La apuesta

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Michael:

—Escucha, te daré 20 dólares si recorres toda la casa 7842, quiero una grabación que demuestre que lo haz hecho, si no tienes espacio en tu celular trae algo pequeño de las habitaciones, en el día lo devolveremos a su lugar.

—Vale.

Elizabeth nos miró incómoda a ambos.

—No creo que sea buena idea Mike, no lo hagas, yo pagaré los veinte dolares, así que no te preocupes.

—¿Tienes miedo?—Le preguntó Edward descaradamente.

-Lo tengo—Respondió ella sinceramente.

—Liis, sólo caminare por la casa y saldré, es fácil, estaré bien, no creo que en serio esté embrujada, piensalo, ha estado frente a nosotros todo el tiempo y nunca ha pasado nada extraño ¿Verdad?

Elizabeth seguía incómoda.

—Me iré a mi habitación—Declaró y subió las escaleras.

Miré a Edward.

—Te doy 20 minutos para que te prepares mentalmente.

Subí las escaleras, tomé una linterna, metí el celular en mi bolsillo y fui a ver a Dayana.

—Quiero bajar—Dijo fastidiada.

—Sólo están escuchando música, comiendo y haciendo estupideces.

—Soy experta en hacer estupideces.

Rodé los ojos.

—Vale, te llevaré.

Dayana se acomodó en la cama y estiró sus brazos, yo la tomé y dejé que se aferrara a mi cuello, bajé las escaleras con cuidado y la dejé sobre el sofá, Alex se acercó a ella, Edward hizo lo mismo y al final el circulo se formó al rededor del sofá.

Los 15 minutos que me quedaban los use hablando con Max, Christian aún no mandaba un mensaje, quizás fue un día complicado.

Y antes de darme cuenta estaba frente a la casa, nadie había entrado jamás, quizás les daba miedo, o quizás es un buen barrio y nadie haría algo así, en fin, esta casa tiene una leyenda algo tetrica, aunque yo nunca pude creerla por completo.

Dayana estaba en la espalda de Alex y un montón de gente que no conocía me estaba viendo revisar el tapete frente a la puerta de la cocina, recordaba que había una llave allí, o eso creo, ya había pasado un tiempo desde ello, no la encontré, áis que fui al buzón, la encontré y abrí la puerta, los chicos me comenzaron a gritar cosas de ánimo y Edward cerró la puerta, estarían esperando afuera supongo.

Cuando entré a la casa por la puerta trasera sentí el ambiente tenso, la llave estaba en el buzón, así que fue fácil, la cocina era bonita, sin embargo, la casa estaba llena de polvo, el tiempo en aquella casa no pasaba, seguía inmóvil, eso demostraban los platos de niños con cucharas aún dentro, la comida podrida en la mesa y una caja de cereal con más de diez años, sentí escalofrios, solía no creer las leyendas, pero no hacerlo era casi imposible, si fuera una mudanza normal las cosas no estarían aquí, sentí escalofrios, tomé mi celular y encendí la cámara, debía llevar pruebas de que estaba en la casa y de que la había recorrido entera, el primer piso se definía en un baño, una habitación con libros y la sala de estar, que estaba llena de juguetes desparramados por el piso, el teléfono estaba colgando del cable y la ropa seguía en el perchero, la televisión era grande, pero sería algo que raro que funcionará aún debido a las condiciones en las que ha estado, el último cuarto y el que no había visto era la habitación matrimonial, en las paredes habían algunas fotos del matrimonio, frunci el ceño, la chica en el cuadro era hermosa, aunque el chico no se quedaba atras, aunque esa foto se me hizo raramente familiar, la habitación estaba en ruinas, ropa tirada en el piso, algunas botellas de alcohol en el piso, pastillas sobre la cómoda y la cama ordenada, pero con un álbum de fotos sobre ella, no quería ver lo que había dentro, así que sólo salí del cuarto sintiendo escalofríos, la linterna iluminaba mucho, pero no lo suficiente.

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