—Bienvenida seas ante la presencia del "Ojo de la Confusión". Dentro de esta magnificente pupila, encontrarás una amplia gama de recuerdos. Nuestros compañeros están esperando con ansias que tú los elijas. Hay, al menos, unos treinta Bulbos Evocativos allí. Lo que debes hacer es introducir la totalidad de tus brazos en esta abertura y comenzar a sacar tantos bulbos como te sea posible en un lapso de treinta segundos. No será una tarea sencilla, ya que la constante rotación del ojo ocasiona que los bulbos sean escurridizos, al estar cambiando su posición. Una vez que el tiempo reglamentario se agote, tendrás derecho a quedarte con tres de las memorias que hayas conseguido. Podrás escoger cuáles prefieres de forma libre, pero sólo se te permitirá mirar el interior de cada bulbo durante diez segundos. Tendrás que prestar cuidadosa atención a cada escena, con el fin de que tus elecciones sean llevadas a cabo utilizando el máximo de tu capacidad de raciocinio. ¿Lo has comprendido todo?

—Creo que sí. Si no me equivoco, me están diciendo que tendré escoger entre varios de mis valiosos recuerdos basándome sólo en un breve vistazo de cada uno. ¿Es así?

—¡Correcto, Nahiara! Has entendido bien.

—Pues, cuánto más rápido iniciemos, mejor para mí.

—¡Perfecto! Dejemos de perder tiempo en diálogos inútiles. Cuando gustes, puedes proceder...

—¡Eso haré ahora mismo! Gracias por escucharme...

La joven Woodgate presionó sus párpados y tensó la mandíbula. Sin detenerse a pensárselo dos veces, insertó ambas extremidades superiores en el corazón de la renegrida cavidad moviente. Por un fugaz instante, quiso apartarse, ya que un intenso frío envolvió a sus miembros, lo cual entorpecía cualquier maniobra que desease ejecutar. La pesadez y el agarrotamiento en sus músculos y sus huesos harían casi imposible que ella pudiese asir siquiera un bulbo. En esas adversas condiciones, ¿cómo sería posible que sacase más de uno o dos? Sin embargo, rendirse jamás estuvo entre los planes de la muchacha. En un arrebato de furia y determinación, permitió que la adrenalina fluyese a sus anchas por cada célula de su torrente sanguíneo. Esa súbita descarga de energía ocasionó que miles de impulsos eléctricos envolvieran con gran velocidad a sus otrora rígidos miembros y los transformaran en un par de ágiles tenazas. Atrapar los bulbos se convirtió en un simple juego de niños para Dahlia, quien lanzaba una gran cantidad de estos a diestra y siniestra con increíble pericia.

—Tu tiempo se ha acabado. ¡Detente ya mismo! —exclamaron con un elevado grado de fastidio la pareja de mandonas cebollas parlanchinas.

La rubia acató la orden que le fue dada sin rechistar. No era necesario que se quejase o emitiese reclamo alguno, puesto que había logrado sacar hasta el último de los Bulbos Evocativos que se encontraban atrapados en el fluctuante hoyo ovalado. Sonreía de oreja a oreja, muy satisfecha de sus logros. Podía sentirse muy orgullosa de sí misma, dado que no sólo había cumplido a la perfección con su tarea, sino que también había acallado a las soberbias bocas de aquellas molestas masas tuberosas, y todo ello en el transcurso de unos insignificantes treinta segundos.

—No te alegres demasiado, niña. Sin importar cuán prodigioso haya sido tu desempeño, de nada te valdrá si te equivocas en tus decisiones. Los próximos cinco minutos serán cruciales en tu vida. ¿Deseas tener un descanso antes de continuar o quieres proseguir de inmediato?

—Al mal paso hay que darle prisa... ¿Para qué sirven las pausas? Eso solo me retrasa. ¡Quiero seguir ya!

—Esa buena disposición tuya nos ahorra trabajo. ¡Excelente! De ahora en adelante, cada vez que escuches un ruido como el de un pesado martillo que golpea la cabeza de un clavo, sabrás que ya pasaron diez segundos y que tendrás que soltar el bulbo que estés sosteniendo en ese momento. Sin más indicaciones que agregar, ¡adelante, Nahiara!

La Legión de los Olvidados [Saga Forgotten #1]Where stories live. Discover now