Capítulo 50 Traidora

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Un vacío, eso era mi vida.

Si tuviera el valor suficiente para tirarme de un puente o darme un tiro creo que tendría un poco más de dignidad pero no, soy una cobarde, siempre lo fuí. Lo único que me queda ahora son los recuerdos, buenos o malos pero ahí están y pase lo que pase nunca se irán.

El trato es simple, lo único difícil es saber que todo se irá a la mierda.

¿Creer? ¿Amar? ¿Felicidad?

Solo es un mito más que las personas inventaron para justificar su estupidez.

El amor no existe.

Caminé a paso rítmico tratando de mantenerme tranquila, absorbida en mis pensamientos hasta que logré salir por las puertas del hospital para encontrar a Alexander reclinado en el capo del coche, frotándose el cuello para luego cruzar la mirada con mis ojos.

Silencio.

Abró la puerta para entrar al coche y unos instantes él hace lo mismo, para luego encender el motor y poner en marcha el coche.

Se ve muy apuesto a pesar de estar concentrado en conducir, su cabello esta revuelto y luce ojeroso pero a pesar de eso, se ve más maduro y responsable, aunque solo sea su fachada en la que se esconde un niño inseguro y mentiroso.

-¿Por qué me miras así?. Preguntó girando  el volante a la izquierda.

-Solo trato de imaginar como será nuestro bebé... ¿Crees que sea una pequeña zorra como yo? ¿o un mentiroso como tú?. Pregunté alegremente pero él solo giró los ojos en señal de fastidio mientras guardaba silencio. -¿Sabes? Nunca me dijiste las cosas que rondaron en tu cabeza los dos meses que estuve en cama.

-Eso ya no importa. Dijo secamente pero no le tomé importancia.

-Tengo curiosidad, ¿Qué pensaste? ¿me ibas a asesinar? o quizás pensabas ¿que jamás despertaría y te podrías llevar al bebé para criarlo con Wendy?. Dije moviéndome un poco para reclinar mi cabeza en su hombro y sentir como sus brazos se tensaban mientras acercaba mi boca a su oído. -Si el bebé es niño lo vas a matar ¿no? Y si es niña, la vas a violar como lo hiciste con tu hermana y conmigo. Susurré cínicamente y me dio un manotazo para apartarme.

-Cállate, no sabes lo que estás diciendo.

-¡Claro que lo sé! Eres un maldito mentiroso, ¡un enfermo mental!. Dije alzando la voz mientras subíamos la carretera y él por un momento se distrajo para levantar la mano y golpearme pero en el último instante se arrepintió y reí amargamente. -No puedes hacerme nada, por que yo tengo algo que tu quieres.

-Deja de jugar, Lucy. Pareces una maldita loca. Pronunció girandose a verme un leve momento. Su rostro mostraba confusión pero a la vez estaba tratando de manejar la situación y mantener la vista al frente mientras pasabamos al lado de un patrulla.

-Estoy cansada de esto, es difícil vivir contigo, es un jodido infierno, todo este tiempo estar a tu lado lo ha sido. ¿Sabes? El hecho que me trates bien a mí es por el bebé... pero ¿qué pasá si el bebé desaparece?. Dije y él pareció tantear mis palabras, se giró hacía mí con los ojos muy abiertos pero era demasiado tarde, había jalado la manija de la puerta para abrirla, antes que él pudiera decir algo o tratar de detener el coche, mi cuerpo estaba fuera del auto golpeando el pavimiento.

Cubrí mi estómago, pidiendo perdón mentalmente a mi bebé por exponerlo de tal forma al lanzarme así del coche pero eso era para una buena causa, la señal para que atraparan a Alexander y mi boleto para una nueva vida.

Una nueva vida para mí y mi bebé. Sin Alexander, sin golpes ni maltratos.

Sin miedo.

Cuando paré de rodar en la carretera, quedé un poco aturdida por los golpes e hice una rápida observación de mi cuerpo, la ropa estaba completamente sucia debido a la llovizna que cubría la carretera, pero lo más importante es que Alexander estaba corriendo hacía mí mientras que las sirenas de las patrullas se acercaban.

¿El trato que hice con Sebastían?.

Ayudar a que la policía lo atrapará para poder enjuiciar lo, Sebastían había dicho que eran varias veces en que lograba escapar pero esta vez, él mismo había decidido correr hacía la policía en vez de huir, tal como lo había dicho Sebastían, yo era importante para él o mejor dicho lo que tenía dentro de mí, tan importante que se olvido el hecho que la policía no estaba aquí por casualidad, si no que solo estaban aquí para arrestarlo tras dar aviso al ministerio público dentro del hospital.

Todo había acabado.

Alexander estaba de pie frente a mi mientras que yo trataba de ponerme de pie y Alexander me miraba con una expresión de decepción mientras los agentes bajaban de la patrulla con sus armas dirigidas a Alex quien miraba a mis piernas, no entendía nada hasta que él habló.

-Estás sangrando. Susurró con temor y dirigí mi mirada al mismo punto que la suya. Era cierto, una mancha de color carmesí se extendía por mi entrepierna oscureciendo la tela de mis jeans.

Esto no podía ser cierto, mi bebé no podía morir, eso no era parte del plan, había cubierto mi vientre para que no se golpeará, tenía que ser una broma de mal gusto.

Alexander se inclinó hacía mí con los ojos muy abiertos, preso del pánico a pesar que un agente le ordenará a gritos que se apartara de mí.

-Me traicionaste... a mí y al bebé. Susurró con la voz quebrada.

-Por favor, ayúdame. Supliqué tomando su mano para que no me dejará sola, sin embargo no existió respuesta alguna hasta que los oficiales lo tomaron de los brazos para colocarle unas esposas, no apartaba sus ojos grises puestos en mí mientras que le decían sus derechos.

-¡Necesita ayuda! Está embarazada y lo puede perder. Le dijo Alexander a uno de sus apresores. -Por favor solo déjeme revisarla ¡Por favor!. Dijo siendo arrastrado por dos agentes a la patrulla.

-¿Se encuentra bien? La ambulancia viene en camino. Dijo uno de los oficiales poniéndose de cuclillas a mi lado.

¿Bien? Es la pregunta más estúpida que puede existir, estoy sangrando, puedo perder a mi bebé mientras que Alexander esta como loco tratando de venir corriendo hacía mí para ayudarme a pesar que yo lo condené por ser una traidora.

¿Qué he hecho?

-¡Lo siento!. Grité tratando de ponerme de pie pero el oficial me detuvo sorprendido de lo que estaba gritando. -¡Lamento no poder adaptarme a ti! ¡PERDÓN POR NO AMARTE DE LA MISMA FORMA QUE TÚ A MI!. Grité con más fuerzas mientras que Alexander dejaba de luchar contra los oficiales para girarme a ver, seguía esposado pero en su rostro había una sonrisa triste.

-¡TODO ESTARÁ BIEN!. Gritó antes que uno de los oficiales le apuntara con una pistola eléctrica dándole una descarga para derribarlo al suelo.

Se supone que cuando tu haces algo, debes de estar contenta por tu forma de actuar, al menos eso pensaba yo cuando creí librarme de Alexander, cuando la realidad es que en el fondo deseo pudrirme en el infierno con tal de estar a su lado.

Antes tenía el papel de víctima, ahora era una traidora.

RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora