Capítulo 8

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- ¿Pero te han cogido o no? - Preguntó con insistencia ya que desde que llegaron al restaurante, Jane no había dicho ninguna palabra sobre ese asunto.

- Pase la prueba, no quiero echarme muchas flores pero sí, lo borde. - Dijo riéndose.

- ¿Entonces te han cogido? - Volvió a preguntar para asegurarse.

- ¡Sí! Ahora mi jefe es Will Kenner, bueno será porque no empiezo hasta el lunes que viene.

- ¡Wow! que buena noticia, me alegro mucho por ti. - Dijo Lana con una sonrisa mientras con el tenedor en la mano probaba el salmón que tenía en su plato.

- Y... cambiando de tema, ¿qué te parece mi hermano?

Lana la miró seria. -¿Aún sigues con eso?

Jane no dijo nada esperando la respuesta. Lana suspiró pesadamente.

-Me parece un hombre atractivo pero no me gusta su personalidad, demasiado arisca para mi gusto. Así que no, no me gusta.

- Pero te parece atractivo. -Afirmó

-No estoy ciega. -Dijo con naturalidad.

- Al menos eres sincera. Pero te digo una cosa, mi hermano no siempre fue así, en el fondo es un trozo de pan.

- ¿Y qué es lo que pasó? - Preguntó Lana por curiosidad.

- No está en mis manos decírtelo pero bueno digamos que le rompieron el corazón.

- Un tema chungo.

- Hablando de temas chungos, no te ves muy bien. ¿Has podido dormir algo?

Lana arrugó la nariz. - La verdad no, necesitaba aire por eso no fui a la tienda hoy. Y no sólo me preocupa lo que pasó anoche,sino un asunto con mi padre muy raro.

- ¿Raro cómo? - Preguntó Jane atenta a cada palabra que salia de la boca de su amiga.

- Mi padre, Ernesto se fue hace como un año de casa sin despedirse. Como los gastos de la universidad eran muy caros tuve que dejarla y para ahorrar tuvimos que mudarnos con mi abuela.

- ¿Pero se fue sin más?

- Sí, pregunté muchas veces a mi madre sobre el tema pero siempre lo evita, supongo que aún está dolida.

- Vaya, lo siento mucho Lana. ¿Hay algo con lo que pueda ayudarte?

- Con tu apoyo es suficiente. -Dijo con una medio sonrisa triste.

Cómo podía su madre pensar que le gustaba esa mujer, sí era preciosa y tenía una sonrisa de ángel y un cuerpo de infarto pero nada que él no hubiese visto antes.

Paul se encontraba en la reunión semanal junto a su padre y a los demás accionistas, pero su mente estaba en esa carpeta. ¿Curiosidad? sí tenía mucha.

Al acabar la reunión se dispuso a ir a su despacho, había roto la carpeta pero la tenía en su mesa. Dudó en leerla o no.

"Que demonios" Dijo para sí

Abrió la carpeta y juntó los dos trozos de papel ya rotos y comenzó a leer el contenido.

Mientras tanto, Isabel estaba sola en el apartamento, ya que María se había ido a la tienda hacia un par de horas atrás y Lana estaba fuera también, dando un paseo y aclarando su mente al menos, eso ponía en la nota.

Había acabado su trabajo por hoy, que consistía en mirar su página web y atender algunos pedidos.

Estaba preparando la comida cuando el timbre sonó. Al abrir la puerta un joven mensajero se encontraba delante de ella.

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