libertad.

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Lazari tomó mis manos mientras me miraba, pasó una de sus manos por mi cabello con cariño y me saludó con un beso en la mejilla, no sabía que estaba pasando y aunque en un momento lo primero que sentí fue intriga ahora sólo siento felicidad de que ella esté aquí, necesitaba contacto con alguien cercano a todo lo que conocía, pero no quería decirle a nadie sobre la operación, porque al final, siempre hay un riesgo de que salga mal, no quería ilusionar a nadie.

Lazari acarició con cuidado la parte rapada de mi cabello y al tocar las costuras abrió los ojos como platos, yo miré incómodo hacia la pared, la miré luego de un rato, ella tenía una sonrisa ilusionada en su rostro, eso hizo crecer mi miedo a la hora de activar el implante.

Miré a Nick, él hizo unas señas preguntando quién era la chica que había entrado como si nada a la habitación, yo rodé los ojos divertidos, Lazari me soltó con cuidado y se acercó a mi padre, podía verlos hablar tranquilamente.

Quería irme a casa, acariciar a Cerbero, hablar un ratito con Mike por video y tomar café, pero sabía que debía estar internado por al menos tres días y que de todas formas no podía hablar con Mike ahora, así que mi única alternativa era dormir.

Me acomode en la camilla, Lazari acarició mi cabello y besó mi mejilla, todos empezaron a salir de la habitación, suspire y relaje todos mis músculos hasta quedarme completamente dormido.

Desperté en medio de la madrugada, seguía sintiendome cansado, pero no pude volver a dormir, así que me quedé mirando el techo pensando en todo lo que estaba pasando, lo que había pasado, imaginando un montón de cosas que podrían pasar si volvia a oír, pero realmente no quería ilusionarme con ello aún cuando habían dicho que la operación había sido un éxito.

A las 8 de la mañana una enfermera me trajo el desayuno, una jalea y un jugo de naranja, todo bien con la jalea, pero odio el jugo de naranja, quizás es porque mamá me obligaba a tomarlo cuando era un bebé, o porque su sabor es insoportable, cosas así.

Me estaba volviendo un regodion niño de papi, que asco.

La enfermera volvió a entrar para retirar la bandeja y poner la mesita en una esquina de la habitación, le agradecí como pude y ella me sonrió.

Bostece, las drogas eran realmente fuertes, me recoste y volví a cerrar mis ojos tranquilo.

Ese fue otro salto a la madrugada, así se basaron mis 3 días en el hospital, dormir y comer 3 veces nada más, en realidad no tenía hambre, incluso cuando salí me sentía cansado, pero mamá me explicó con la pizarrita de Laila que era normal y que cuando ella volviese de la escuela podríamos ir por un helado al centro, que me merecía comer cosas ricas por ser un niño valiente.

Luego de esos tres 4 días (contando la operación) volví a tomar mi celular, habían muchos mensajes de Lazari explicándome todo lo que había pasado, también algunos de Max pidiéndome que de vez en cuando le enviara fotos de su prima y muchos más de Mike, preguntando por mi y explicandome desde su punto de vista todo lo que había pasado, respondí todos y quedé de ver a Lazari en la tarde, porque ella está en un hotel justo ahora.

Laila llegó de la escuela y me dio un besito en la mejilla, luego saludó a los demás y acarició a Cerbero que estaba pegado a mi suéter, al parecer si me extrañó estos días y eso que dicen que los gatos son ingratos.

Mamá sacó el auto de la cochera mientras yo despertaba a Weich de su siesta con cosquillitas y lo abrigaba para salir.

Weich había crecido mucho estos meses.

Dejé a Weich en su sillita de bebé y Laila se puso a jugar con él, Cerbero tenía mucho frío y aún así no soltaba mi sueter, así que lo cubri con mis brazos y entré a casa, allí lo solté con cuidado y lo dejé sobre el sofá, allí se acomodó en una esquinita y se quedó mirando el televisor encendido.

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