Hold me tighter (HMT2) » Suga;BTS✔

d i e c i o c h o

Observándolo bien, seguía pareciendo el chico de siempre. Nariz pequeña, rostro de niño, labios rosados y flequillo largo de algún color poco convencional. Era el mismo si ignoraba, claro estaba, su palidez extrema casi enfermiza, y su delgadez. Siempre había sido un chico delgado, pero ver sus clavículas tan marcadas, a punto de rasgar su blanquísima piel, me hizo preocuparme mucho más. Antes, eran su mirada la que rogaba por ayuda... pero en aquel momento era su cuerpo entero. Me pregunté qué podría haber sido de él si de verdad le hubiera dejado.

Si no le hubiera comprado el billete a Corea. Si no le hubiera perdonado tantas veces. Si no le hubiera conocido en un primer momento.

Volvía sentirme culpable, arrepentida. Odiaba ese sentimiento. No me gustaba sentirme así, ni creer que todo lo que le pasaba a las personas de mi alrededor era mi culpa. Tenía la necesidad de disculpar a Yoongi. Me repetía, una y otra vez: ''Bah, no ha sido nada, Hyesun. Ha sido por el trastorno, no volverá a pasar nada en cuanto se estabilice'', pero sabía que me estaba mintiendo a mí misma. Me sentía una tonta, débil e ingenua. Sabía de sobra que Yoongi me había hecho daño y yo continuaba igual, pasando por alto su comportamiento. En el fondo, ¿qué le iba a hacer? Todas mis sospechas -cada vez más ciertas- se centraban en que Yoongi era bipolar, y eso era más que una excusa para disculpar todo lo que había hecho.

Después del beso, que acabó pareciéndome agridulce, Yoongi se tumbó sobre la colcha, se acurrucó con la mirada perdida y me dio las buenas noches. Parecía haber olvidado todo lo que me había dicho. Sus indirectas al suicidio se habían desvanecido en el aire, como el humo de todos los cigarrillos que fumaba. Intenté volver a hablar con él a pesar de que ya me había dado la espalda, lo cual era una forma sutil de decirme ''vete a la mierda, duérmete y déjame en paz''. Al final, me tumbé a su lado con un suspiro. Y Yoongi se dio la vuelta, se acercó a mí y apoyó la cabeza sobre mi pecho durante el resto de la noche, y sin decir nada, se quedó profundamente dormido. Respiraba despacio; su pecho apenas se inflaba.

No podía dejar de pensar en todo lo que se le iba a echar al pobre Yoongi encima en cuanto cogiéramos el tren de las siete de la tarde del domingo y volviéramos a Seúl. Mi lado más ingenuo todavía tenía esperanzas de que todo fuera una simple intuición y que Yoongi pasara únicamente por una mala racha, pero todo el mundo sabía que no era así. Hasta yo, una estúpida enamorada, sabía que Yoongi iba a empeorar. Tenía miedo de que él hiciera una de sus locuras, de que nadie fuera capaz de salvarle.

Jugué a enredar mis dedos en los mechones grises del cabello de Yoongi. Siempre lo hacía para quedarme dormida. Era tan efectivo que los párpados empezaron a pesarme en un par de rápidos minutos. Y sin más, me quedé dormida con mis manos sobre la cabeza de Yoongi y con las suyas deslizándose poco a poco por mi cintura, hasta abrazarme.

*****

Me desperté por culpa de un portazo. Al reincorporarme, me di cuenta de que la colcha sobre la que nos habíamos quedado dormidos me tapaba las piernas. Me froté los ojos, estiré los brazos y miré alrededor, confusa, intentando recordar cuándo me había tapado. Sólo me acordé de que me había quedado con Yoongi dormido a mi lado, abrazado a mí, así que me alarmé al no verle cerca, porque también recordé sus alusiones al suicidio. La noche anterior parecía convencido al cien por cien de que iba a hacerlo.

Después de desperezarme, me levanté con torpeza dado que no estaba muy acostumbrada a dormir en el suelo. No me entretuve en colocar un poco la colcha o las almohadas, simplemente salí de la habitación a paso rápido sin importarme mucho lo despeinada y desastrosa que estaba. Al abrir la puerta, suspiré aliviada, al ver a Yoongi sano y salvo, en medio del pasillo de la primera planta, con el cepillo de dientes en la boca. Cruzamos una mirada rápida después de que él me viera parada de una forma ridícula, con las manos apoyadas a los lados de la puerta y los brazos en cruz, seguramente sonriendo como una tonta.