Capítulo 31 ¿Por mí?

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Al entrar al sanitario giré la llave de la regadera mientras me quitaba la ropa para después dejar que el agua se deslizará por mi cuerpo, era de cierta manera reconfortante  pensar que el agua se puede llevar todas las penas a pesar que solo es una idea mía.

Froté mi cuerpo con la borla enjabonada lentamente para después masajear mi cabello con acondicionador y dejar que el agua fría quitará la espuma que producía y me quedé un buen tiempo ahí, bajo el agua.

Con miles de dudas, cientos de culpas, decenas de tristezas y una sola alma.

Cuando salí de la ducha mis dedos se arrugaron como pequeñas pasas debido al contacto con el agua, no me molesté en subir al segundo piso para buscar algo de ropa, en el cuarto de lavado había dejado ropa interior que me calzé enredando me en una toalla para salir a buscar una camiseta de Alexander.

Abrí la puerta del sanitario para salir y que la luz iluminará un poco la habitación en penumbra debido a que el foco se negaba a encender, caminé hasta la cómoda en donde Alexander guardaba su ropa y abrí el primer cajón para tomar una camiseta y dejar caer la toalla para vestirme con ella.

Pegué mi oído a la puerta para tratar de escuchar algo al otro lado de la habitación, sin embargo el silencio era abundante, hasta que el sonido de una vibración hizo que me sobre saltará dejándome ver como una pequeña luz brotaba entre las mantas de la cama y me acerqué para tomarlo entre mis manos.

Un móvil.

Llamada entrante, número privado.

Leí en la pantalla y dudé en contestar pero finalmente presioné la pantalla para atender la llamada.

-¿Hola?. Hablé en voz baja a pesar que estaba sola en la habitación, pasaron unos momentos sin que nadie respondiera en la otra línea así que volví a insistir. -¿Hola?

-Quiero mi camiseta de vuelta. Contestó del otro lado de la línea Alexander lo cual era inusual porque estaba sola en la habitación y era imposible que él pueda saber lo que hago o no.

-¿Dónde estas?. Pregunté abriendo los ojos en busca de él en la habitación pero no había nadie.

-Quítate la camiseta y te lo diré. Contestó con suma paciencia al ver que no obtenía respuesta continuó hablando. -Dejamos algo pendiente ¿recuerdas?. Agregó con una voz provocativa.

-No puedes hacer esto. Susurré atónita.

-¿No quieres saber en donde estoy?. Preguntó y me mordí el labio inferior.

-Tengo miedo.

-¿De mí?.

-No, de lo que está pasando entre nosotros. Admití pero el no contestó.

Estaba trastornado, hace unas horas me estaba golpeando y un poco más tarde enterramos a Alexa... pero creo que a final de cuentas yo no estaba totalmente cuerda, al menos eso me repetí antes de sacarme la camiseta quedando en ropa interior.

Distinguí una pequeña risita al otro lado de la llamada y me di una bofetada mentalmente por no hacer le rogar un poco más.

-Te odio. Susurré al móvil y su risa se intensificó.

-Te amo. Contestó y sonreí al escucharlo.

Allí estaba de vuelta, mi Alexander.

De alguna manera era cierto, lo odiaba pero daría la vida por él y él me amaba pero trataba de hacer morir mi dignidad.

¿Ser el títere de una persona que amas?. Tenía mis dudas pero aún así preferí seguir con el juego.

-¿Cómo puedes saber lo que hago?. Pregunté revisando la habitación con la mirada.

-Estoy en todas partes cariño. Contestó triunfante.

-No bromees. Sentencié rodando los ojos y escuché un suspiro dramatizado de su parte.

-En la esquina superior de la habitación hay una cámara, por cierto desde ese ángulo te vez fabulosa. Dijo e inmeditamente enfoqué mi atención en la esquina de la habitación, casi me di por vencida hasta que distinguí un pequeño encendido de luz roja casi imperceptible.

-Eres un idiota. Dije sorprendida

-Nop, soy un genio en tenerte vigilada las veinticuatro horas.

-¿Hay más?. Pregunté tratando de pensar en todas las veces que me estuvo observando para ver lo que estaba haciendo.

-Al menos una en cada habitación... quizás más. Contestó como un niño confesando haber mordido un trozo de pastel.  -Muchas palabras ahora busca en el armario un vestido blanco. Contestó dándome instrucciones.

Caminé hasta el armario para abrirlo, la ultima vez que lo hice me fue muy mal. Encontré el vestido era semicircular por encima de las rodillas y con encaje en las mangas y espalda formando un pequeño y disimulado escote.

-Lo tengo ¿ahora qué?. Contesté poniendo el celular en altavoz y dejándolo en la cama, a lado del vestido.

-Es obvio, tienes que ponertelo. Dijo y yo lo hice me quedaba un poco ajustado de la cintura pero fuera de eso era perfecto. -Muy bien, ahora sal de la casa.

-¿Estas loco? Bueno si lo estás, pero a lo que me refiero es... ¿Dónde esta Wendy?.

-Ya se fue, no te preocupes por ella, la puerta principal esta abierta. Dijo y antes que pudiera preguntar algo más, había colgado.

Caminé  fuera de la casa y efectivamente la puerta estaba entreabierta. Genial ahora solo tenía que buscarlo por todo el campo de la casa con suerte y no me perdía. Según lo que recordaba traté de ir en lado contrario de los perros de Alexander, no quería ni por error verlos.

Caminé por el terreno irregular tropezando varias veces hasta que finamente una luz me cegó.

Alexander estaba de pie con una lámpara frente a mi en medio de la oscuridad.

-¡¿Qué rayos?!. Dije tocando su brazo para que dejará de aluzarme en los ojos y lo hizo antes de poder decir nada me cargo como un costal de papas haciendo que soltará un grito ante la sorpresa, era horrible estar de cabeza solo viendo la espalda de Alexander y el suelo, pude ver que Alexander se había cambiado de ropa usando ahora una camiseta blanca con un pantalón negro que lo hacía ver como un mesero barato.

Un mesero barato pero muy apuesto.

-¡BA-JA-ME!. Grité golpeando su espalda pero él no me prestó la más mínima atención, al contrario aceleró el paso causandome náuseas al estar de cabeza.

Quizás fueron unos diez minutos hasta que se detuvo y me bajo, no estaba en mis cinco sentidos, así que cuando mis pies tocaron suelo el resto de mi cuerpo también lo hizo al no estar bien equilibrado haciendo me caer de bruces.

-Se nota que te caes por mí. Dijo Alexander sarcásticamente sacándome la vuelta.

El suelo seguía siendo pasto verde aunque la iluminación había mejorado, cuando logré ponerme de pie me giré para quedarme boquiabierta al ver como unos veinte árboles estaban perfectamente plantados y de buen tamaño formando un círculo con una entrada en donde caía una enredadera con flores blancas iluminada por unas
bombillas, Alexander salió por la enredadera con una rosa blanca en las manos, sonriente.

-¿Cómo puedes sonreír tras un funeral?. Pregunté admirada.

-Por que tu eres mi mejor motivo para sonreír y porque aprendí que si te quedas hundido en la tristeza no resuelves nada, anda, apuesto a que Alexa hubiera deseado verte sonreír tal como lo estoy haciendo yo ahora... sé que es difícil pero al menos inténtalo... ¿Por mí?.

RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora