Capítulo 58 Cambiaré

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Desperté con la cabeza a punto de estallar y la boca seca, tardé en observar lo que me rodeaba, una habitación perfectamente ordenada y mi cuerpo encima de una cama matrimonial con una manta de color gris. Abrí los ojos de par en par al notar un pequeño vacío en mi vientre o mejor dicho la inexistencia de mi embarazo, retiré la manta solo para confirmar lo que era más que evidente, ya no estaba embarazada.

Traté de ponerme de pie inútilmente ya que un dolor insoportable se abría paso entre mis piernas y mi abdomen bajo obligándome a soltar un pequeño quejido, levanté un poco la sudadera que portaba para encontrar la cicatriz de lo que a mi parecer era una cesaría.

¿Dónde estaba?. Pero aún más importante... ¿Qué le pasó a mi bebé?.

El sonido de un llanto me pusó en alerta y me giré buscando alguna señal de mi bebé para solo encontrar un pequeño radio para bebé a los pies de la cama, no recuerdo su nombre pero es exactamente para escuchar al bebé en otra habitación. Tomé el objeto entre mis manos un tanto desesperada y de pronto el ruido cesó.

-¿Escuchas eso?. Preguntó una voz al otro lado, pero no sabía si esta me podía escuchar. -Es nuestro bebé. Murmuró pacíficamente Alexander.

-¿Dónde estas?. Cuestioné en duda que él podría escucharme, unos instantes después el contestó.

-No te preocupes Lucía, ellos están bien solo quiero preguntarte algo...¿Quieres formar una familia conmigo?. Dijo secamente pero en el fondo pude notar el nerviosismo en su voz.

-Quiero ver a mi bebé, ¿dónde está?. Dije nuevamente comenzando a desesperarme pero no existió respuesta alguna en este caso. Justo cuando traté de arrastrarme para salir de la habitación la puerta de la misma se abrió de un golpe.

Sentí mi rostro palidecer al ver a Alexander entrar a la habitación con una camiseta de color gris y unos jeans oscuros, un poco desgastados pero lo más importante eran dos pequeños bultos en sus brazos ambos cubiertos por mantas de color celeste y rosa pastel.

No existen palabras en ese momento, mi cerebro no llegaba a comprender nada de esto, simplemente no era posible que Alexander estuviera vivo, yo misma lo vi en una bolsa negra muy pálido y ojeroso y ahora estaba como si nada frente a mi examinandome con la mirada. Mucho menos es posible que esos sean mis bebes, es cierto nunca fui al médico y aunque a veces Olivia me decía que tenía una barriga enorme siempre se lo achaque que mi bebé era muy grande pero...

-¿Esos son mis bebés?. Pregunté con la voz quebrada mientras que Alex se acercaba a la cama y se recostaba a mi lado sin antes observar a los niños y asentir. -Tú estas muerto. Susurré para mí misma aunque el pareció escucharme.
 
-¿Sabes? Esto es... raro para mi pero ahora que estás conmigo, todo será más fácil. Dijo tendiendo me el bulto de color rosa. -Te presento a nuestra princesita Skyler. Dijo orgulloso mientras tomaba a la bebé entre mis brazos, cuidando su diminuta cabeza.

Una hermosa y dormilona niña reposaba entre mis brazos, sonreí y no pude contener una lágrima al ver el gran parecido que mi preciosa Sky tenía con Alexander, su cabello con  un negro intenso y tiene un aroma delicioso, toqué su pequeña nariz con mi dedo índice y esta pareció sentir mi tacto arrugando su nariz, era tan linda y se miraba tan frágil.

Simplemente hermosa.

Me concentré tanto en ella que ni siquiera me había dado cuenta que Alexander arrullaba ansiosamente al bebé que sostenía, el cual había comenzado a chillar a todo pulmón, lleno de vida,  manoteando en el aire, acosté a Sky en la cama sin antes ver nuevamente su rostro lleno de tranquilidad a pesar del ruido del llanto, abrí los brazos para tomar al pelinegro de su hermano quien tenía el rostro contraído en una mueca y las pequeñas venas de su frente saltaban a la vista, comencé a mecerlo cuidadosamente sobre mi pecho mientras que Alexander tomaba a Skyler con una sonrisa en sus labios.

-¿Cómo se llamará?. Pronuncié tratando de entablar una conversación mientras trataba de silenciar al pequeño, Alex me miró y luego concentró su mirada en mi bebé, con el seño fruncido como cuando un niño observa algún animal desconocido y no sabe que es.

