v e i n t i t r é s

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En uno de mis escasos momentos de lucidez conseguí enviar la ubicación del lugar donde me encontraba a Yoongi. Ni siquiera supe cómo lo hice. Descubrí que, en el proceso, le había enviado unas diez fotos borrosas de mis pies y del río, pero no me importó demasiado. Subí los pies al banco, dejé la botella de alcohol -seguramente robada- sobre éste y esperé pacientemente a que Yoongi volviera, en mi mundo, haciendo círculos con el índice sobre el cemento gris y la cara sobre mis rodillas.

Me encontraba mal; más de una vez lo dije a la nada, lloriqueando. Me quejé también de que Yoongi era un impuntual, de que a la mañana siguiente la resaca iba a ser terrible y de que el tiempo en Seúl se estaba volviendo loco por culpa del cambio climático. Después de esperar unos cuantos minutos y de mirar a la botella de vodka de melocotón con ojos brillantes, cual niño delante del escaparate de un juguetería, volví a beber a palo seco. Yo misma me animé, a gritos, fingiendo ser el público.

— Sí, Hye, bebe, bebe, bebe. — me dije a mí misma, riéndome. Me agarré la cabeza cuando todo empezó a darme vueltas de nuevo. — Uf, estoy...— hipé por enésima vez —, estoy muy borracha. Debería parar, ¿no? — La botella, un objeto inerte y sin vida, me hablaba y me decía que bebiera más. Resoplé, negando con la cabeza, resignada. Di un nuevo trago. — ¡Me encanta el whisky de mango! ¡Síiiiii!

Estaba sola, en la nada, ebria como nunca y sin saber que pasaba a mi alrededor. Era la persona más vulnerable a los atracos, violaciones y secuestros en toda Corea entera. Quizá exageré un poco cuando abrí los ojos de golpe, cogía el teléfono y marqué el número de emergencias con una paranoia nunca vista en mí.

Sin relajarme, con los músculos tensos y mirando cada dos por tres hacia atrás, vi que alguien se acercaba con paso tranquilo a mí. Me giré y me puse de pie en el banco, dispuesta a chillar como una cabra cayendo por un precipicio. Agudicé la vista entornando los ojos. Sonreí al ver que Yoongi, con su chaqueta de cuero negra y las manos dentro de los bolsillos, se paraba un par de metros delante de mí.

— Vámo-

— ¡Papi!

— No, soy Yoongi. Qué tal.

— Cógeme. — dije, abriendo los brazos.

— Vámonos. — repitió, sin llegar a que yo le interrumpiera. Frunció el ceño al ver que yo empezaba a patalear como una niña de tres años enrabietada porque su padre no la llevaba a caballito. Yoongi señaló con su típica desgana mis zapatos, tirados en el suelo. — ¿Vas a ir descalza?

— Mmh, sí. O sea, no. Llévame en brazos.

— Y una mierda. No quiero que me potes encima.

— ¡Yongiiii! — protesté, fingiendo llorar y poniéndome a dar saltitos sobre el banco. Estaba tan borracha que no me di cuenta de que Yoongi aguantaba la risa. Se mordía el labio inferior con frecuencia, pero aún así era incapaz de esconder una sonrisilla juguetona. — Porfa, porfa, porfa.

Él acabó acercándose al pie del banco. También abrió los brazos para que yo me dejara caer sobre él y así poderme llevar como si fuera un bebé. Justo cuando yo me lancé a Yoongi, él se retiró fingiendo sorpresa y señalando la botella de cristal que había dejado sobre el banco. Como consecuencia, caí al suelo de culo -literalmente- y chillé imitando a una sirena anti-bombardeo. Me quedé sentada en el suelo, casi llorando a mares mientras Yoongi colapsaba de la risa. Después de limpiarse sus propias lágrimas, alcanzó mis zapatos. Cogió con delicadeza mis pies y me calzó, apretando bien la correa que rodeaba mis tobillos. Seguía riéndose en bajo cuando me tendió sus manos para que me levantara del suelo. Yo, más empalagosa que nunca, rodeé su brazo con los míos y me pegué a él, posando mi cabeza contra su brazo.

Hold me tighter (HMT2)  » Suga;BTS✔Where stories live. Discover now