¡sal de mi cabeza!

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Christian:

(3 de marzo)

"¡¡HUBIESE DESEADO QUE NUNCA HUBIESES DEJADO DE SER SORDO!!"

Corrí más rápido, el parque no estaba muy lejos de mi casa, 2 o 3 estaciones, de todas formas no podía esperar el tren, quería llegar a casa rápido, no quería que la gente me mirara, quiero a mis hermanos, a mis padres.

Llegué a mi casa y toqué la puerta, apoyé mi cabeza en ella y Laila la abrió, miré a otro lado y limpié mi rostro, sonreí y la saludé con un beso en la mejilla.

Entré y vi maletas al lado del sofá, sollocé bajito ¿mamá viaja hoy? ¿justo hoy?

Mamá bajó las escaleras, tenía puesta una chaqueta color mostaza, corrí y me lancé a sus brazos, comencé a llorar más desesperadamente que antes, su cabello largo cayó sobre el mío y pude sentir las manos de papá en mi espalda.

-¿Qué pasó bebé?-Preguntó mi padre, mi madre acariciaba mi cabeza con cuidado.

-M-M-Mike-Tartamudeé debido al llanto.

-Oh pequeño, mamá debe viajar en unas horas, pero estoy seguro de que te traerá muchos regalos lindos cuando esté de vuelta.

-Leo, no es buena idea-Dijo ella con su dulce voz.

-¿A qué te refieres?

-Está triste, quizás, teniendo esta posibilidad de salir, digo, ¿y si va conmigo?, así no se deprimirá en su cuarto y seguro podemos volver antes del próximo sábado, su baile, ya sabes.

En esos momentos yo entendía poco o nada, pero ahora sé que mamá fue la que propuso salvarme un poquito.

-Tienes razón, además, tú eres más de piel que yo, lo cuidarás mejor ahora.

-Bebito-Dijo mi madre tomando mis mejillas-Maleta, necesito tu maleta, Rusia, nos iremos a Rusia.

Limpié mis lágrimas y asentí, ambos me ayudaron a preparar ropa para una semana, el resto del tiempo papá me dijo que un día mi corazóncito iba a sanarse, como cuando te lastimas las rodillas, pero esto duele mucho más que una herida y no sabía si creerle, dijo que, quizás un día, ambos reiríamos de esto tomando una cerveza, revolvió mi cabello y me apretó la nariz, aunque no tenía ganas de reír él logró que lo hiciera, algo pequeño que alivió mi corazón.

Nick y Carter entraron a la habitación cuando estaba pegado viendo unas cajitas decoradas en las que guardaba las cartas de Mike.

Me sentía idiota, yo dije que no podíamos ser amigos, pero creí, tuve esperanzas, incluso empecé a creer muy dentro de mí que quizás, sólo quizás, tendría una pequeña oportunidad.

Que imbécil.

Carter y Nick me abrazaron, volví a llorar mientras ellos acariciaban mi espalda, Carter me dio una bolsita con cigarros de chocolate y Nick me dio paletas, sonreí, son demasiado buenos conmigo, incluso Laila entró con cuidado y me dio un dibujo donde estábamos los dos abrazados y decía que no importa lo que pasara, ella me quería mucho.

Es increíble como tu familia puede hacerte reír en momentos así, te dan fuerza, porque al final, cuando estemos solos y tristes, sólo son ellos los que nos cuidaran, tus amigos no sabrán si no les dices, pero ellos conocen hasta tu forma de comer.

No quise cenar, el vuelo salía en la mañana, subí a mi habitación y cerré la puerta, Cerbero se enredó en mis piernas, pasando entre ellas una y otra vez, acariciando con su cabeza, los animales son increíbles, Cerbero siempre quiere verme feliz y me consuela cuando cosas malas pasan.

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