-Elige tu el nombre. Contestó volviendo a enfocarse en la niña tomando su pequeña mano envuelta en un puño. Acerqué a mi niño a mi oreja para escuchar los pequeños latidos de su corazón y una increíble idea sobre el nombre me vino a la mente.

-¿Puede su nombre ser Sander?. Pregunté girando me a ver a Alexander quien me miraba inexpresivo mientras que sus labios se unían en una perfecta línea recta.

-¿Quieres que se llamé así?. Cuestionó y yo asentí. -Es... lindo. Murmuró con una sonrisa de lado. -No tienes porque preguntarme cosas... Es decir no en ciertas cosas, si quieres hacer algo, solo hazlo y ya, no necesitas mi permiso. Dijo midiendo sus palabras.

-Tenemos mucho de que hablar. Dije sonriendo al ver que Sander se había quedado dormido nuevamente. -Nunca fue mi intención que terminarás encerra...

-Calla... Me interrumpió y luego dejó la palabra incompleta un poco avergonzado. -Lo siento, es la costumbre... No quiero hablar de lo que pasó, ni de lo que sucederá más adelante por favor, sé que lo que hice estuvo muy mal y no asumí las consecuencias como debí de hacerlo pero tú sabes porque lo hice... no quiero pensar en que sucederá si me llegan a encontrar después de declararme muerto, es por eso que me fui pero regresé por ti y aquí en esta nueva ciudad todo será diferente... lo prometo. Dijo sosteniendo a Skyler con su brazo izquierdo y extendiendo su mano derecha para tomarme la mano.

-Olivia debe de estar preocupada. Murmuré sin mirarlo a los ojos y él lanzó un suspiro.

-Ella no puede saber donde estás, sería mi fin... ¿acaso no quieres que me quedé aquí contigo? ¿con ustedes? ¿Tan rápido te olvidaste de mí?. Preguntó con los ojos aguados y una expresión herida.

-No es eso, pero ponte en mi lugar un segundo, no te das cuenta de que... me interrumpí automáticamente.

-Cambiaré.

-No quiero que cambies, te amo tal y cual eres pero tan solo te pidó... Te suplicó que si te enojas, si tienes un mal día o incluso si es solo para tu diversión, antes de siquiera intentar levantarles una mano a ellos. Pronuncié dirigiéndome a nuestros hijos.      -Ten en cuenta que me los llevaré muy lejos ¿entiendes lo que digo?. Puedes hacer lo que quieras conmigo pero escúchame bien, a ellos, no los vas a tocar nunca ¿de acuerdo?.

-No les haré daño solo porque sí, no soy un monstruo. Susurró con los ojos rojos y de cierto modo creo en él, en su palabra. Me acerqué a él para darle un beso, se sentía bien poder respirar el mismo aire que él y escuchar los latidos de su corazón a pocos centímetros de mí. Quizás este no era nuestro momento más feliz como se suponía que debía ser pero era reconfortante para ambos,  sus labios me demostraban la necesidad de estos meses y me aseguraban que no la había pasado bien ocultándose pero eso no era justificación, ya no era por mí, por mi dignidad e incluso por mi vida, había perdonado muchas cosas y no importaba realmente si me asesinaba con sus propias manos por que llega un instante en la vida de cada persona que por más que luchó por una causa es capaz de rendirse así de fácil con tal de proteger a lo que ama, sacrificarse por amor.

Mi vida nunca fue un cuento de hadas, o quizás sí pero fue de cierta manera diferente. Algún día, les contaré a mis pequeños que en un reino existía una princesa que estaba presa por un terrible dragón que la hacía llorar mucho pero un día esta se dio cuenta que el dragón no era malo... solo tenía miedo de ser herido y en el fondo era un pequeño niño asustado y roto que trataba de esconderse tras una máscara cruel.

Un infierno, eso creí que era mi vida sin darme cuenta que me encontraba rumbo a una nueva vida... a veces necesitas que alguien te destruya por completo para ser más valiente y aunque no lo creas cada insulto, golpe o cualquier otro rastro de maltrato te hace añorar ser más fuerte para acabar con la violencia, cuando en el fondo no eres débil.

Quizás tu silencio no sea cobardía.

Quizás tu llanto no muestré resignación.

Quizás las marcas, escriban una nueva historia.

Quizás tú dolor se convierta en amor.

Jamás te dejes caer, porque eres mucho mejor que toda la porquería que hay en este mundo.

Y si nadie te lo ha dicho... soportar un golpe no es por ser cobarde, lo cobarde es creer que mereces ese golpe.

Mantente fuerte.

Sobrevive.

RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora