Capítulo 26

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Keiler's POV.

Llevé las manos a mi cabeza con frustración. Estaba muerta, los mejores hombres de Dmitry Vólkov estaban tras de mi. Deseando encontrarme.

-Sabía que esto iba a salir mal, desde un jodido inicio.- bufé.

-¿Qué vamos a hacer?.- preguntó Tyler con preocupación.

-Tenemos que seguir avanzando lo más rápido posible, sin que ninguno salga herido.- respondió Bert. Lo fulminé con la mirada.

-¿Hablas en serio? ¿tenemos? Joder, lo único que tu haces es pedirnos un registro, nosotros hacemos todo.- dije refiriéndome a Tyler y a mi. Bert no dijo nada.- Y por si no te diste cuenta a la única que quieren herida es a mi. Sabía que estaría mejor en la cárcel que aquí.- hablé molesta. Nadie más dijo nada. Ya me había metido en esto y ahora lo único que debía hacer era terminar lo que había comenzado.

El silencio se había apoderado de la habitación en la que estábamos, apenas se escuchaban nuestras respiraciones. Me encontraba sentada en el sillón cercano a la ventana ideando algún plan en mi cabeza, nada se me ocurría por ahora. No conocía bien a Dmitry, las investigaciones que estábamos haciendo con Tyler eran de sus paraderos, sus movimientos. Ahora todo cambió, su objetivo era yo.

-Tenemos que ir a Rusia.- solté. Ambos me miraron como si me hubiera vuelto loca.

-¿qué? no te podemos proteger allá.- dijo Bert.

-Tu no, Tyler si. A él no lo buscan, es a mi. Me encontraré con Dmitry, primero nos encargaremos de sus hombres, Tyler se mantendrá oculto. Si Vólkov se me acerca o me hace algo, Tyler tendrá espacio libre para disparar.- era lo mejor que se me había ocurrido.

-No puedo dejar que te asesine.- dijo Bert.

-Eso debías pensarlo antes.- dije levantándome para luego irme. Salí de allí y me subí a mi moto para conducir a casa.

Luego de cerrar todo subí a darme una ducha. Al terminar me puse algo cómodo ya que no saldría de casa. Fui a la cocina y me preparé una ensalada de frutas para comer. Tomé mi computador y lo puse sobre la mesa de la cocina para luego sentarme.

Estuve investigando hasta que mis ojos dolieron, me di masajes en la frente aguantando la frustración, eran casi las nueve de la noche y no encontré absolutamente nada que me sirviera, ni registros, ni armamento, ni nada. De pronto una idea se me vino a la cabeza. ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Tomé mi celular y marqué el número que hace tanto no había marcado.

Llamada telefónica.

-¿esto es real? Me has recordado.- habló sorprendido. Reí.

-Lo siento, he estado en problemas.- dije.

-Si me he enterado. ¿A que se debe el honor?.- preguntó.

-¿por qué tendría que llamarte para pedir algo?.- pregunté riendo. Escuché su grave risa en la linea.

-Tu lo has dicho pequeña Kei.- dijo. Solté un suspiro.

-Ok, necesito verte. No puedo decirlo por teléfono.- hablé.

-¿Cómo se que no quieres entregarme? Trabajas para la CIA.- preguntó.- es broma.- rió unos minutos después.

-Que idiota eres, nunca te entregaría.- dije.

-Lose pequeña. Te veo en la estación en veinte.- habló.

-Ok. Adiós y gracias.- dije.

-Adiós.- cortó la comunicación.

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