40. El fin de una aventura

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Nymphaea se había adentrado en el sistema Ragna como ninguna nave lo había hecho en mucho tiempo. La estrella Ragna brillaba de una manera muy hermosa, casi hipnótica. El mõploth había dicho que la civilización de Ãilmim llamaba a su estrella Loth, que en su lengua quería decir "la Única". Era su manera de recordar que nada brillaba como Loth lo hacía, nada era tan importante para ellos como salvaguardar su estrella. Alrededor de la imponente luz de Loth giraban tres enormes planetas. El primero, Ragna-I o Plïum, era bastante más pequeño si se lo comparaba con los otros dos planetas y su superficie se adivinaba roja. Incluso un aura rojiza parecía envolver aquel planeta que estaba tan cerca de Loth que casi formaba parte de él. El segundo planeta, aquel que los humanos conocían como Ragna-II pero que en Ãilmim fue denominado como Pnïum, era de grandes dimensiones y se podían observar cantidad de continentes separados por pequeños mares que en algunos casos podrían haber pasado por ríos. A su alrededor orbitaban cantidad de satélites que los rebeldes no podían apreciar con claridad. Y el último planeta, el más cercano a ellos, era Ragna-III, aquella tierra que en Ãilmim se conoció como Ïmum. Era tan grande que los rebeldes no podían ver la cara oscura, en la que ya habían estado antes de adentrarse en el sistema Ragna. Sin embargo sabían de él mucho más que de cualquier cuerpo celeste de Ãilmim, por lo que no se fijaron en sus enormes extensiones de agua y sus intrincados y aislados continentes. De hecho, apenas se percataron de la hermosa escena espacial que había ante ellos a pesar de estar mirándola, algo muy típicamente humano. Estaban más preocupados preparando todo para el viaje a Kümal.

Pio había sido escogido entre todos los rebeldes para dirigir la primera fase de la operación. Porque no se trataba de descender y ya está. Era mucho más. En la primera fase viajarían una pequeña parte de los niños rescatados junto a dos rebeldes: Awhina y Pio. Y era Pio el que comandaría aquella fase y mantendría contacto con la nave para informar de cómo iba la vida en Kümal. Si no había incidentes, en unas pocas semanas se iniciaría la segunda y la última fase del plan y todos los habitantes de Nymphaea se mudarían a Kümal, y la nave con forma de nenúfar quedaría completamente deshabitada. A algunos como Alec les costaba trabajo despedirse del que había sido su hogar durante mucho tiempo. Porque Nymphaea había sido muchas veces el hogar y el refugio que habían necesitado tanto tiempo, una base perfecta para los rebeldes.

 Porque Nymphaea había sido muchas veces el hogar y el refugio que habían necesitado tanto tiempo, una base perfecta para los rebeldes

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Los niños rescatados ansiaban abandonar la nave. Echaban de menos el aire, el espacio abierto por el que correr y jugar en libertad, la luz del Sol... Por ello muchos niños se ofrecieron voluntarios para acompañar a Pio y Awhina. Fueron cinco, los escogidos, tres niños de Auckland y dos niñas de Wellington. Todos ellos acompañaron a la pareja de maoríes a través de los pasillos de la nave hasta llegar a la sala de las cápsulas transbordadores. Al ser unipersonales los niños viajarían solos y además era la primera vez que las utilizarían, a diferencia de Pio y Awhina que ya las habían utilizado para viajar a Ragna-III la primera vez. Aún así se encontraban en el lugar indicado. Las cápsulas caerían todas en la misma zona, cerca de Kümal, en una especie de llanura. No les sería difícil llegar al lugar indicado porque el mõploth ya les había hablado de él y sabrían identificarlo más o menos. Así que no perdieron más tiempo y cada uno ocupó su lugar. En poco más de un cuarto de hora, todas las cápsulas fueron expulsadas de Nymphaea y los habitantes de la nave contuvieron la respiración.

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