Todos venimos a este mundo con un propósito fijo, la pregunta ¿Qué hago aquí?, siempre tendrá su respuesta a lo largo de la vida.
Muchas veces nos creemos las personas mas estúpidas del mundo solo por no encajar en lo que se llama "sociedad", rec...
-nada.- tenía mi atención en la chica que aparcaba su coche al otro lado de la calle, su melena rubia se movía con el viento y llevaba una sonrisa en la cara.
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Vestía con shorts negros, y un poleron que a kilometros se notaba que no era de ella. Con ella, iba la chica de pelo rosa y James, que pasó su brazo por el hombro de la rubia pero Bruce, que también venia con el grupo de Keiler, lo apartó para él rodear a la chica con su brazo.
-¿Entramos?.- preguntó Noah. Josh y yo asentimos.
Vi a Keiler sola en su casillero, así que aproveché la oportunidad para acercarme a ella. Metí las manos a mis bolsillos del pantalon, hablar con ella me pone un tanto nervioso, nunca se que es lo que puede decir y eso no me suele pasar con las chicas.
-Hola Keiler.- saludé, volteó su rostro mientras cerraba su casillero.
-Hola.- respondió.
-Eeh... ¿Podemos hablar?.- pregunté.
-¿Ahora? Tenemos clases.- dijo. Asentí.
-Podemos no entrar a ellas.- propuse. Ella sonrió negando con su cabeza.
-Eres todo un caso Taylor, pero... Esta bien, de todos modos no iba a entrar.- se encogió de hombros. Sonreí.
-Ven, sigueme.- hablé, luego caminamos hasta la parte trasera del colegio, cerca de las canchas, casi nunca venia alguien aquí, por lo que sería más cómodo.
-Y bien... ¿De que quieres hablar?.- preguntó al sentarse en el pasto. Reí.
-¿Por qué siempre eres tan directa?.- pregunté. Se encogió de hombros.
-Creo que las cosas son más fáciles así.- dijo.
-Ok, primero... Siento lo de la apuesta, de verdad.- solté. Soltó un suspiro.
-Bien, dejemos eso en el pasado y olvidemoslo.- dijo, metió sus manos en el bolsillo del poleron.
-No es algo fácil de olvidar, Keiler. Aun que no lo parezca se que a ambos nos costará olvidar eso, me doy cuenta.- hablé buscando su mirada. Finalmente se rindió y nuestros ojos conectaron.
-Tenías razón.- dijo. Fruncí el ceño.- lo que dijiste ayer. ¿Sabes? Si me comporto como lo hago es porque estoy acostumbrada a ser así, lo siento si soy odiosa contigo.- Soltó. Sonreí, se estaba sincerando conmigo.
