Recuerdo cuando alguna vez en mi adolescencia, quería ser estrella porno. Sí sí, había iniciado a ver ese tipo de video y era mi sueño ser un actor en esa rama. Después crecí y maduré. Ahora, no me imagino yo siendo conocido especialmente por King Kong.

Natalie está observándome sin ningún tipo de expresión. Se cruza de piernas y lleva su vista hacia algún punto de la sala como intentando creer lo que acabo de decir, ni yo me la creo.

—¿Y yo puedo revisar tu celular? —ahora si pone sus ojos en los míos. Ay por Dios.

—Yo no tengo problemas —digo, sonando convincente. Me relajo en el espaldar del sillón como si en serio me vale una mierda, pero no, mi celular no es algo que dejaría en manos de cualquier persona, mucho peor de Natalie.

—Bien —es todo lo que dice. Su vista se clava en la pantalla y antes de retractarme por lo que acabo de decir, añade: —y quiero aclarar que yo no quiero que te quedes a dormir conmigo.

La miro.

—¿Entonces qué diablos hago aquí?

—Te quedaste porque Oliver te lo pidió.

—No me he quedado por Oliver, yo creí que... Olvídalo. ¿Por qué no me dijiste eso antes? —me pongo de pie de un salto —estuviese conduciendo hacia mi casa justo ahora y durmiendo en mi preciosa cama con sábanas de terciopelo.

Rueda los ojos y deja su vista puesta en el televisor.

—Bien, si quieres irte, hazlo.

—¿Cuándo ya es más de media noche?

—¿Y qué? ¿Tienes miedo que un fantasmita te asuste a mitad de la carretera? —suelta una carcajada, una de esas que hacen que se me revuelva el estómago de ira e intento controlarme, dejo caer mi espalda sobre el sofá y suelto un suspiro.

—Me voy —hablo, refunfuñón. Es una mierda estar casado, es lo peor que puedes hacerte en tu vida cuando eres feliz soltero —lo intento Natalie, sí que lo intento pero tú haces las cosas muy difíciles.

—¿Yo? —se lleva la mano al pecho de manera muy dramática y entiendo la ironía de sus palabras —Por supuesto.

—¿Esto es por lo de Andi?

—Lo de Andi no me importa, la verdad.

—¿Cómo que no te importa? —me cruzo de brazos. Ella se pone de pie y la observo alejarse hasta el refrigerador.

—Que este no es un matrimonio de verdad, David —dice, saca un jugo de la nevera y lo destapa para darle un trago —así que no nos vamos a engañar con eso de ser fiel.

Me quedo pensativo. Ninguna mujer en el mundo opina de esa manera. Ninguna mujer ni poseída por el Espíritu Santo.

—¿Estás segura?

—Si —regresa al sillón y se deja caer en el lugar que estaba. Toma el control y por fin cambia la maldita película. Ya me tenía con ganas de rascarme un huevo —si quieres tener a alguien bien, pero eso sí, si yo quiero tener amigos no te metas.

—Yo no digo nada que tengas am...

—Incluye a Camilo —me interrumpe. Suelto una risa, una risa que refleja mi incomodidad, maldita sea.

Sabía que era demasiado bueno para ser verdad.

—Camilo no sólo quiere ser tu amigo. Camilo es casado.

—Andi también.

Por Dios.

Vuelvo mi vista fulminante a ella.

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Where stories live. Discover now