Capítulo 9 Masoquista

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-Cállate Alexander. Dije en cuánto llegamos a la casa, en el camino de regresó no dejó de insultarme.

-¿Crees qué tienes algún derecho en decirme que hacer? Solo eres una put... Le di una bofetada, nunca antes lo había hecho pero él nunca me había insultado así, vi sus ojos llenos de sorpresa y furia. No dijo nada, simplemente se quedó de pie en la cocina con una mirada sombría y el rostro lleno de furia.

-No te atrevas a decir algo de lo que te puedes arrepentir, soy tu hermana y merezco respeto.

-¿Respeto? ¿Qué me puedes decir tú de respeto? Si hace una semana dejaste que uno de mis amigos te viera desnuda en tu habitación y después dejaste que te quitara la camiseta. Hoy te encuentro a solas besando te con un chico que apenas conoces y que además es peligroso. No eres más que una zorra barata.

-Mira, si tu quieres podemos ir a otro lugar, comenzar de cero, tratar de llevarnos bien si tan sólo aceptarás olvidar todo, tendríamos una oportunidad para...

-Te ibas a acostar con él ¿verdad?. Preguntó en un susurro.

Mi intento de reconciliación con él, se fue al demonio, lo único que deseaba es que todo esto terminará, no me importaba quién mataba a quién, solo quería que uno de los dos desapareciera, esa era la única solución para que ambos viviéramos en paz.

-Si, planeaba hacerlo con él, con tu amigo, con quién fuera, necesitaba sentirme querida al igual que tu también tengo necesidades. Me encogí de hombros. -Puedes llamarme Zorra si quieres, no me importa ¿Sabes por qué? Porque para Sebastián no soy ninguna Zorra, yo le gusto y nunca antes le había gustado a nadie. Contesté sintiendo como mis ojos se humedecían con lágrimas queriendo escapar pero trate de resistir.

No gritó, tampoco intento golpearme.

Solo se marchó escalones arriba, a mi habitación, yo lo seguí.

-¿Qué haces?. Cuestioné cuando el abrió la puerta de la habitación, no hubo respuesta, solo caminó hasta la cama y se sentó en ella.

No podía creer lo que mis ojos estaban viendo Alexander estaba llorando, en ese instante me sentí culpable. Sentí como una mano me jalaba, era Alexander sus ojos estaban rojos y destilaban algo que nunca había visto.

Tristeza.

-Lo siento... Yo... No lo decía en serio, en verdad... Traté de decirle la verdad pero el me interrumpió.

-Vete.

-¿Qué?. Pregunté anonadada.

-Vete, la puerta esta abierta... solo vete y no regreses jamás ¿entiendes?. Preguntó mirándome a los ojos.

Y en ese momento supe que no podía irme aunque él me lo permitiese.

-No puedo irme... no tengo a donde ir.

-Hay suficiente dinero en uno de los cajones de la cocina tómalo y...

-Tú no entiendes, no quiero irme. Dije sorprendida de lo que había dicho ¿realmente no quería irme? Él era un demonio, había deseado toda mi vida algo y ahora que lo tenía en frente de mí lo rechazaba a toda costa.

¿Acaso me estaba volviendo loca?.

Tanto tiempo esperando una oportunidad como esta y ahora que la tenía frente a mi le iba a dar la espalda.

-No te puedes quedar... yo no puedo soportar la idea de que... Calló inmediatamente y se puso de pie. -No te quiero ver mañana cuando despierte. Fue lo último que dijo antes de irse.

Lloré.

Sentía un vacío dentro de mí, no quería alejarme de él aunque sabía que era lo mejor, traté de recordar todos sus golpes, sus insultos pero no podía odiarlo, nunca lo haría lo suficiente para irme de su lado, preferiría que el me matara antes de largarme.

Reí amargamente.

Era una maldita masoquista.

RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora