carta n°1

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—Estaba rezando a Satán por tu alma-—Dijo Max apenas el castaño se había sentado detrás de él, era una idiotez que acostumbraba decir cuando pensaba que sus amigos estaban metidos en problemas.

—¿Y las velas?—preguntó Michael tratando de seguirle el juego

—No hay presupuesto para tales derroches—Contestó—¿Cómo te fue? ¿El portero quería tu piel para un abrigo?

Michael rodó los ojos divertido.

—Sólo quería entregarme esto—Dijo y mostró la carta entre sus dedos.

—¿Una admiradora?—Preguntó Max, Mike negó, el profesor entró al salón y Max se volteó para no tener problemas.

Michael tomó la carta y la abrió con cuidado, ya que el sobre era bastante bonito, era de cartulina, más pequeñito de lo normal.

Querido Castillar:

Michael automáticamente decidió guardar su tarjeta estudiantil y que aquel chico bajito jamás descubriera que ese no era su primer apellido.

Sé que esta es una manera tosca de agradecerte lo que haz hecho por mí, pero como ya sabrás, no puedo cantarte una canción ni cocinar algo (porque soy horrible en la cocina) pero esta no es una carta de disculpas, si no de agradecimientos.

De verdad estoy muy agradecido contigo por lo que hiciste por mí esta tarde, aún si fue por lástima o algo así, fue un buen acto y supongo que cuando estés en las puertas del cielo y lean tu historial te dejarán entrar.

Me pareces un chico muy agradable ¡y la paleta que me diste estaba riquísima!

Bueno, gracias por salvarme ayer, aunque tengo que admitir que pensé que también me golpearias o algo así, no es que parezcas malo ni nada, es sólo que tenía un poco de miedo.

Bueno, en fin, espero que esta carta tan boba no sea una molestia ni nada y nuevamente, muchas gracias.

Atte:Christian Evans (aunque supongo que ya lo sabes).

Michael guardó la carta en su bolso, procurando que no se arrugara, nunca había recibido una carta y esta muy feliz por ello, además seguía pensando que la letra del más bajito era ordenada y bonita.

Era una suerte que los viernes le tocase artes, así podría usar su croquera para escribir algo en respuesta a la carta de Christian, creyó que podría ser divertido tener un pequeño amigo en correspondencia para nada lejana.

-Max- dijo el oji azul haciendo voltear a su amigo -¿sabes hacer sobres?-este asintió y Michael pidió permiso para ir a la sala de su hermana menor, volviendo de allí con una cartulina rosa, Max se dedicó a mirarle en modo ¿me estas jodiendo? Cuando su amigo le tendió la cartulina para que hiciese el sobre.

-el color rosa es de machos- dijo Michael para luego sentarse y seguir escribiendo.

...

La señorita Carol estaba explicando lo que estaba en la pizarra, a pesar de ser una clase de música (cosa de Christian no podía entender) era muy feliz con esa clase.

La profesora tenía un gran cariño por Christian, que era el único en el salón que siempre quería aprender más y más mientras lo demás miraban sus teléfonos celulares.

La clase término y todos salían del salón rápidamente mientras Christian se quedaba pegado a su silla como goma de mascar, no quería salir, tenía miedo de que aquellos chicos volviesen a aparecer, así que prefirió sacar su cuaderno de dibujo para garabatear un rato.

El castaño seguía aferrado a la idea de no salir, pero su estómago estaba temblando para desviar al pobre Christian de sus planes perfectos, así que, con la resignación a flor de piel, salió del salón, aunque en su escuela no habían almacenes ni nada de aquel estilo, así que tendría que salir de la escuela también.

El oji marrón salió con una opresión en el pecho y un revoltijo en el estómago, corrió buscando algún lugar donde comprar una merienda normal ¡incluso algo de menta le serviría, por mucho que la odie!

El aire en sus pulmones se sentía asquerosamente frío, continuó corriendo hasta que un almacén apareció en su campo de visión, en ese instante agradeció tener una buena resistencia y corrió con más ganas, al llegar al almacén abrió la puerta de golpe y un castaño de ojos verdes chocó con él, Christian no encontraba una forma de disculparse, así que se levantó rápidamente tendiendole una mano al oji verde, este tomó su mano y se levantó.

Ambos se sentían incómodos con la situación, Christian trataba de idear unas charadas obvias en su mente y Max sólo miraba incómodo hacia el interior del almacén, haciendo señas, Michael lo miraba confundido, hasta que decidió salir, en eso vio al oji marrón tocando incómodo su brazo.

—Eh...ha llegado mi amigo, debo irme—Dijo Max, a lo que Michael tocó el puente de su nariz—Lo siento, nos vemos luego—Dijo haciendo unas señas de despedida.

—Max...—El nombrado volteó a ver a su amigo-—Este chico es sordo.

El nombrado sólo pudo resitar un “¿Qué?”.

Mientras Michael miraba a su amigo en plan “¿Es en serio?” Chris se había ido, tenía mucha vergüenza y miedo mezclados ¿Qué tal si aquel chico había venido a golpearlo por su estupidez? ¿¡Qué tal si piensa que es una persona anormal!? Después de todo, su tía siempre le había enseñado que los hombres que gustaban de otros hombres eran una abominación, no quería que Michael pensara eso de él, después de todo, entregar cartas era algo bastante “gay” según los demás.

Corrió a su escuela, aunque no llegó muy lejos, estaba completamente fatigado por el hambre, tocó su pancita con la punta de sus dedos, Chris no se alimentaba bien, nunca lo había hecho, siempre le hizo falta una persona que le ayudara a cocinar cuando estuviese solo o una persona que le impidiese consumir tanta chatarra como le era posible, pero no tenía a nadie, su tía siempre estaba de viaje por su trabajo y Carter estaba fielmente casada con sus estudios, aunque Christian quiso comprenderlo habían veces en las que veía a los demás y le daba impotencia por mucho que lo evitará, por mucho que se repitiera que lo que hacía estaba mal.

¿Si hubiese sido normal tendría gente con él? ¿Por qué no podía ni siquiera tener a su familia cerca? ¿Por qué él?

Muchas veces se preguntó ¿Cuál será su sonido?, El de los autos, de la nieve, del agua...

Cegado por esos pensamientos llegó a su escuela, su cabeza dolía debido al hambre, pero no había mucho que hacer, tomaría agua y esperaría el final de clases.

Entró a su escuela y se fue directamente a su salón, o esos eran sus planes, pero Christian no sabía que la misma razón por la cuál no había querido salir le había visto entrar al instituto y que estaban siguiendo sus pasos al salón.

Aquí nadie podría detenerlos, esto no era una calle pública, ni un parque de infantes, era un lugar privado y para la desgracia del castaño, solitario.

Bueno, todos estaban siendo engañados, excepto el último de aquella fila, Michael, que caminaba igual de decidido que Max.

Chris entró a su salón cerrando la puerta con cuidado, luego fue a su mesa y acomodó sus brazos sobre esta, hundiendo su revuelto cabello en los mares de la tela roja de su uniforme.

Michael había perdido de vista por unos momentos a aquellos tipos, pues estaba al final del largo pasillo aún, pero no bastó mucho más que un sonido de silla cayendo para hacer que Max corriera al salón ¿Su razón? No dejaría que unos imbéciles molestaran a un chico que no lo merecía.

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