientarse. Decidió regresar a donde se encontraba Emil, pues quizás él hubiese descubierto alguna novedad que les ayudara en la consecución de su dificultosa tarea. Cuando el jovencito entró en la estancia principal de la cabaña, el señor Woodgate se encontraba consultando vía Internet una amplia gama de artículos de revista y libros relacionados con el tema de las conexiones oníricas y los sueños lúcidos.

—¡Ay, papá! Ya no sé qué más hacer para encontrar a esa muchacha. ¿Cómo voy a saber en dónde está si no puedo sentir su presencia? La Tierra resulta ser un enorme escondite cuando no se tienen pistas. ¡Dime que has encontrado algo que nos pueda servir, por favor! —clamó el chico, con un tono de súplica desesperada.

—¡Por favor, tranquilízate, hijo! Ni tú ni yo ganamos tan siquiera un ápice de ventaja permitiendo que la angustia nos gane terreno —respondió el padre, mostrándose muy sosegado mientras hablaba.

—Lo sé... Sé que tienes razón, pero no es nada sencillo mantenerme calmado mientras mi hermana sigue en grave peligro.

—¿Crees que para mí sí lo es? ¡En absoluto! Pero, para avanzar, hemos de pensar con la cabeza fría. Si nos dejamos llevar por las emociones, estas podrían nublarnos el juicio y hacer que obviemos detalles importantes.

La Legión de los Olvidados [Saga Forgotten #1]Where stories live. Discover now