36. El proyecto Mõthma

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A Nymphaea llegaron noticias de la Tierra. Las cosas no marchaban bien antes de que los rebeldes abandonasen su planeta natal. Mas ahora era cuando verdaderamente las cosas eran difíciles para los humanos. Las pocas cantidades de agua potable que quedaban habían mermado considerablemente y el alimento era mucho más que insuficiente. Las enfermedades y plagas causaban estragos allí por donde pasaban y el clima se cebaba con las pocas naciones que aún quedaban en pie. Había llegado verdaderamente el momento más temido por los hombres. Había llegado el tiempo de los últimos humanos. No obstante los rebeldes no habían vivido aquello. Tenían sus propios problemas. Estaban atrapados en el sistema Ragna, muy lejos de su hogar.

Alec, Pio y Awhina ya habían regresado a Nymphaea con los pocos supervivientes del grupo perteneciente a los niños de Auckland, entre los que destacaba el hijo de Alec. A su regreso sucedió algo bien curioso. Al enterarse de que Wendy Twain, la hija de Lana, se encontraba en aquella nave también, Lord había mostrado demasiado entusiasmo, lo que hizo a Alec sospechar aquello que más tarde comprobaría. Lord era el padre del hijo que Wendy estaba esperando. Lord y Wendy eran pareja, estaban muy enamorados... Al igual que sus respectivos padres. Aquello causó gran curiosidad en todos los habitantes de Nymphaea, salvo en Lana. Ella seguía sin despertar y cada vez estaba más débil. Los rebeldes comenzaban a pensar que todo lo que habían llevado a cabo era una locura y que pronto pagarían las consecuencias.

 Los rebeldes comenzaban a pensar que todo lo que habían llevado a cabo era una locura y que pronto pagarían las consecuencias

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Salió preocupada de ver a su madre. La había visto demasiado mal como para seguir albergando esperanza. Por lo menos tenía a Lord allí para consolarla, claro que poco consuelo puede haber al saber que jamás volverás a hablar con tu madre. El silencio se había impuesto en la sala de control, donde todos estaban reunidos. Dinah odiaba el silencio, así que decidió destruirlo.

— ¿Qué vamos a hacer ahora?

— ¿Tienes alguna idea? —preguntó Julieta, muy cerca de ella—. Por muy disparatada que sea, necesitamos ideas.

— Pues yo había pensado que podríamos regresar a Ragna-III. Algún día se acabarán las reservas de agua y comida de Nymphaea y creo que es buena idea que vayamos pensando en dónde vivir.

— ¿Y querrías vivir en un lugar como ese? —preguntó Wendy sin comprender—. No hay oportunidades de sobrevivir si regresamos.

El grupo volvió a callarse. Comprendían la petición de Dinah, pues tarde o temprano deberían abandonar la nave que por tanto tiempo había sido su hogar. Sin embargo, los rebeldes habían visto ya distintos lugares de Ragna-III muy distanciados entre sí y lo cierto era que sería difícil lograr el éxito de los asentamientos humanos en aquel planeta. Entendieron entonces que posiblemente estaban viviendo la última era de la Humanidad encarnando a los últimos humanos. Sin posibilidades de revertir la situación en la Tierra y habiendo comprobado la inhospitalidad de Ragna-III, era evidente que no había lugar apto para la vida humana.
Un gemido de dolor alertó a todos de que Wendy no se encontraba bien. Lord se asustó y Julieta lo intentó calmar, pues debería estar tranquilo para el proceso que venía a continuación. Un parto.

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