17. La estación Ve-III

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Desde el despertar de Lotus habían pasado varios pares de horas. Durante los primeros minutos los rebeldes escuchaban por primera vez la voz de aquel dispositivo y se preguntaban nerviosos si todo estaba saliendo bien de verdad, si aquel no era un nuevo error. Pero poco a poco desapareció aquel estúpido nerviosismo que tanto los inquietaba y hablaron con Lotus, quien dejó bastante claro que aunque su misión principal fuese obedecer a Christopher se aseguraría de cuidarlos a todos de una forma más o menos equitativa. Acabada la primera hora todos se mostraron a gusto con Lotus, quien no solo era eficaz en el trabajo para el que había sido diseñada sino que además era graciosa, amable y muy empática. Era como si fuese una persona de verdad.

La nave avanzaba con ritmo constante, alejándose cada vez más de la Tierra

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La nave avanzaba con ritmo constante, alejándose cada vez más de la Tierra. No tenía un rumbo establecido. La verdadera prioridad era alejarse cuanto antes del planeta condenado a una muerte lenta y dolorosa. Christopher, al haber sido escogido por el dispositivo como su líder, tenía que permanecer disponible y cerca de la sala de mandos para ayudar en lo que fuese necesario a Lotus. Pero todos los demás tenían tiempo libre y podían dedicarse a otras cosas. Lana, a pesar de que el líder escogido por la nave había sido el pequeño Christopher, seguía siendo la líder del grupo y tenía que tomar las decisiones apropiadas para llevar a cabo su objetivo. Y su objetivo era rescatar a los niños raptados en Nueva Zelanda, especialmente a sus hijos y a Lord, el hijo de Alec. Ahora tenía que tomar una de las decisiones más importantes de su vida. Disponía de la nave adecuada, del equipo óptimo, de la ventaja más grande que jamás podría haber deseado, pero no tenía una plan trazado.

Sabía que sus hijos estaban en aquel misterioso planeta, Ragna-III. Era obvio que si quería recuperarlos tenía que viajar hacia allí. No obstante había todavía muchísimas cosas que Lana desconocía de la travesía espacial. Viajar a través del espacio era algo en lo que la líder rebelde aún no tenía demasiada experiencia. Y solo una persona parecía haberse percatado de las preocupaciones que asolaban la mente de aquella poderosa mujer. Christopher se sentó a su lado en aquella sala tan artificial, sobre aquel sofá de forma abstracta y suave tacto. Se miraron a los ojos como si las palabras fuesen totalmente innecesarias entre ellos. Christopher sabía quién podía ayudarlos en aquellos momentos de desconcierto, alguien cuyos conocimientos superaban con creces a los de cualquier pasajero de la nave. Lotus. Caminaron a través de pasillos surrealistas hasta alcanzar la sala de mandos, allí donde se encontraba el sistema central que controlaba la nave y a Lotus. Chistopher y Lana se pararon ante aquel inmenso panel de control.

— Hola, Christopher —dijo aquella voz robótica que tanto divertía al pequeño rebelde—. ¿Querías preguntarme algo?

— ¿Cómo lo sabes?

— Chris, aunque mi controlador central se encuentre en esta sala puedo ser consciente de lo que ocurre en todos los rincones de esta nave e incluso fuera de ella. Os he escuchado hablar.

— Verás, Lotus —dijo Christopher bastante desconcertado por aquella información—, me gustaría saber si tienes algún dato sobre un planeta llamado Ragna-III.

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