Al borde de la locura

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—No sé qué te sucedió, pero te aseguro que esa información no salió de mí. ¡No conozco a nadie con ese nombre!

—¿Es en serio? ¿Me juras que no fue tu voz la que escuché?

—Sí, hablo muy en serio. Debió ser alguna particularidad de este páramo que se diseñó para distraerte.

—Está bien, te creeré... Dejemos ese tema por el momento. Mejor concentrémonos en descubrir quién o qué es el cisne y cómo encontrarlo.

Lo último que Dahlia quería era ponerse a discutir con el príncipe, así que optó por pretender que no se daba cuenta de que él ocultaba algo. La repentina huida de sus cristalinas miradas, su excesiva transpiración y el tono cortante de su voz no les dejaban lugar a las dudas: Cedric le estaba mintiendo. Antes de que tuviese tiempo suficiente para evaluar la delicada situación en que se hallaban, la potencia sonora de un desgarrador chillido, cuya fuente parecía estar a unos cuantos metros de allí, la hizo estremecerse. Esta vez se sintió aún más perturbada que cuando escuchó el clamor por ayuda de la mujer. Le temblaban las quijadas y el ritmo de su respiración era muy irregular. Negaba con la cabeza mientras presionaba con fuerza sus párpados y se cubría los oídos. El ánimo comenzó a resquebrajársele cuando escuchó el llanto de dolor de un indefenso niño.

—¡Esto no puede ser posible! Por favor... díganme que no es cierto... ¡No, un niño no! ¡No, no, no! —exclamaba la muchacha, mientras dos enormes torrentes de líquido salino emanaban de sus cuencas.

—¡Oh, Dahlia! ¡Lo siento tanto! —fue lo único que atinó a decirle el Taikurime.

Cedric tuvo que hacer acopio de toda la fuerza de su voluntad para no acercarse a la rubia. Aunque el hecho de verla tan conmocionada hacía crecer en su pecho una necesidad imperiosa de irse corriendo a estrecharla entre sus brazos y consolarla, en ese preciso momento no se encontraba preparado en ningún sentido para hacerlo. Un solo roce de la pálida piel de Dahlia acabaría por destruir por completo las barreras que él, con tanto ahínco, había erigido alrededor de su aletargado corazón a lo largo de varias centurias. Esas barreras tenían que continuar en su lugar. De lo contrario, la solidez de su antigua promesa desaparecería en forma definitiva.

—Si hay algo que no puedo soportar en la vida es el sufrimiento de los niños. ¡Esto es horrible! No me importa si él no sabe nada acerca del cisne... ¡Debo ir a ayudar a ese pequeñito de inmediato! —bufó Dahlia, enjugándose las lágrimas con el envés de su antebrazo izquierdo.

Sin perder más tiempo, la joven se desplazó con mucha rapidez hacia el fragmento del espejo en donde se encontraba prisionero el sufriente infante, dando amplias zancadas, para así acortar aún más la distancia. Su ritmo cardíaco estaba muy acelerado, y los intervalos que se permitía entre cada inhalación y exhalación eran demasiado breves. Sin embargo, no estaba dispuesta a permitir que el niñito sufriese ni un instante más. Cerró los ojos y colocó sus manos sobre la vítrea superficie. No tardó en aparecer debajo de un camastro ajado sin frazada alguna sobre él. Aquel catre se encontraba colocado junto al mohoso ventanal de una estrecha habitación carente de ornamentos, cuyas paredes estaban hechas de una madera muy áspera al tacto, carentes de pintura o barniz que las embelleciese un poco. La tenue iluminación procedente de una vela roja, la cual poseía una mecha que estaba a punto de extinguirse, contribuía a darle un toque bastante lúgubre a la ya de por sí pesada atmósfera de la estancia. Frente a la rubia, se distinguían con claridad dos pares de piernas, uno masculino y el otro femenino. A juzgar por el alto volumen de sus voces y las palabras groseras que intercambiaban, aquella pareja se encontraba discutiendo sin intenciones de calmarse.

—¿No pudiste obedecer una simple orden mía? Ah, se me olvidaba... ¡No tienes cerebro! Tenías que abrir tu estúpida boca y avergonzarme así en frente de todos... Pero esto no se va a quedar así, ¡me las pagarás muy caro! —gruñía entre dientes el corpulento hombre, mientras arrinconaba a la fémina, utilizando la fuerza bruta.

La Legión de los Olvidados [Saga Forgotten #1]Where stories live. Discover now