Diecinueve

16 0 0
                                    



   De verdad todo esto es más de lo que me imaginaba ¡I'm Bouncing Off The Walls!

   La entrada está totalmente PISOTEADA, así como suena, aunque el lugar tenga tiempo de seguro que más de algún vago lo ha estado ocupando como un chalet ilegal, eso de seguro. Luego divisamos una puerta color marrón que posee una cerradura algo oxidada.

—No, por ahí no, ya lo intente—Mike toma mi mano al ver que trato de abrirla. —Sígueme.

—Este sitio te deja flipando—Digo sujetándome de una pared para así saltar un charco de estiércol, y que por mala suerte mía, también tiene una gran tela—Puaj, arañas.

   Caminamos por un caminito de piedras estrechado por alargadas ramas de árboles resecos que han ido botando de a poco los últimos frutos que daban tanto gusto al paladar a los demás, al igual que todos los otros. Luego seguimos por el lado mirando un sinfín de juguetes tirados por todas partes; Triciclos con ruedas en miseria, muñecas destrozadas, pelotas reventadas y el infaltable cartelito que reza: "Fuera de aquí, hijos e' puta". Al menos para escribir advertencias, el viejo Yickish tenía algo de humor, ya me lo imagino escribiendo para el New Yorker. Ja.

—Mira esto—Dash sostiene en sus manos una roca que esconde una llave en su falsa contextura trasera—Un clásico.

—Nunca falla.

—Pero ¿Qué hace aquí?

—Ya no importa, ¿Qué hacemos nosotros aquí?—Repongo suspicazmente.

—Mucha razón, vamos allá—Saca la vieja y luego la forza para luego empujar una trancada puerta cristalizada y toda manchada. —No me gano la maldita.

   Unos pasos de poca confianza me hacen saber que nada es de fiar en un sitio en donde no existe nada normal en una casa común como una cocina o un lavaplatos, o hasta un viejo microondas. El ambiente es intolerable, se expele un olor a comida podrida combinada con agua sucia por todas partes. El alrededor no muestra más que un simple color blanco en las paredes que terminó por convertirse en un gris nublado.

— ¿Buscamos algo en especial?—Apunto al notar cierto tambaleo en su actuar.

—Cualquier cosa que sea digna de mostrar a nuestros nietos—Toma un portarretratos que no tiene nada y luego lo bota al suelo—Basura.

   La estancia dentro de la casa se vuelve algo tensa al pasar los minutos ¡Espero que encontremos ciertos objetos de valor!

—Todo esto no es más que bazofia.

—Tranquilo ¿Acaso no hay escaleras para subir?

—No lo sé, no las he visto—Replica para luego seguir caminando en círculos entre la sala de estar y las pequeñas habitaciones repletas de cajas vacías.

   Recuerdo que Yickish siempre aparecía como si fuera parte del viento para decir sus típicas de veterano: "Estúpidos adolescentes mocosos que tan solo hacen ruido, hay personas que deseamos descansar" y era en esos precisos instantes en donde me daban ganas de aventarle la pelota por la cabeza (Una vez llego a ese punto de manos de Dash. Creo que valió la pena una semana sin salidas a las maquinitas con tal de ver sus lentes hechos polvo por el suelo ¡Qué puntería!

—Hey, Ven aquí—Dice Dash acercándose una pared con una relevante lonja ploma pintada con pintura roja—Pero que rayos.

—Espera—Me apoyo y la empujo con delicadeza—Parece ceder, si la tiramos hacia adelante podríamos hallar algo con que trabarla para luego abrirla, ejerce mucha presión.

—Mira, esto parece mejor—señala un espacio para poder agarrarla—Tirémosla directamente hacia atrás.

—Se cerrará. Debe haber otra forma.

—No hay tiempo, venga ya.

—Está bien—Me arremango las mangas de la playera—UNO, DOS... ¡AHORA!

   Al sonar un metálico sonido chocando con las orillas de la pared nos damos cuenta que todo estará mejor. Primero yo sujeto el pasadillo que da a unas viejas escaleras de madera que con un paso más sobre ellas se vienen debajo de inmediato.

—Siento que vamos por buen camino.

—La sangre...Sigue la sangre.

—Okey—Su cara de estupefacción es inevitable.

Subimos prácticamente a hurtadillas para evitar un hueso astillado ¡Qué loco es todo esto!

—Mira esto, no te lo creo—Dice Dash al observar paredes pintadas con una pintura notoriamente especial.

— ¿Qué diablos es todo esto?—Los diarios que recubren como una autentica mano de pintura que vislumbran trazos de plumón alrededor de caras poco reconocidas.

   El segundo piso es común. Nada de habitaciones ni baños, tan solo un espacio gigante que contiene un escritorio de ingeniero o hasta de un publicista. Se notan más por el fondo unas especies de tubos que al parecer, albergan algo más que papel. También en el piso hay lápices por el suelo, rayones e incluso rasguños desesperados marcados por su profundidad.

— ¿Tienes algo bueno que decir respecto a esto Mike?— Miro por la ventana y fijo que serán ya las siete menos cuarto. Todo esto no me ha dado tiempo de fijarme en el teléfono. Los árboles ocultan un atardecer brillante entre ramas resecas y sin ya suficientes hojas.

—Maryn Steler ¿Quién coño es esta chica?—Lee un periódico de los que atacan circularmente a una persona en especial.

—Sea quien sea, tuvo que ver con la muerte del nieto de Yickish—Apunto otro círculo esta vez negro que remarca una noticia de "ÚLTIMO MINUTO" en el 1997— ¿Nuestro vejete tenia familia?

—Sí, creo sentirlos cerca.

—No jodas con eso Mike.

   Unos pasos lentos y arrastrados se escuchan por el pasillo que conectan con nuestra presencia.

— ¡Diablos!

—Coge esos tubos deprisa.

   A veces la presión es bastante paralizadora y lo único que me permite hacer  es esconderme tras unos muebles arreglados para colocar más objetos sobre ellos mientras veo una sombra que amenaza cada vez más cercana.

AnsiedadOnde histórias criam vida. Descubra agora