Cerré la puerta de la casa con llave y entré al auto, mamá comenzó a conducir, miré el paisaje, los árboles del vecindario son bonitos, sabía que vivían muchos niños cerca, como los hermanitos de Janeth, porque siempre los veo jugar en la calle, también hay un parque cerca de casa, a veces voy con Laila.

Rusia es...tranquilo, hermoso, hay muchas chicas lindas y chicos a los que no les gusta pasar desapercibidos, hay arte y edificios hermosos, puentes laaaargos y muchas chocolaterias.

Mamá entró a un estacionamiento retirando el ticket de ingreso y nos estacionamos bastante cerca de la salida y fuimos a la heladería que a mi tanto me había gustado, donde venden helados de todos sabores, helados artesanales.

Levanté a Laila para que escogiese uno de los helados, aún teniendo 8 años era muy bajita, así que no podía verlos todos.

Yo siempre iba a elegir el de chocolate, así que mamá pidió ese para mi, Laila al parecer quería el de moras, mamá eligió el de Vainilla, en 2 minutos ya estábamos en una mesa comiendo, Weich rechazaba el helado de mamá pero abría mucho la boca cuando le daba cucharadas del mío.

Salimos de la heladería y fuimos a una juguetería, Weich estaba creciendo y necesitábamos más juguetes para él, además Laila estaba pidiendo hace mucho una fábrica de stickers, así que supongo que también veríamos de que se trata.

Las tiendas de juguetes son mágicas, yo no sé mucho de ellas porque desperté siendo un niño grande que debió madurar derrepente, pero aún así me emocionaba mucho entrar a una.

Los aviones en el techo, los castillos de princesa junto a todo su reino detrás de un cristal, los autitos de juguete y las piezas de construcción, todo dentro de un local de madera, como si todo allí fuese mágico.

Laila corría tomando mi mano, mamá se había quedado en el pasillo de juguetes para bebés, así que ambos podíamos correr con libertad por toda la tienda.

Laila se quedó parada frente a una maquina rosa llena de brillitos, así que este es su preciado juguete...

Luego de unos minutos mirando más juguetes mamá caminó a nuestro lado con un pequeño carrito, Laila se fue tomando su mano, así que yo di un par de vueltas por la tienda, me quedé pegado viendo un osito de peluche con el estómago lleno de brillitos y agua, tiene un listón en su cuello y un librito a su lado.

Me asusté mucho, porque estaba tan atento mirandolo y una mano lo sacó de la estantería, sentí mucha vergüenza hasta que vi que era la mano de mamá, ella miró el osito y lo metió dentro del carrito, luego acarició mi cabello y caminó a la caja.

Cuando tocaba mi cabeza sentía algo raro, algo que no había sentido, como si lo que tenía dentro de mi cabeza se moviese, como si...'hiciese algún ruido'.

Sé que era pronto para alegrarse de algo tan pequeño, pero querría saltar de emoción con tan sólo pensar en la posibilidad de volver a oír.

Quería creer con todas mis fuerzas que cuando la costura cicatrizara iba a poder comenzar el camino de rehabilitación, porque, la verdad, hasta este momento no había pensado en la verdadera razón de porque fui operado, no quería hacerme ilusiones, me negaba a creer que fuese cierto.

Pero ¿Podría escuchar a mis amigos, a mis hermanos? ¿Cómo es su voz?

Mamá pagó las compras y cuando yo estaba tomando las bolsas para irnos al estacionamiento ella me detuvo y me entregó la bolsa con el osito que pensé era para Weich.

'Este es tuyo' bueno, no exactamente dicho así, pero logré entender el mensaje.

No sé si realmente necesitaba un juguete como este, pero sólo el pensar que era mío, que lo había comprado para mi, me hacía muy feliz.

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