Capítulo 47 Poco A Poco

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— ¿Ya estabas loca por mí?— Como buen egocéntrico sólo enfoca su atención en sí mismo y lo peor es que refuerzo su comportamiento narcisista.

— Sabes que estoy loca por ti desde que afortunadamente tropezamos.— Vuelvo a utilizar como recurso el pasado y recibo como recompensa a mi incentivo su ferviente mirada. La atmósfera entre los dos cambia y se causa de una electrizante y expectante anhelo.  

Raffaella.— Dice mi nombre de ese modo único, que solo él consigue pronunciar y nuevamente me estrecha contra su cuerpo. Hunde su mano en mi pelo y tira de él para echarme la cabeza hacia atrás, su otra mano se desliza al final de mi espalda. Me besa. . . un beso largo, vehemente y apasionado, invadiendo mi boca con su lengua. Su respiración se acelera, su ardor, su erección. Ahora soy yo quien le engancha el pelo y lo amarro a mí, en un duelo de pasión. Lo deseo aquí, ahora, en nuestra cama. Se aparta y me mira con ojos repletos de cruda sensualidad y arrogancia. Me deja sin aliento y más con lo que a continuación dice.— Yo no quiero un «para siempre» de unos meses, yo quiero un «poco a poco» que nunca acabé. ¿Te acuerdas?— Acaricia mi rostro, haciendo mención de nuestros votos de amor. Sonrío.

— Si.— Concedo sin dejar de hundirme en su oscura mirada, de la que soy presa.

— Fíjate, aquí estamos, arreglando nuestro problemas.—  Dice socarrón y me suelta. 

Riendo lo observo salir de la habitación, luego regreso al vestidor para terminar de arreglarme. Mirándome la espejo medito sobre el hecho que el hombre es una vorágine de sentimientos dispares. En un segundo explota, para después volverse apasionado y ese mismo trayecto termina siendo tierno. Es tan confuso, no me deja margen para digerir cada sentimiento por separado. En un instante estoy en un sitio y en el siguiente me hallo en el extremo opuesto. Al parecer me encuentro recorriendo una montaña rusa emocional. 

Después de aplicar un ligero maquillaje y peinar mi melena, me dispongo a salir de la habitación para alcanzar a mi amado, pero en medio camino hace entrada a la habitación y avienta la puerta con brusquedad, cerrándola de golpe. Acompaña su violento ademán con un rostro de los mil demonios. Creo que estoy otras vez montada en uno de los cochecitos, lista para iniciar otro vertiginoso recorrido.

— ¡Raffaella, explícame que fue lo que sucedió!— Obviamente se refiere al altercado con lamescroto y seguro ella se lo contó a su manera, quedando como la víctima y por supuesto yo la villana. Aprieto los puños al comprender que la dejé tomar ventaja, debí caerle un paso adelante y ser yo quien le contará a Gianluca sobre el incidente, pero por negligente no lo hice, en consecuencia se ha generando un problema mayor.— ¡Estoy esperando!— Me mete presión impaciente, sacándome de mi aislamiento. Respiro y con tranquilidad me defiendo.

— No sé en qué contexto te lo dijo, pero te aseguro que Constanza malinterpretó mis palabras.

—  Por curiosidad, ¿crees que su confusión se derivó ante o después de mencionar lo de su vagina atrofiada?— Abro los ojos alarmada, al constatar que la sapa no se guardó nada.

— ¡Esa arpía como siempre manejando todo para quedar cual inocente corderito, mientras yo soy la mala de la película!— Exploto enojada con los puños a mi costado.

Por Dio, mujer, me prometiste que trataría de llevar la fiesta en paz. ¿Dónde quedó tu promesa?— Pregunta exasperado, enterrando las manos en su cabellera. Yo doy un paso hacia adelante a comenzar mi defensa.

— Fue exactamente lo que intente, Gianluca, te lo juro; conversé con Constanza exactamente como lo haría con Lina, pero ella es tan reprimida y snob, que no permite un acercamiento.

— Ella no es la loca de tu amiga, es una empleada bajo tu cargo. ¿Sabes lo delicado que es en este país el trato del personal? Por cualquier cosa te demandan por acoso.— ¡Opsss! Reculo, porque eso suena a problemas. Detestaría causarle un lío legal a menos de cuarenta y ocho horas de mi llegada.

A Pesar De Las Espinas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora