Capítulo 49 Un cuento

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La mañana siguiente estaba agotada tanto física como mentalmente, no había pegado el ojo en toda la noche y Alexander no durmió en casa, solo regresó por la mañana con ropa diferente a la anterior, no se molestó en mirarme o siquiera hablarme, a excepción de cuando me dijo que ya nos fueramos.

Por la mañana antes que él llegará me había dado un baño y me había puesto unos jeans y un suéter de color negro acompañado de una gorra a juego, ya que afuera estaba fresco y una pequeña lluvia opacaba el día.

Bajamos en el elevador hasta la primera planta y caminamos hasta el estacionamiento en completo silencio, cuando abrí la puerta del auto, una bolsa de supermercado con una botella de vino a media tomar se encontraba en el asiento del copiloto, no me molesté en preguntar nada, solo la aparté y subí.

Hoy no tenía ganas de absolutamente nada, era como si todas mis emociones se agotarán y no quedará absolutamente nada en mi, solo vacío.

¿Esta era mi vida? Golpes, insultos, desconfianza, silencio.

Aparte esas ideas de mi cabeza hundiendo me en un sueño profundo hasta que Alexander me despertó deteniendo el motor del coche, miré el reloj, habían pasado cuatro horas de camino, cuatro horas de sueño y tranquilidad.

-Habitación 230. Mencionó Alexander quitando el seguro a las puertas. Me froté los ojos para ver al rededor, frente a nosotros un gran edificio blanco con varias ventanas, me quité el cinturón y abrí la puerta sorprendiéndome que Alexander colocará su mano sobre mi suéter en donde debajo se encontraba mi vientre, me giré a ver lo, tenía un aspecto cansado, no solo por mí, era como si algo más lo preocupará.

¿Pero por qué iba a sentir lástima por él?

Había llamado a nuestro hijo "bastardo" e incluso había amenazado con matarlo.

Aparté su mano y bajé del coche dando un puertazo para caminar entre la cera mojada y pequeñas gotas de lluvia me salpicaban el rostro, las puertas del hospital eran de cristal y muy grandes, antes de poder estirar la mano para empujarlas un guardía abrió la puerta y lo agradecí con una sonrisa.

El olor a hospital inundaba mis fosas nasales, odiaba los hospitales no tenía ni un solo recuerdo bueno de ellos, siempre que venía a alguno era porque Alexander me había golpeado tanto que hasta él mismo pensaba que moriría, siempre me dejaban salir porque él decía que me había caído de las escaleras  o simplemente me sacaba del hospital a escondidas y nos mudabamos de ciudad.

Las personas tenían aspectos de zombies cansados, tristes quizás por que estaban enfermos o tenían algún ser querido en cama y los amaban tanto que sufrían al ver los enfermos, las enfermeras y doctores se paseaban por el lugar con tablas y medicamentos, me acerqué a la recepción atendida por una joven enfermera de cabello castaño y grandes ojos.

-Disculpe ¿me puede dar información sobre un paciente?. Preguntó amablemente y ella asintió. -Sebastían Wilson,  debió de ser ingresado hace un par de meses por un accidente en motocicleta. Dije y la castaña ingreso el nombre en la computadora.

-Habitación 230 en el piso número dos. Anunció con una sonrisa.

-Gracias. Contesté alejándome para entrar en el elevador y oprimir el número dos, al menos podía ver lo después de un gran tiempo, cuando las puertas del elevador se abrieron un pasillo blanco se asomó a la vista, era estrecho y asfixiante, busqué la habitación mientras miraba algunos pacientes en sillas de ruedas siendo trasportados por enfermeras debido a algún pie roto u otra lesión.

Finalmente encontré la habitación marcada con el número indicado, lancé un suspiro antes de empujar la puerta de una habitación meramente pintada con colores neutros y una cama blanca con un joven rubio dormitando encima de ella. Me acerqué lentamente tratando de no hacer ruido para no despertarlo y cerré la puerta tras de mi.

RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora