Busco finalmente el bendito aparato hasta que lo encuentro entre todas mis cosas. Paso mi dedo índice sobre la pantalla del mismo y es la misma persona que se quedó dormido ayer, David.

De: David.

¡Hola lindura! ;)

¿Un guiño? ¿Es en serio, David?

Comienzo a teclear mi respuesta, conteniéndome una risa mientras tomo el lugar que la maquillista me indica cuando termina con otra de las chicas.

Para: David

¡Hola bella durmiente!

No contesta, hasta luego de un par de minutos que mi celular vuelve a sonar cuando la chica ha hecho en mi cabello una coleta alta y comienza a buscar con lo que va a empezar.

De: David.

En mi defensa, estaba muy tomado.

No puedo soltar una carcajada en ese instante, no contesto porque Marisa ya ha esparcido base en mi rostro. Un par de minutos después otro mensaje llega.

De: David.

¿A qué hora paso por ti?¿Te gustaría que Oliver y Alexandra nos acompañen?

Tecleo rápidamente un: "Por supuesto"

No puede ser, mi sueño hecho realidad, que mi amiga y yo salgamos en citas dobles.

Pero esto no es una cita.

No quiero que sea una cita, todos los hombres hacen lo mismo, engañar. De algo de una noche este David no pasa, o algo de unas cuantas veces si es bueno en lo que hace. Le digo la hora y dejo mi celular sobre el tocador.

—Natalie —escucho mi nombre de parte de una productora del programa, Carmen, también es una buena amiga desde que ingresé a este lugar. Ella siempre lo menciona de una forma canturreada que me hace reír por la vocecilla aguda que hace —sales en diez minutos.

—De acuerdo —la observo rodearme mientras la maquillista pone algo de polvo en mi cara, se para frente al espejo, se levanta la blusa y se toca el abdomen.

—Quiero ir al gimnasio —la escucho, esbozo una sonrisa al verla cambiar de posición frente al espejo —subí cinco kilos después del engaño del maldito de mi ex.

—Pero estás mejor ahora —intento subirle el ánimo. Recuerdo que su divorcio fue un escándalo porque su marido se ligó a una modelo importante y apareció en todos los noticieros del país —¿para qué querías tener a tu lado un tipo que no aprecia una mujer con tantas cualidades humanitarias?

Ella suelta una risa.

—Porque los hombres prefieren cualidades físicas y un buen sexo —la escucho decir, acomodándose la ropa. Se va en dirección a la puerta —bueno, no es que yo sea mala, soy el Kamasutra andante. Pero, mi punto es que ellos prefieren las esqueléticas, tal vez porque son más flexibles, o más fáciles de manipular, no lo sé, la cosa es que conmigo ni cómo. Pero bueno, así es la vida. Voy a emborracharme para mientras lo supero ¿Vienes conmigo?

Aún estoy intentando comprender todo lo que me dijo, aunque parte de lo que entendí me hace soltar una carcajada.

—Por supuesto —exclamo, luego de un par de segundos. Ella eleva la palma de su mano en mi dirección y hago lo mismo para chocar la suya.

—Nunca te cases, Natalie.

—Por eso ni te preocupes.

Cuando mi jornada laboral de media mañana se termina, me voy directo al parqueo, acordamos con David que lo esperaría aquí, por mucho que insistí que podía llegar sola, él consiguió convencerme de venir por mí. Un Ferrari negro se para justo frente ¡ah! Lo que me faltaba, maldito Sean, ya me tiene hasta los cojones ¿Qué es lo que no comprende de que no me gustan los hombres casados? Sin ver al interior bufo y ahora sí, saco mi dedo medio, si le dice a alguien que hice esto me negaré.

—Que cordial saludo —escucho, de una voz que definitivamente no es la de Sean, inmediatamente llevo mi vista a la persona que ha dicho esas palabras y mi rostro debe ser un poema, quito mi mano y la llevo a mi espalda, me rasco la parte trasera de mi cabeza con la otra, oh Dios mío.

—Lo... —aclaro mi garganta —lo siento, es que un idiota de aquí tiene un vehículo igual al tuyo y creí que era él. ¿Cómo estás, David?

—Bien, gracias —sonríe y me mira rodear el auto para subir del lado del copiloto con la vista abajo, que vergüenza —¿Algún idiota al que deba golpear? —pregunta, cuando me he acomodado en el asiento del copiloto y eso me hace esbozar una leve sonrisa.

Esas palabras sonaron tan bien, voy a admitir; y recuerdo que ayer golpeó a Dereck por mí. Nadie nunca me había defendido. Niego con mi cabeza y el pone en marcha el auto sin mediar palabra, llegamos hasta un restaurante, se ve bien desde afuera, me gusta.

—Esperemos a Oliver, dijo que ya estaba a unos minutos —asiento mientras me bajo del vehículo, lo rodeo hasta el lugar donde está él cerrando la puerta y nos quedamos de pie mientras nuestros amigos llegan.

Tamborileo mi pie derecho contra el pavimento mientras recuesto mi cadera sobre el auto de David, él hace lo mismo a la par mía, se voltea levemente hacia mí y sus ojos tienen un brillo especial con la luz del sol, vaya, si alguien podía gustarte tanto solo con una mirada, ese era David.

—¿El idiota que nos encontramos ayer es tu ex? —pregunta, sus cejas se arquean y me mira con intriga.

—Así es —contesto, que vergüenza la verdad —no sé a qué horas se me ocurrió salir con él.

—Lo mismo te iba a preguntar, siendo tan bella y con un tipo tan feo como ese —resopla, mientras mira al frente, llevando ambas manos a su bolsillo.

No puedo evitar reír, la verdad que no soy de las personas que se fijan sólo en el atractivo físico, pero tampoco puedo evitar notar cuando un hombre está bastante guapo. David está como dado a hacer y ese color de ojos le da muchos puntos a su favor.

En ese preciso momento el Porsche de Oliver con mi amiga se estaciona a la par de nosotros, Alex baja del auto y cuando nuestras miradas se cruzan, hacemos lo que hemos hecho toda la vida desde que nos conocemos: gritar y correr a abrazarnos, como dos crías.

—Acostúmbrate —escucho decir a Oliver a David y ellos se encaminan en dirección al restaurante.



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Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Where stories live. Discover now