—Al gym —me dice, poniéndose de pie, hay un bolso sobre el sillón pequeño de la sala y ella va hasta él, lo cuelga en su hombro y se gira hacia mí.

—No entiendo porqué vas a un gym si puedes ir conmigo a la casa del caga-billetes sin pagar —miro mi reloj, ya es un poco tarde para que vaya al gimnasio.

—Porque me obsequiaron una membrecía de seis meses que no puedo desperdiciar —habla, revolviendo su bolso, saca una botella con agua y le da un sorbo.

—¿Quién te ha dado un obsequio así? —siempre llama mi atención su abdomen marcado y su cintura estrecha, no puedo evitar ver esa parte.

—Un amigo —dice con indiferencia, guarda la botella de agua dentro del bolso y vuelve su mirada a mí.

—¡Mm! —es lo único que logro pronunciar y vuelvo mi vista al monitor para continuar tecleando. Siento su mirada sobre mí, sin embargo, no la observo.

—Tengo membresía gratis por mi trabajo, David —suena lógico, pero no digo nada, me limito a teclear en mi computadora—. Oye, si quieres que me quede contigo, me quedo —dice, dejando el bolso sobre la mesa frente a nosotros, se deja caer a la par mía encendiendo el televisor—, podemos ver la película que a ti te gusta, esa que se llama Mean Girls.

—¡Pufff! —ruedo mis ojos —yo no dije que me gustara, te dije que la chica pelirroja y la rubia son lindas, es todo.

—¿Por eso te la sabes de memoria? —suelto un suspiro dejando caer mis manos sobre la laptop.

—Bueno, las chicas son lindas ¿Cómo no sabérmela de memoria? —comienzo a teclear nuevamente en mi computadora y ella ríe haciéndome soltar una risa a mí también, por un par de minutos no dice nada y yo tampoco, sin embargo, no es un silencio incómodo.

—¿Quieres venir al gym conmigo? —gira su torso hacia mí y despego mi vista de la computadora por unos instantes para ver su rostro. Miro mi reloj y vuelvo mi vista a ella.

—Ya es un poco tarde y tengo que terminar esto —digo, señalando la laptop, vuelvo a teclear y me imagino todas esas miradas sobre el trasero de Natalie haciendo ejercicios, me hace considerar la idea de ir al gym con ella.

—Deja eso —me dice, cerrando mi laptop —desde que vine estás en esta cosa —toma la computadora y la arrebata de mis manos.

—Dame la puta laptop —digo, ella se ríe y la pone detrás de su espalda —relájate, estás estresado y luego comienzas a pelear por cualquier cosa.

—No —suspiro —acordamos intentar llevarnos bien ¿no? Eso no va a pasar, así que dame mi computadora —intento quitársela pero es inútil, mi mano puede tocar otra cosa así que lo hago sin mucho éxito, aunque... pensándolo bien, puedo aprovecharme y fingir que fue un accidente.

Entre risas intenta alejar la computadora de mí y me inclino para tomarla.

—Natalie —me río —dame la maldita computadora que si no termino el maldito del caga-billetes me lanza del piso 25.

—No lo creo, no puede vivir sin ti —me dice, guiñándome un ojo. De inmediato la miro con desaprobación y ella se suelta en risas, aprovecho eso para tomar la jodida computadora de sus manos que no quiere soltar, cuando al fin lo hace, alejo la computadora lo más que puedo de ella, en solo minutos está a horcajadas sobre mí y deslizo la computadora al otro extremo del sillón.

Rodeo su cintura con mis brazos de una manera fuerte para que no se mueva y ella se queda quieta y ahí me percato de la posición en la que estamos, de inmediato suelto mi agarre y ella también se percata de la situación, pero no se mueve y yo tampoco, la miro a los ojos y ella a mí, acerca su rostro al mío, tanto que nuestros alientos son mezclados, ni siquiera ha rozado mis labios y ya siento que se me está subiendo la temperatura, yo... quiero besarla, en ese preciso momento que me decido por mandar al carajo cualquier regla de no tocar a Natalie su celular nos estremece con un estruendoso sonido de la pantera rosa.

Es el destino.

Ella se pone de pie de un salto y toma su celular, he quedado tan desorientado que mis movimientos son torpes y mi computadora casi cae al suelo, de inmediato puedo ver que cambia su semblante y solo contesta con monosílabos.

— ¿Sucede algo? —pregunto en el momento que ella cuelga, se vuelve a mí forzando una sonrisa.

—No es nada, sólo quería una entrada para ir a la exposición de arte y no lo conseguí. Me voy —dice cambiando de tema, asiento con mi cabeza mientras comienzo a leer el documento que estaba haciendo porque ya ni me acuerdo —¿Quieres que te traiga algo? —pregunta, saca unos auriculares de su bolso. Muevo mi cabeza en negación.

—Estoy bien —le digo, se acerca a mí y se inclina para depositar un beso en mi frente que me hace sonreír —¿Y cuando se supone que es esa exposición? —pregunto, ella acomoda su bolso y jadea.

—Mañana.

—¿Mañana? ¿Y tan importante es? —ella asiente y suelta un suspiro.

—Para mí lo es, es la más grande de este país y será aquí en Nueva York—me da una mirada triste que me dan ganas de ir a matar a quién sea que no hizo entradas suficientes—antes no tenía dinero y ahora no hay entradas.

La observo retirarse, lleva su mano a la manecilla una vez que ha llegado a la puerta, me mira por última vez y esboza una sonrisa.

—Espera —ella abre la puerta pero espera el resto de mis palabras —quédate, mañana podemos entrenar juntos, ¿Qué película quieres ver esta vez? —digo, poniéndome de pie, buscando alguna buena película. Ella sonríe y cierra la puerta, a grandes zancadas camina de regreso hacia mí.

—Pero prométeme que no...

—Sí sí sí, no estaré pegado a la computadora. Pero si me despiden será tu culpa.

—Oliver te ama, no te preocupes —se mofa, otra vez mi mirada de desaprobación hacia ella quién esboza una sonrisa, deja su bolso sobre la mesa y se deja caer en el sofá y toma el control del tv una vez que yo ya he tomado lugar a la par de ella, la miro relajarse en el espaldar del sillón mientras lleva un dulce a su boca.

Luego de alguna hora, está acomodada sobre mi hombro, hablamos sobre la exposición de arte más que de la jodida película, yo no soy de exposiciones de arte así que no entiendo ni mierda y ya me está dando sueño, mis ojos se están cerrando, me acomodo en el sillón y ella hace lo mismo mientras continúa contándome sobre las exposiciones de arte a las que ha ido, su cabeza está sobre mi brazo, pero me gusta estar así, rodeo su cintura con mi brazo y ella entrelaza sus dedos con los míos, ni siquiera me percato de esta cercanía porque mis ojos se están cerrando y en serio lo agradezco porque si no, juro que me provoca una erección. Me limito a asentir aunque ya no sé que está hablando y por no ser descortés y decirle que necesito ir a mi cama a dormir, no sé en qué instantes me quedo dormido.


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Con amor,

Rox.

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Where stories live. Discover now