Capítulo 9

55.5K 3K 104
                                    

Tras el transcurso de dos semanas las heridas de Lana ya se habían curado, salvo una en su muslo izquierdo donde tenía una cicatriz irregular. Todo había seguido como siempre, Lana iba a trabajar, quedaba con Jane para comer y charlaban un buen rato. A ella le iba muy bien en el bufete, ya tenía un caso asignado junto a Brad.

- ¿Sigues repasando los papeles? - Preguntó el joven tras Jane.

- Quiero que esté todo claro para el juicio. - Habló sin quitar la vista de los papeles. Estaba sentada en su escritorio que ya había decorado con fotos de su familia.

- Ya es un poco tarde y deberíamos descansar. - Dijo el joven posicionándose delante de ella.

- En un momento. - Dijo seria, no sabía por qué pero la presencia de Brad la ponía nerviosa y estaba intentando evitarlo a toda costa.

- No ganas nada evitándome. - Soltó de repente.

Jane por fin apartó su mirada de los papeles para mirar a su compañero.

- Yo no te evito. - Habló calmadamente.

- No trates de ocultar que te molesta mi presencia. - Algo que caracterizaba a Brad era su sinceridad

Un hombre joven, inteligente y que adoraba su trabajo que ganó con esfuerzo, becas en la universidad y trabajos mal pagados.

- No me molesta... simplemente no sé, ni yo me entiendo y como tú has dicho es tarde. Buenas noches. - Dijo antes de recoger sus cosas en un tiempo récord y salir pitando como una bala.

- Es un cretino. - Dijo al escuchar la otra línea.

- ¿Quién? - Preguntó Lana mientras recogía las telas con las que había trabajado toda la tarde.

-Brad, ¿quién más va a ser? - Habló poniendo el manos libres mientras entraba en su coche.

- ¿Tú guapo compañero de trabajo? - Repitió la corta descripción que le hizo Jane días atrás.

Jane rodó los ojos. - Sí, ese. ¿Te puedes creer que me ha dicho que yo le evito?

- Es que le evitas. - Aclaró Lana con una risita baja.

- Eeeh! ¿De qué lado estás? - Preguntó indignada.

- Del tuyo claro, pero admite que algo te pasa con ese chico. - Dijo a la vez que apoyaba su mano en una de las mesas. - Habla con él y dile cómo te sientes.

- Si claaaaaaro como si eso fuera fácil. Ni siquiera yo sé lo que me pasa, aunque por otra parte, el pobre piensa que le odio o algo así.

- Tomate tu tiempo Jane, aclara tus ideas. - Dijo mirando su reloj. - Te tengo que dejar, ya es muy tarde y tengo que cerrar la tienda.

- Claro, hablamos mañana y Lana.

- ¿Sí? - Dijo mientras cogía su abrigo.

- Ten mucho cuidado. - Dijo seria.

Lana ya había llegado a su casa, la tienda de su abuela no estaba muy lejos del apartamento, pero aún así ya no se ponía los auriculares y estaba atenta a cada movimiento, persona o ruido por donde caminaba, se había vuelto un poco paranoica y aunque el culpable de la agresión estaba muerto, ella ya no se sentía tan segura como antes. ¿Quién le decía a ella que no había más hombres como Marlon Smith por allí sueltos esperando a atacar?

- ¿No vas a comer?

- No yaya, no tengo hambre. - Dijo mientras se metía a la ducha.

María estaba preocupada y no por Lana sino por Isabel, se había comportado de una manera extraña las últimas semanas, ya no hablaba casi nada y comía lo justo.

Lana salió de la ducha aún con el pelo mojado y una toalla grande enrollada a su cuerpo.

- Oye abu. - Dijo acercándose a ella.

- ¿Mmm?

- ¿Me podrías cubrir mañana por la mañana? Tengo una cosa que hacer, estaré antes de comer en la tienda.

María se giró hacia su nieta sonriendo. - Claro... Voy a preparar un poco de té, tu madre a estado un poco indispuesta hoy.

Paul se encontraba junto a su padre en la sala.

- ¿Estás seguro de esto? - Dijo Raymond después de un largo silencio.

No era que no confiara en su hijo ni mucho menos, pero ese apartamento le traería muchos malos recuerdos y Paul no es que estuviese en su mejor etapa.

- Lo llevo pensando unos días y creo que es mejor que vuelva a mi apartamento. - Cuando él tomaba una decisión lo hacia con todas las consecuencias.

- ¿Y por qué no mejor vendes ese piso y te mudas a otro? - Habló el hombre mirando a su hijo intentando convencerle.

- Sé lo que piensas papá, que volver a ese piso me va a hacer más daño pero ¿hasta cuándo voy a estar detrás de un fantasma? Necesito mi independencia y solo volví a casa porque tú y mamá me insistieron y os lo agradezco, pero mañana mismo me mudaré de nuevo.

- Como quieras Paul. - Dijo dandole una ligera palmada en la espalda al mismo tiempo en que se retiró de la sala para dirigirse a su habitación, donde estaba su esposa.

- No creo que sea buena idea.

- Ray, cariño nuestro hijo necesita un empujoncito. - Dijo Bárbara mientras acariciaba la mejilla de su esposo.

- ¿Y si te equivocas?

Ella levantó una ceja - Yo nunca me equivoco además conozco a mi hijo.

- Yo también lo conozco y sé que no le va a gustar.

- Es por su bien. - Dijo Bárbara antes de darle un corto beso.

El joven empresario seguía en la sala esta vez acompañado de un vaso de whiskey con hielo, los malos recuerdos inundaron su mente de nuevo. Bebió todo el contenido y se sirvió otro vaso.

Flashback:

-No puedes irte. - Hablo con furia y miedo.

Sara se encontraba de pie junto a la puerta sujetando una maleta enorme.

- Ya te lo he dicho me voy, no aguanto más. Sólo estuve contigo porque tienes pasta. - Dijo cínica, llevaba el pelo recogido en una coleta de caballo y su piel perfectamente maquillada.

- Sigo teniendo pasta como tú dices. - Dijo amargamente. Él realmente la quería a tal punto de discutir con su familia.

- Tú me has dado todo lo que necesito pero ya he encontrado a otro mejor.

Paul estaba enfurecido la cogió del brazo y la miro a los ojos. - Eres una zorra. - Escupió con asco. - ¿Quién es?

- ¡Suéltame! ¿O quieres que te denuncie por agresión?

- En estos momentos, sé que eres capaz de cualquier cosa. - Dijo para después soltarla.

Fin del flashback.

- ¡Hermano, eeeh! - Dijo Jane al ver la situación de Paul.

- Ahora no Jane. - Dijo serio mientras se limpiaba bruscamente las lágrimas.

Jane se acercó a él y le quitó el vaso para después abrazarlo. - Ella no se merece que estés así. Tú eres el mejor hombre que he conocido, no dejes que ella te amargue.

- Lo siento. - Dijo apoyándose sobre su hombro y aferrándose al abrazo de su hermana. - Te juro que voy a intentar volver a ser yo, a ser el que era antes.

Alguien diferente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora