— ¿Y si no me vale?

— Ay, Hye, claro que te valdrá. — me animó Olivia, cogiendo con cuidado el vestido blanco, por los hombros.

Había conseguido el vestido con espalda de encaje y botonadura de perlas de mis sueños, aquel que vi en Los Ángeles tres meses atrás, pero tenía un pequeño problema con el que no contaba. Con la esperanza de que fuera una falsa alarma, compré el vestido -en su mayor parte pagado por mi abuela, que tenía la ilusión de verme con un vestido de novia fuera como fuese- y dejamos que pasaran un par de meses... Hasta que me di cuenta de que había engordado bastante. Mi madre llevó el vestido a una sastrería para que hicieran un par de arreglos en la cintura a última hora, pero no me había probado el vestido hasta el crítico momento: es decir, el mismo día de mi boda.

— ¡Ay, mi pelo!

— ¡Perdón! — se disculpó Olivia.

— Ten mucho cuidado con los botones, por lo que más quieras.

— Hye, cielo, levanta los brazos un momentito. — me pidió mi madre.

— ¿¡Esta parte es la cabeza o un brazo!?

— A ver, a ver, calma.

— ¡No puedo estar calmada porque me caso en cinco minutos!

Tardamos media hora en cerrar el dichoso vestido.

— ¿Te aprieta demasiado? — me preguntó mi madre con preocupación, ajustando bien la tela a mi cintura para disimular un poco mi tripa. Ella no llevaba el vestido rojo que había elegido para Olivia y para el resto de damas de honor, pero aun así estaba preciosa. Por unos escasos segundos me vi a mí misma reflejada en la figura solemne y elegante de mi madre.

— No, estoy bien.

— ¿Segura? ¿No te molestará?

— Sí, mamá. Si hace falta, me lo quitaré. — sentencié, encogiéndome de hombros.

Mi hermano volvió a aparecer por la puerta cuando los gritos y los alaridos cesaron. Abrió la puerta tan de golpe que estuvo a punto de hacerla giratoria. Se aclaró la garganta. — Llegamos tarde.

Chillé mientras Olivia me arrastraba hasta el coche de mi madre, decorado para la ocasión con flores y lazos blancos. Jungkook se empeñó en conducir. Olivia me ayudó, junto a mi hermano, a meter la cola del vestido en la parte trasera del coche. Mi madre, después de sentarse a mi lado, juntó las manos y puso la misma cara que la de El Grito de Munch.

— ¡El velo!

— ¡Que le den al velo! ¡Me caso sin él! ¡Arranca! — hice un exagerado gesto con las manos, pidiendo a mi hermano que pisara a fondo el acelerador. Se lo tomó tan literal que casi salí disparada a través del cristal de la luna de no ser por el cinturón de seguridad. — ¡Kookie, vas a matarnos! ¡Esto no es una de esas películas de coches!

Me hizo caso omiso. Mi hermano estaba concentrado en adelantar coches, en ir a casi doscientos kilómetros por hora por una carretera de la ciudad y en ganarse alguna que otra multa. Al menos llegamos más pronto de lo previsto a la iglesia donde mi madre quiso que Yoongi y yo nos casáramos. Él no estaba muy a favor, pero logré convencerle. En el exterior no había demasiados coches aparcados. Era una iglesia pequeña y los invitados eran menos de cincuenta. Yoongi no quería una boda por todo lo alto, y en el fondo, ninguno de los dos conocíamos a suficiente gente como para tener cien o más invitados en nuestra boda.

— Qué calor tengo. — se quejó mi hermano. Se quedó un momento quieto, a medio camino entre el coche y la puerta de la iglesia. Se abanicó con las manos.

— Es normal, Kookie, es un jodido dieciséis de agosto...— repliqué, con tono irónico. Pataleé. Empezaba a marearme. — ¡Qué nervios!

Claro que estaba nerviosa. ¿Quién no está nervioso o nerviosa el día de su boda? Hasta los invitados se ponían nerviosos sólo de pensarlo. Entrelacé mi brazo con el de mi madre, que me sujetó firmemente. Me pregunté a mí misma si de verdad quería hacer aquello. Quizá Yoongi no era la persona más adecuada con la que debía pasar el resto de mi vida. Quizá era demasiado joven para casarme, quizá debía huir y vivir mi etapa de veinteañera... Demasiados 'quizás' se agolparon en mi cabeza. Pero supuse que ya no había vuelta atrás. Inspiré todo el aire que pude y lo solté en un larguísimo suspiro.

