Treinta y Cuatro

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   La verdad ha sido escrita sobre paredes sangrientas, arañadas y por sobre todo atormentadas                                                                                           por el dolor.

                                                                   Vivimos en tiempos difíciles.

  Corremos para cubrirnos, tal como si los edificios fueran a caerse, como si el mundo nos esté dando el último aliento. Pero el nuevo día pronto llegará.

   El ruido se hace notar cada vez más al momento de que los refuerzos llegan a tratar de controlar lo que los otros se les escapó de las manos. Es hora de decirle adiós a los que amamos. La violencia que puedo observar es única, es que surge más rápido  que una bala por los aires !Es totalmente increible!

—Vamos Amanda por aquí—Dice mamá tomandome del brazo para luego cubrirnos tras un apedreado carro— Aquí vamos a estar...—No termina de decir, porque una lacrimógena nos salta a los pies como si tuviese vida propia.

—Mierda—Suelto al mismo tiempo que me cubro la nariz y la boca con el antebrazo— !Hay que salir de aquí!

   Y lo que sucede luego pues era de esperarse. La policía cree que mi madre está involucrada en todo este asuntillo de la protesta y la toman por sorpresa y violencia por detrás.

—Sueltame animal !Yo no tengo que ver en esto!

—Sueltala, 'jo puta—Grito lanzandome a las espaldas del gran hombre, acción que termina siendo en vano.

—Quedate tranquila, chiquilla del demonio—Ladra el tras cogerme y lanzarme al piso.

   El golpe ha sido duro, no por el dolor, sino porque la revolución llama a mi ser.

   Es hora de conocer a mi enemigo.*

   Cojo un palo bastante torcido que presenta  las características más adecuadas para que el golpe que le acesto en las pelotas no se le olvide nunca más.

   El dolor y la sangre deberán ser derramadas para que la injusticia sea compensada.

—¿Mama estás bien?—Pregunto al ayudarla a levantarse del piso.

—Si, lo  estoy. Estos idiotas americanos no hacen más que usar la violencia—Responde ella mientras rebusca con la mirada un buen escondite.

—Las salidas están bloqueadas, no podremos salir en auto. Tendremos que caminar—Digo con desesperanza y aflicción.

—Tendremos que ir andando—Me sujeta las manos y me mira fijamente a los ojos.

   Mientras mi angustia crece y crece, allí fuera  el mundo se pela los nudillos en un combate absurdo que exige una educación más accesible y de calidad para todos. No creo que todo esto sea necesario.

—Ma...má, no creo poder...—Las lágrimas me saltan rápidamente, la violencia no es algo muy común  en mi vida !Ni mucho menos de esta forma!

—Escuchame.

—Pero es que...

—Tienes que ser fuerte.

— No creo... mamá salgamos de aquí luego—Las lágrimas dan paso a la gran desesperación.

   Una bofetada me hace reaccionar ante lo que sucede. Todo mundo combate con piedras, palos y cualquier cosa que se encuentren de camino. La policia ha pedido refuerzo ante el incremento de los ya delincuentes (Antes, unos simples protestantes) y las patrullas comienzan a lanzar agua a cada persona que atente en contra de la seguridad de los demás.

—Ya basta !Vamos a salir de aquí! Y estaremos bien—Grita mamá. Luego me toma de la mano y me conduce por un trabado camino de estupideces locales. pero de momento, ante toda la multitud, noto que Alectra grita más cosas a través de su megáfono desde el techo de un auto totalmente apedreado.

—!Legalicen la libertad de expresión! !Muerte a los del gobierno!

   No me importa. No me importa. Todos estan llenos de mierda. Todos han nacido y han sido criados por hipócritas que se buscan el odio de los demas. Eso es todo lo demás que pronuncia mi amiga (creo) antes de que un policia la baje rápidamente con un golpe en la canilla derecha. Alectra cae tirada en el auto y luego los hombre la arrastran abajo y forcejean en contra de su voluntad.

—Vamos,  aquí podemos escondernos de momento.—Dice mamá. pero más allá de eso, no le presto atención, sino que le suelto la mano y corro en ayuda de mi amiga.—!Amanda, ven aquí!

   En este lapso, entre mi posición y  Alectra, mi corazón late tan rápidamente que hace que por un momento me arrepienta, pero mi anhelo de no quedarme sin hacer nada gana esta batalla.

   Al llegar junto a mi amiga forcejeo con el policia que luego me golpea directamente en la cara. Luego, mientras yo caigo al piso veo como la mirada perdida de Alectra se esconde tras una patrulla. Luego mamá llega y me ayuda a levantarme, pero mi cuerpo prácticamente se niega a eso.

—Imbéciles !Cabrones de mierda!—Grito mientras las fuerzas antisociales retroceden  y  la tierra del césped eterno se difumina en un cerrar de ojos.

*Si quiere algo más de ambiente en la historia, escuche la canción que dejo como enlace externo :)

AnsiedadWhere stories live. Discover now