Treinta y Dos

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   Vaya. Esto apesta demasiado. Pero tampoco puedo evitar pensar que ha sido de lo mejor dentro de mucho tiempo. La vida es una jugarreta muy triste que te obliga a sonreir.

                      ¿Cúal es el significado de la vida? Quiero saberlo.

   Esto y aquello. La vida y la muerte ¿Estás listo para ser aplastado por el mundo? Creo que somos unos idiotas que nunca se han cuestionado esa pregunta. No creo que llegue el momento de madurez en nuestra vida.

—Tan solo ¿podría alguien buscar a mi patito bailarín?—Una voz pronuncia su desesperanza a viva voz entre los escombros de una ¿Pared?

—¿Y qué dices tú? ¿Azul o morado?

—No preguntes idioteces, el verde es el mejor color para que el dibujo quede perfecto.

—Cierto, seré estúpido.

   La preocupación ha  abordado el rostro  de Mike a tal punto de tenerlo dentro de los suaves campos de la locura !Es cosa de mirarlo un poco y notar sus gestos!

—Tendremos que solucionar  esto.—Dice el corriendo a por el teléfono retumbante  sobre un estante con  comida y algo de pintura metálica—Es Mike al habla ¿Con  quién tengo el gusto?

   Y pues, lo siguiente es una sucesión extraña de rostros que no hacen más que estremecer el cuerpo de preciado amigo. Es como si esta llamada esté  robandole su oportunidad de entrar a la mejor universidad del estado. Mejor ni pensar.

—¿Y qué ha sido eso? ¿Quién era?—Pregunto al ver el teléfono de nuevo en su lugar.

—!Tobias! ¿Dónde estás Tobias?—Grita Celeste interrumpiendo mi interesada pregunta.

—Yo que tu le pego un balazo a esa chica. Ha estado gritando como una loca por más de una hora—Dice un hombre al que reconosco por el nombre de Mark.

—Hey pequeña, de seguro que tu gatito está por los techos ¿Qué tal si vas a buscarlo allá? Y de paso me traes a mi patito bailarín.

—Que buena idea. Si sé algo de tu patito te lo haré saber.—Replica ella.

   ¿Qué más loco que todo esto? ¿Alguien podría explicarme por qué simplemente no me morí anoche?

—Tengo un pequeño problemita—Dice Mike restregándose las manos cubiertas de tinta por la cara.

—¿Qué es?—Pregunto viendo como observa  lo que queda del reloj de pared que apenas cuelga de un calvo mas bien flojito.

—De hecho, tenemos un problema... Un gran problema.

   Esto ya me come la cara por dentro.

— ¿Qué es?

—Mamá me ha dicho que trae  Sushi para que comamos en familia—Dice exactamente a la par cuando la puerta principal se abre violentamente y una figura masculina de unos cuarenta años comienza a gritar a los cuatro vientos su rabia al ver todo lo que ha quedado de su antes perfecta casa.

   Y esto ya no es lo que nadie quería. Lo que nadie queria tener  que vivir en persona.

                                                                    A la mierda todo !A correr!

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