— Vale, vamos.

Dar un solo paso hacia delante seguramente me costó más que la primera vez que lo hice, cuando era un bebé. Agarré bien el ramo de flores y paseé la mirada por toda la Iglesia, por cada invitado. Saludé tímidamente a mis abuelos, sentados en primera fila; al resto de chicos, en fila en las escaleras del altar cubiertas por una moqueta roja... Jimin movió su pequeña mano en el aire para devolverme el saludo, y Taehyung estuvo a punto de saltar del escalón para venir a abrazarme.

Y luego estaba Yoongi.

Me observaba con detenimiento. Cruzamos una mirada rápida, y vi cómo ocultaba una sonrisa mordiéndose el labio inferior.

Noté cómo mi madre me soltaba del brazo. Tuve un momento de pánico. Me giré hacia ella para verla y para dejar que me diera un abrazo rápido. Mi madre tenía los ojos llorosos, vidriosos por culpa de las lágrimas. Cogió mi mano y se la tendió a Yoongi. Él me ayudó a subir los últimos escalones del altar, sujetando mi mano con delicadeza, y me situé a su lado. Agaché la cabeza, abrumada.

— Estás preciosa. — me susurró, sonriendo tanto que el sol se quedaba corto a su lado.

— No me puedo creer que tengas que esperar al día de nuestra boda para decirme esto. ㅡ me reí. Estaba demasiado feliz a la par que nerviosa como para aparentar estar molesta con él.

— Es una ocasión especial. ㅡ poco a poco, entrelazó sus dedos con los míos.

ㅡ Tú también estás-

ㅡ No hace falta que lo digas, siempre estoy genial.  ㅡ soltó ㅡ pero hoy me ganas. En serio, estás preciosa, Hyesun.

A la mitad de la ceremonia, Jimin y Jin se echaron a llorar juntos, justo cuando Yoongi terminó de pronunciar sus votos. Yo, a pesar de tener los ojos algo aguados, logré mantener la compostura. En el fondo, quería bailar encima de la mesa del altar.

El sacerdote miró a los invitados por encima de la montura de sus gafas y pronunció la archiconocida frase que yo sólo conocía de las películas: ㅡ Si alguien está en contra de este matrimonio, que hable o calle para siempre.

Yoongi se giró. Miró a cada uno de los invitados, incluidos sus amigos, situados a su derecha, y les advirtió uno a uno con la mirada.

ㅡ Esa es una pregunta muy estúpida. Nadie está en contra de este matrimonio. ㅡ dijo, en alto, con esa mueca que siempre hacía, alzando las cejas. Volvió a mirar hacia atrás, suspicaz, y sobretodo hacia mi izquierda, donde estaba mi hermano.ㅡ ¿Verdad...?

Jungkook negó enérgicamente con la cabeza. Yoongi asintió, satisfecho, y el cura continuó con una sonrisilla. ㅡ Min Yoongi, ¿quieres recibir a Jeon Hyesun como esposa, y prometes serle fiel hasta que la muerte os separe?

ㅡ Sí quiero.

No me lo podía creer. Estuve a punto de ahogar un grito. El sacerdote se dirigió a mí.  ㅡ Y Jeon Hyesun, ¿quieres recibir a Min Yoongi como esposo, y prometes serle fiel hasta que la muerte os separe?

Me quedé callada un par de segundos que a Yoongi le resultaron una eternidad. Fui capaz de escuchar cómo tragaba saliva.

ㅡ Vamos, Hyesun. ㅡ me susurró, impaciente.

Carraspeé para que todo el mundo me oyese.  ㅡ Sí quiero.

Jimin soltó un gritito agudo, mi madre se echó a llorar como una magdalena, alguien de las filas de atrás aplaudió de repente y Yoongi soltó todo el aire que había estado conteniendo en un suspiro, aliviado.

ㅡ ¿Puedo besar a la novia?

ㅡ Esp-

Yoongi no dejó que el sacerdote articulara palabra. El pelinegro sonrió, iluminando la iglesia entera, rodeó mi cintura, me pegó a él bruscamente y me dio el beso más feliz y dulce que me había dado hasta el momento. Todos sus amigos, incluido Jungkook, se pusieron a gritar y aplaudir como locos.

Hold me tighter (HMT2)  » Suga;BTS✔Where stories live. Discover now