Paul sopesó lo que le acababa de decir y se dio por vencido, suspiró y se dirigió a la habitación de la morena. Ella a su vez decidió darle un paseo bastante largo al perro, al cual aún no le había dado un nombre. Al volver al apartamento escuchó el agua de la ducha correr así que decidió meterse en el baño mientras se quitaba una a una las prendas que llevaba encima, ella también necesitaba una ducha y si era compartida, mejor. Cuando Paul se dio cuenta de su presencia sonrió y le abrió la puerta de cristal de la ducha, ella se metió lentamente hasta ser alcanzada por el agua. La joven acarició la mejilla de su acompañante con dulzura y luego lo besó lentamente. Él se acercó más al cuerpo de la morena, diciendo con ese beso todo lo que sentía por ella. Paul dio la vuelta y empezó a enjabonarle la espalda mientras pasaba la esponja por cada centímetro de su piel.

Brad estaba preocupado por la abogada, no había comido casi nada y aún seguía nerviosa. Decidió prepararle algo de cenar mientras ella  se encontraba en la sala, pensando en todos los acontecimientos que sucedieron en tan poco tiempo y como su mundo podía haberse roto en unos instantes. Afortunadamente todo estaba bien, su madre se recuperaría y era gracias a su amiga, a la que había conocido casualmente una mañana en la que ella realmente necesitaba de una verdadera amiga, de un apoyo. Jane creía en el destino y estaba segura que fue por eso que Lana y ella se conocieron. 

Cuando empezó a notar el delicioso olor proveniente de la cocina se dio cuenta lo que su novio estaba haciendo tanto rato metido en la cocina, se levantó del sillón y fue directa a la cocina.

- Huele muy bien ¿qué es? - Preguntó sentándose en una de las sillas.

- Tenemos Confit de pato con mermelada de naranja acompañado de un buen vino tinto dulce, como a ti te gusta.

A la castaña se le estaba haciendo la boca agua sólo con oírlo. - Estoy pensando en contratarte como mi cocinero particular. - Bromeó.

Se giró y le regaló una gran sonrisa para después servir la cena.

Por otro lado, en el apartamento de la morena, el joven empresario  llevaba tiempo pensando en agradecerle a Lana el acto que hizo por su madre, pero el problema era que no sabía cómo.

- No hace falta que me agradezcas nada amor. - Dijo Lana sorprendiendolo.

- ¿Es que lees la mente?

- Yo no diría que leer la mente fuera una de mis virtudes. - Le contestó sonriendo y se tumbó a su lado para continuar lo que dejaron pendiente en la ducha.

Al poco rato sonaba el tono de su móvil dando paso a su abuela que llamaba desde algún punto del Caribe.

- ¿Yaya?

- ¿Te pilló en mal momento hija?

Lana miró a Paul, tapó el teléfono y le susurró. "Ahora vuelvo amor" para después darle un pequeño beso y retirarse del cuarto.

- Estaba en la cama a punto de dormirme. - Contestó mirando la puerta cerrada de su habitación. - ¿Ha pasado algo?

- Ernesto me ha llamado.

- Ya se lo he dicho a mamá, aún no estoy preparada.

- Lo entiendo hija, es un tema difícil. Mejor dime ¿cómo van las cosas por allí?

Lo que iba a ser una  pequeña charla se convirtió en una amena plática de al menos una hora. Al volver a su habitación Paul ya estaba completamente dormido, boca abajo y con la almohada por encima de la cabeza, dejando al descubierto su tonificada espalda.

La joven se acercó sigilosamente para no despertarlo y depositó pequeños besos por su espalda

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La joven se acercó sigilosamente para no despertarlo y depositó pequeños besos por su espalda.

- ¿Estoy en el cielo? - Dijo somnoliento y en la misma posición.

- Me temo que estas en mi cama. - Le contestó ella.

Paul retiró la almohada y se giró para agarrar a la morena que se tumbó a su lado, él la rodeó con su brazo. - Entonces mucho mejor. - Dijo para después adueñarse de sus labios.

Los días pasaron tranquilos, la nueva tienda marchaba bastante bien y ya se lograba ver alguno que otro beneficio económico. Bárbara había mejorado favorablemente y ya estaba en la gran casa con claras órdenes de estar en reposo por al menos dos semanas más. En cuanto a Jane y Brad habían estado ocupados en el bufete por varios juicios que tenían pendientes y Paul no podía estar más feliz, sentía que por fin su vida era plena.

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