Quizá mañana

2.2K 274 99
                                    

Mathew:

"Querida Amy, mi hermanita hermosa, uno de mis más grandes tesoros, te extraño mucho, mucho en serio, quiero que sepas que las rosas que te dejé son las más bonitas que habían porque las princesitas se merecen lo mejor del mundo, también quiero que sepas que guarde tus zapatitos de charol rosados, supongo que ya sabes lo que está pasando, bien, espero no te enojes con nosotros porque te amamos demasiado.

Todos tomamos algo para no olvidarte jamás y es que nos daba pena tener que despedirnos de todo lo que tenías, de verdad, incluso, te escribo esto horas antes de comenzar todo.

Bebé, mi pequeña, te pido que por favor le des fuerzas a papá y a Nick, porque no estoy muy seguro de si son capaces de soportar todo por ellos mismos, aun siendo los héroes más grandes de la galaxia.

¿me ayudarías con eso? Es un favorcito, mi niña.

Han pasado cosas muy locas los últimos meses, ya sabes, de todas formas te lo dije la última vez que fui a poner bonita tu cuna.

Se me olvidó contarte esa vez que ¡aprendí a tocar el piano, pero así, muy bien!, ahora podré tocar cuando quiera, eso me tiene contento.

Pequeña, espero esta carta no se desvíe y llegue sólo a ti, aunque los ángeles quizás te la dan porque son buenos vecinos.

(O eso espero).

(Cerbero el otro día atacó al perro de la vecina, espero que eso no te pase a ti).

Bueno, Amy preciosa, debo dejar de escribir ya, pero quizás te vaya a ver pronto, bueno, sabes que jamás te dejaría por mucho tiempo.

Te ama, tu hermano mayor."

Guardé la carta en el bolsillo de mi suéter y bajé a almorzar, Carter estaba pegada a nuestra tía, sentí pena por alguna razón durante la sobremesa, pero papá me hizo reír con sus ocurrencias locas.

Subí a mi cuarto, todo está en cajas, Cerbero estaba tan viciado con una caja de una de las muñecas de Laila que habíamos decidido ponerle una puertita y ahora se la pasaba entrando y saliendo como si fuese lo más maravilloso del mundo.

Quiero ser un Cerbero para jugar con las cajas y ser feliz COMIENDO LOS DULCES DE MI DUEÑO, GATO INGRATO.

-Egoísta-Dije mirándolo y él como si entendiese a la perfección todo escaló mi pierna, luego mi suéter y al final se quedó apoyado en mi hombro, reí bajito, se gana tu amor quieras o no.

Abrí las cortinas de mi habitación viendo el barrio, suspire, último día ¿no?

Es raro dejar la casa en la que viviste tanto tiempo, donde creciste, es hasta triste, como si dejaras recuerdos aquí, tirados.

Bajé las escaleras con Cerbero en mi hombro, saqué la carta de mi bolsillo y la prendí con el encendedor de papá, esta se deshizo en mi mano mientras un poco de humo subía al cielo, observé todo calmado, papá, Nick y Carter salieron de casa, Cerbero se bajó de mi hombro y subí al auto.

Dos, tres, cuatro, 19 autos rojos.

Bajamos justo frente a nuestra casa, justo frente a la casa de Michael.

Mi casa, llena de sueños rotos y podridos, llena de recuerdos inolvidablemente rotos, es extraño entrar a este lugar, no sé cómo vivir aquí.

Metí mis manos en los bolsillos de la sudadera, miré a los demás, papá abrió la puerta y se congeló por unos segundos, cerré los ojos y conté, no quería verlos, no quería ver el dolor en sus rostros.

Carter entró de las primeras, sus plataformas sonaban con autoridad en el piso de madera, abrí los ojos, ya habían entrado, era el único fuera de la casa.

Mute Donde viven las historias. Descúbrelo ahora